Lo que pasa por el colador

11 de November de 2020
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El agujero de la danza, dirigida por Juan Onofri Barbato. Interpretación, texto y dirección: Juan Onofri Barbato. Colaboración en concepto y escritura: Carolina Stegmayer. Iluminación: Facundo Estol. Dirección de video y edición: Natalia Labaké. Asistente de Dirección: Ivo Aichenbaum. Foto fija: Nacho Yuchark. Diseño y realización de rigging: Carlos Bariggi. Asistencia en rigging: Emanuel Almirón. Asistente de dirección: Quillén Mut. Asistente en rodaje: Juliana Oubel. Asistencia técnica: Lucas Yair Araujo. Co-producción: PLANTA investigación & creación transversal & Centro Cultural Kirchner. Acceso libre hasta el 17/11/20 en https://plantainclan.com/el-agujero-de-la-danza/

¿Qué es una conferencia performática? ¿De qué tipo de hibridez nos habla esta categoría con nombre y apellido?

Quizás podamos encontrar una piedra basal en la figura de John Cage con su evento Lecture on Nothing, realizado en Nueva York en 1949. En esta performance, Cage compartía su pensamiento sobre la música, pero su lectura era intercalada por aspectos extra-académicos: ruidos, silencios, observaciones personales y relatos de su vida. Más adelante, para la década del ´60, será más habitual encontrar estas experiencias, comprendidas como una suerte de subgénero de la performance: la lecture-performance toma presencia como una práctica artística ampliada, una presentación que va más allá del formato académico de la conferencia, convirtiéndola en un espacio escénico que habilita otros efectos en lxs espectadorxs; efectos entre los que, ante todo, señalaría la apertura a la ficción.

Estas praxis híbridas proponen una particular relación entre imagen y texto al incluir elementos provenientes del mundo del espectáculo, la narración, los medios de comunicación, la publicidad e Internet. Dentro de este entrelazamiento de tramas visuales y narrativas, se suelen reciclar imágenes de archivo que, en sintonía (aunque no de manera determinante) con estrategias apropiacionistas, satirizan muchos aspectos de la actualidad para poner en tela de juicio convenciones culturales. En general, estas formas performáticas suelen realizarse con un tono y actitudes de un conferenciante formal. El público, si bien se encuentra sentado como en cualquier tipo de espectáculo, sabe que se enfrentará a un hecho en el que, seguramente, antes que el movimiento del cuerpo, primará el movimiento de ideas (que de movimiento se trata, al fin y al cabo, no habría dudas).

Nacho Yuchark

Ahora bien, ¿qué sucedería entonces con una conferencia perforada?

En El agujero de la danza, Juan Onofri Barbato (intérprete y director de la propuesta en el plano real y conferencista del plano ficcional) se presenta como una voz competente para hablar de la danza, teniendo este eje central pero yendo y viniendo a través del mismo, generando una catarata vertiginosa de ideas, proclamas y sentencias que lo llevan a estados de desmesura y fragilidad. Estos rasgos hacen que en su figura se vislumbre, por momentos, algo del arquetipo del artista romántico, declamando sus principios con una copa de vino en la mano, un dandy insatisfecho con el mundo que lo rodea, un ser incomprendido por considerarse un paso más adelante que el resto. Desde la sinopsis de la obra, estos estados se reconocen como propios de quien se atreve a encarnar el trabajo de artista en Argentina (aunque, lamentablemente, reconocemos que no es algo en lo que tengamos la exclusividad como sociedad).

Desde lo sintáctico, no hay duda de que la perforación opera sobre el género de conferencia. El lenguaje teórico o formal suele percibirse como un lenguaje elitista, de lxs privilegiadxs sociales y culturales. Quizás por esta razón sea que El agujero de la danza toma la impronta propia de un show televisivo en el que nuestro anfitrión (¿modestia aparte?) no necesita ser presentado. El discurso de nuestro conferencista/anfitrión comienza planteando una realidad distópica en la que la danza, y en particular la danza contemporánea, comparten una agenda de interés que se codea con asuntos del tipo aborto, impuestos a la riqueza y la expropiación de Vicentin, que tanto el Presidente de la Nación como el Papa Francisco ponen en sus manos para que, a través de esta conferencia, él ensaye una resolución. Como todo show de TV, audios de reacciones de un supuesto público (aceptación, rechazo, risas, abucheo) junto a otros sonidos que se asocian a lo correcto/incorrecto, operan como un subtexto o aclaración que va, de alguna manera, acompañando o sugiriendo una interpretación sobre lo dicho.

Nacho Yuchark

Yendo un poco más allá, podemos arriesgar que la perforación no opera solo sobre la conferencia, sino también sobre el sistema de la danza. No solo se observará al artista declamando sus pensamientos y reflexiones sobre la propia práctica, se lo mostrará también como un trabajador aceptando un “laburito mal pago, como siempre”, como alguien que evita hacer una denuncia por la aspiración a “un carguito ahí adentro”, un artista con huevos (o sea, testículos) en contra de la dictadura tirana del suspensor. La reflexión inicial sobre la danza contemporánea termina convirtiéndose en una reflexión sobre la propia obra, funcionando finalmente, esta conferencia/show, como una especie de statement, un manifiesto que sienta postura tanto en relación con lo que muestra como con lo que oculta a sus espectadorxs.

Como espectador de esta catarata de ideas y estados que nos pasean en un frenesí entre lo lógico y lo absurdo, me pregunto qué pertenece a la realidad y qué a la ficción y qué se filtra por estas perforaciones: ¿será el lugar de la danza en los espacios oficiales?, ¿o los criterios que guían el reparto de los fondos del estado destinados a la actividad no oficial?

Nacho Yuchark

Yendo aquí también un paso más allá, me quedo reflexionando sobre qué posibilidades concretas nos habilita como actores culturales el planteo de que “en la danza contemporánea todo vale”, si efectivamente podemos concebirla como un sistema dinámico productor de modos de sometimiento y control, pero también de resistencias, gracias a la potencia del acto performativo con su posibilidad de inventar y reinventar mundos.

Celebro, con mi copa de vino en alto, el planteo (y sobre todo la acción consecuente) de no monopolizar la idea de danza, disfruto la diversidad y riqueza de danzas de múltiples naturalezas y dejo abierta la inquietud acerca de qué nos sucede, como espectadorxs, cuándo la danza realmente nos interpela, siendo éste, quizás, el motor fundamental para seguir construyendo.

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Mauro Cacciatore

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