Aviva, o cuando la historia pasa por el cuerpo

4 de June de 2020
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AVIVA, dirigida por Boaz Yakin. Coreografía: Bobbi Jene Smith. Protagonistas: Bobbi Jene Smith, Zina Zinchenko, Or Schraiber y Tyler Phillips. Duración: 116 min. Idioma: inglés. Estreno mundial virtual: 12/06/2020.

Aviva es una joven parisina que mantiene un romance en línea con el neoyorquino Eden. Tras construir un vínculo a la distancia, se encuentran en persona, se enamoran y finalmente se casan. Hasta este punto, nada novedoso ni lejano de cualquier película de amor. Lo interesante radica en la estrategia de Boaz Yakin que consiste en tomar una historia de amor totalmente convencional (léase, hetero-cis, hegemónica y con final feliz) para convertirla en una exploración sobre los vínculos sexo-afectivos que trasciende la previsibilidad del binarismo hombre-mujer al desdoblar simultáneamente los papeles de lxs amantes en cuatro bailarinxs/actorxs diferentes. A medida que la relación crece, los lados masculino y femenino de cada personaje luchan por la primacía, tanto dentro como fuera de sus cuerpos. La historia siempre rondará el vínculo entre Aviva y Eden, sin embargo, por momentos, será entre ella y él, en otros, será él-ella, también él-él, ella-ella y, por si esto no alcanzara, la trama también se teje en tríos (ambxs Avivas y Eden, por ejemplo), cuartetos y todas las combinatorias posibles que le aportan a la trama un maravilloso y cautivante grado de complejidad.

Yakin trastoca la lectura de la dinámica propia de un vínculo al desmitificar la previsibilidad de lo femenino y lo masculino, explorando la fluidez de género dentro de dos personajes que se niegan a ser contenidos por definiciones estándar. En términos teóricos, el género se define como el proceso mediante el cual individuos biológicamente diferentes se convierten en mujeres y hombres mediante la adquisición de atributos que cada sociedad determina como propios de la feminidad y la masculinidad. El género representa la construcción cultural (por lo tanto, aprendida) que se da en torno a una diferenciación: las mujeres y los hombres tienen cuerpos disímiles con capacidades diferentes, lo que determina roles distintos en la sociedad y por ende, cierto papel que cumplir y formas de ser que debemos expresar. ¿Qué es propiamente femenino o masculino en una época donde los roles de hombres y mujeres se encuentran modificados?

La cultura imprime formas de pensar y actuar propias de la época en la que se encuentra la persona. Atravesamos un momento en que los roles que estaban claramente identificados en el establecimiento de un vínculo sexo-afectivo (por ejemplo, el hombre conquista y la mujer se deja conquistar) se encuentran en plena reconfiguración, lo que habilita comportamientos indiferenciados para hombres y mujeres. Dentro de Aviva hay transformaciones en los roles de género, en el modo de concebirse y de concebir a otrxs en los procesos vinculares, lo que deviene en cambios en los modos de interactuar, de resolver los conflictos, de asumir los síntomas en la pareja y de relacionarse.

Es interesante cómo, dentro de la trama, aparece retratado el proceso de construcción identitaria junto a las ideas que cada cual tiene acerca del cuerpo. Los vínculos afectivos creados los primeros años de vida son esenciales en la construcción de la identidad y el equilibrio emocional. La imagen que vamos construyendo de nosotrxs mismxs es reflejo de lo que nos devuelven nuestrxs seres queridxs. Esto condiciona las relaciones que tenemos con lxs demás, nuestra autoestima y la forma de afrontar los problemas. Aviva da cuenta de este proceso presentando la forma de vincularse de lxs personajes como fruto de las decisiones que toman en el presente, pero, a la vez, dando cuenta de que estas decisiones están atravesadas e influenciadas por aspectos relacionados a su construcción identitaria.

Más allá de todo este derrotero psicosociológico, resulta importante ver cómo esta película trasciende también las expectativas de cualquier película del género musical. En Aviva encontraremos un muy interesante planteo de la danza en relación con la cámara y con la historia. Las escenas coreográficas no aparecen para entretener al espectador, sino para darle continuidad a la historia desde este otro lenguaje. Eden narra la historia, pero este relato se construye no solo de palabras sino también de movimiento. Cuando aparece el cuerpo coreografiado, la historia continúa su desarrollo, la historia pasa por el cuerpo: un cuerpo que goza, que descubre, que se excita, que baila, que se relaciona de todas las formas posibles. Cuerpos violentos, sensibles, explícitos y, a la vez, sutiles. En estxs personajes el movimiento es parte de la vida, por ende, su irrupción no es forzada ni accesoria.

La riqueza de esta producción no se encuentra solamente en su planteo conceptual y coreográfico, su fotografía y trabajo de arte son igualmente cautivantes. Yakin presenta espacios totalmente despojados donde, gracias a los cuerpos en acción, logra construir pasajes fascinantes en su simpleza y profundidad. En ellos, además, desliza ciertos guiños a películas musicales históricas, videoclips y paisajes que remiten a obras de Pina Bausch o DV8, pero insertos dentro de una atmósfera muy particular, casi surrealista. Presenta también un interesante juego de planos dentro de las escenas y en la misma trama. Durante la película, además de mostrarse la construcción de la historia de ellxs, Aviva realiza una producción audiovisual, apareciendo el motivo de la construcción de la película dentro de la película que, a modo de mamushka, aporta nuevas capas de realidad y complejidad muy bien entretejidas.

Atravesamos momentos complejos, esto tampoco es ninguna novedad. El clima de aislamiento ha favorecido el incremento de vínculos virtuales. Cualquier red social o de mensajería nos permite crear versiones de nosotrxs mismxs: identidades construidas a partir de lo que elegimos mostrar, la forma en que lo hacemos y una manera particular de relacionarnos. Cualquier vínculo es complejo, tampoco esto es una novedad. La virtualidad habilita a relacionarnos con meta-versiones de nosotrxs mismxs. De estos rasgos, ¿cuáles se anclan en el plano de lo real y cuáles en el de lo virtual? ¿Cuán delgada o gruesa es esa frontera? Nada nos asegura que esta meta-versión sea coherente y consecuente con aquella que habita el plano de la realidad. Quizás el hecho de que mostremos alguna de nuestras múltiples facetas en la virtualidad implica que en algún nivel de la realidad pueden estar presentes. En definitiva, si después de tantas dudas hay alguna certeza, es que ninguna experiencia mediada por ceros y unos logrará trascender la certeza (y complejidad) de un encuentro real, y esto es algo que Aviva logra presentar de forma magistral.

 

*Fotos: Outsider Pictures.

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Mauro Cacciatore

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