LOÏE. 09

Cuerpo(s), memoria(s) y dispositivo: el relato por-venir

29 de noviembre de 2021
Disponible en:
Español
¿Y acaso hoy podría compararse la creación artística con un deporte colectivo, lejos de la mitología clásica del esfuerzo solitario?
(Bourriaud, 2009)

 

La odisea del #Ega (Encuentro de Gestorxs Artistas) ha alcanzado su postrema estación luego de un año de vivo y punzante recorrido entre las vías, sendas y atajos del movimiento, bien como figura, firma(mento), orbe o creación.

Horas de experiencia de palabras (en plural) conforman un gráfico de múltiples entresijos respecto de la danza como arte performático situado en una zona de disputas simbólicas sobre el (¿nuevo?) rol del cuerpo en un mundo en crisis. ¿Cuál es, si es que lo hubiese, el viejo-nuevo espacio de las prácticas artísticas en la reconfiguración del territorio de la representación? ¿Qué es el cuerpo cuando el modo de habitar(lo) está arbitrado por dispositivos y agenciado mediante plataformas?

¿Ser cuerpo-mediatizado es, hoy por hoy, una incipiente acepción, en lugar de metáfora, en un mundo que está siendo contado sincrónicamente afuera y adentro de las pantallas?

Cada una de las preguntas aluden a un estar convulso en un presente de forma y materia en constante cambio, crispada.

¿Dónde hay cuerpo?: la pregunta que se impone

El #Ega se valió de las posibilidades técnicas de la virtualidad en tanto dispositivo marco para gestionar un contacto con las audiencias pandémicas desde las primeras auroras del aislamiento social. Y eso supuso la reconfiguración no solo de las nociones de acción y performatividad, sino también del destino de la comunidad que integra esta escena.

Es que la percepción de un «destino común», a la que es cada vez más difícil escapar, no es sólo el de grupos humanos que solían vivir a la distancia, sino el de humanos y no humanos. Porque el presente es el momento de máxima dificultad, por parte de los humanos, de excluir, de separar, sus entornos naturales de los espacios en los que conducen sus comunicaciones (…). Y la circulación de gases, de virus y de armas atraviesa una trama general que parece desde siempre susceptible de colapso: fragilidad global que es un elemento central en nuestras percepciones, (…) que constituyen el espectáculo común de quienquiera que se moleste en prestar atención a las informaciones más o menos anárquicas que constituyen su entorno de imágenes, palabras y sonidos. (Laddaga, 2006: 54)

Los cuerpos, las cuerpas y les cuerpes que intervenían con su espesa y fangosa materialidad en espacios definidos de una cartografía “real”, donde el contacto (in)mediato tornaba fruto a la narración principal, hoy se enuncian con fuerza en otros de naturaleza digital, generando su re-territorialización en tiempos de (¿pos?) pandemia. La idea o noción de corporalidad pareciera estar apostada en una nova de un limbo parecido al cielo, y de este parecido, a su vez, a la idea que teníamos de él. La memoria es un bien, u hoy al menos así funciona, para salir(nos) de nosotrxs mismos y poder ver lo que está cerca, y al caer. Tanto que no alcanza para abarcar esta continuidad metamórfica o hábito futuro (in)determinado en presente.

Nos preguntamos: ¿de qué trata esa indagación fatigosa, por iterativa y aguda? En principio, podría decirse que todo lo nuevo puede asumirse como reto, y el #Ega lo fue (es). Tanto los encuentros, pensatorios, secuencias, acciones y ¿finalmente? la plenaria, en su relación dinámica con los bordes y apoyos de la escucha compartida, como todo el entramado metadiscursivo al que dio lugar se hilvanó entre conversaciones artísticas virtuales, desplazándose desde la matriz de un proyecto artístico a la de un proyecto artístico-mediático.

La problematización del dispositivo y la pregunta por este cuerpo-mediatizado que está intermediado por un contexto de naturaleza “redicha” nos lleva a la pregunta sobre el lugar, aquí y ahora, de un afuera-adentro y su disponibilidad, si es que la hubiese, para la (re)creación en la danza. Porque este presente que hoy ocupamos, tanto en la arteria del medio como en el medio mismo, en la permuta de paradigma en relación con el escenario-pantalla del bailarín o performer, parece ser un lugar de ruta futura y sin retorno.

La mundialización de las artes y letras, la proliferación de los productos culturales y la puesta a disposición de los saberes en la red Internet, sin hablar de la erosión de los valores y jerarquías nacidas del modernismo, crean las condiciones objetivas de una situación inédita, que los artistas exploran -y cuyas obras nos dan cuenta de dicha explotación como otras tantas hojas de ruta.» (Bourriaud, 2009: 186)

¿Ser en presente o en praesentia?: territorios posibles

Pasó el #Ega. Nos queda el #Ega y su (nuestro) archivo vivo a sistematizar: lozanas e inéditas definiciones de un bisoño pensamiento que se presume colectivo, así como danzas felizmente improvisadas por gestorxs, pensadorxs y artistas tramadxs (en) red. Todo ello como ejemplos del gran collage post contemporáneo de un casi-todo cuerpo y su narrativa epistolar, con sujetos y objetos que no conocemos en profundidad, pero existen y, junto a ello, contingencias que aún nos exceden. Esto es algo que se puede transpolar al modo de hacer arte en concordancia con el territorio que nos toca (des)existir como comunidad; un colectivo des-bordado por emociones y reflexiones acerca de problemáticas que están a la altura de la complejidad de la mundología que estamos empezando a descubrir, no solo como cuerpo-mediatizado sino como una identidad en construcción. Creación artística como deporte colectivo y virtualidad como bioma de una performance social de la individualidad: un viejo cuerpo nuevo que tiene mucho más para y por decir.

 

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EGA, encuentro de gestorxs artistas. Gestión y coordinación general: Jimena García Blaya, Valeria Martínez. Colaboración en gestión y contenidos: Virginia Fornillo, Quio Binetti. Diseño gráfico y audiovisual: Victoria Vázquez, Jonatan Kluk. Producción ejecutiva: Beli Rotela, Manuela Fraguas. Operación técnica y transmisiones: Alejandro Rotela. Desarrollo de contenidos: Magdalena Casanova, Melisa Cañas, Victoria Alcala, Marina Amestoy Martínez, Virginia Fornillo, Natalia Martirena, Giselle Slavutzky, Guiomar Peñafort. Organiza: FIDE -festival internacional de danza emergente- Produce: Café Müller Territorios

 

Bibliografía

Bourriaud, Nicolás (2009). “Tratado de navegación” en Radicante, Adriana Hidalgo, Buenos Aires.

Laddaga, Reynaldo (2006). “Redes y culturas de las artes”, en Estética de la emergencia, Adriana Hidalgo, Buenos Aires.

 

*Todas las imágenes son capturas de pantalla del encuentro virtual del EGA tomadas por la autora.

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Acerca de:

Marina Julieta Amestoy

Es Licenciada en Crítica de Artes en la UNA. En el 2019 presentó su tesis sobre La retórica de la pose en el Vogue Femme. Tiene formación en danza contemporánea. Participó del voluntariado “De UNA”, a cargo de la Doctora Sofía Vasallo, coordinando actividades de danza-teatro para distintos Centros de Día de CABA. Actualmente, escribe críticas sobre danza y cine para la Revista Varda.

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