LOÏE. 06

Un renombrar performativo que sacude la historia

Sobre Bailarina de Papel de Victoria Alcala

16 de julio de 2020
Disponible en:
Español

Una bailarina de papel, dirigida por Victoria Alcala. Interpretación y realización: Victoria Alcala, Silvina Biondi, Luz Tripiana. Asistencia general: Virginia Medici. Ciclo virtual de Danza y Palabra De Boca en Boca, vía Instagram @elsabato.areadanza y @maquinadeismos. Preestreno y conversatorio: 14 de junio.

Iris Scaccheri: rastrear su nombre nos remite a aquellos tiempos de efervescencia de la danza moderna en Argentina, a una marea de influencias múltiples y cruces interdisciplinarios, o a su paso por el Instituto Torcuato Di Tella en un contexto de ebullición artística y cultural inédita hasta el momento. O tal vez, Iris Scaccheri nos haga pensar en Carmina Burana, o en los retratos que en algún momento le realizó Sara Facio o Susana Thénon… Al menos, en un primer acercamiento, esto es lo que podríamos reconstruir a partir de la cantidad de discursos que hacen al relato histórico. Pero ¿por qué elegí estos datos y no otros? ¿Qué conocemos, qué queda afuera de la historia? Datos, fechas, lugares, nombres… ¿Rastreables dónde, en qué textos, en qué archivo, con cuánta dificultad? ¿Por qué es esta la información que estoy recuperando para empezar a hablar sobre Iris Scaccheri? Y principalmente, ¿por qué seguir pensando la historia desde los “hechos” y no desde los afectos?

Estas y otras preguntas se abren a partir de Una bailarina de papel, una forma poética de acercarnos a Iris Scaccheri, a su obra y a su tiempo. Es un proyecto que, en la revisión de las sombras de una identidad, le da luz a una forma especial de remitirse a ella y a su historia, jugando con la plasticidad de la palabra, la imagen y el movimiento. Hasta el momento, se trata de tres videopoemas inspirados por las obras “La Masa”, “El hoyo” y “Para Gardel” de la bailarina. Cabe destacar que la situación de pandemia impidió el estreno físico de Una bailarina de papel, pero sin embargo hubo una adaptación a las (im)posibilidades actuales. El domingo 14 de junio de 2020 se publicaron en Instagram los tres videopoemas a modo de preestreno, además de realizarse un conversatorio en vivo por la misma red social. Para quienes quieran conocer este proyecto, todo el material sigue disponible en las cuentas @elsabato.areadanza y @maquinadeismos.

 

 

Como otras influencias de la danza, indudablemente Iris Scaccheri dejó una huella en los cuerpos que pasaron por sus enseñanzas y en quienes pudieron verla en escena. Pero para quienes ejercemos la práctica de la inconformidad, y sobre todo para quienes por una cuestión generacional no la conocimos, su nombre parece engendrar una ausencia, un vacío, un bache, una insuficiencia.

Pero ¿de qué ausencia se trata? En primer lugar, podríamos pensar, de palabras: las que le dan existencia a lo nombrado o las que ofician como antídoto contra el olvido. Por eso las de Victoria Alcala (la directora de este proyecto), me interpelaron especialmente. En el trailer de Una bailarina de papel, su voz en off confiesa que quiere nombrar a Iris Scaccheri hasta el hartazgo, a sabiendas de que eso implica mover los hilos a veces (muchas) tiesos de la historia.

A ese respecto, creo que no hay olvidos ingenuos. Entender el relato histórico como una serie de tensiones dentro de un campo de disputas de poder es el motor para preguntarse por lo recordable, lo decible, lo archivable y lo echado al olvido. Así, toda re-pregunta por el pasado implica una toma de consciencia del presente, con sus propias lógicas de saber y poder con respecto a la historia. Por eso, poner en cuestión el estatuto de completitud indiscutible de la historia es un acto político.

Cuerpos que nombran, muestran, sustituyen, citan, parafrasean. Una bailarina de papel deja entrever que las palabras y las danzas se vuelven una forma de poner en jaque el relato histórico único y estático. El archivo, la palabra y la danza se entrecruzan en un tratamiento del gesto, del fragmento corporal, de la voz, las luces y las sombras como formas posibles de nombrar a un cuerpo-otro, a una danza tan paradójicamente irrecuperable como recuperable. La superposición del material de archivo con las imágenes y voces del presente deviene en operatoria crítico-poética frente a esta posición respecto de la historia, desde la inconformidad del presente.

 

 

Lejos de la búsqueda por abarcar la totalidad de la historia de una identidad, Una bailarina de papel hurga en la construcción de la memoria desde la palabra y la danza como dotadoras de existencia. Con todo lo que nombrar y re-nombrar implica de performativo, con todo el movimiento que eso genera.

Y como si los cuerpos no dejaran huellas, como si no fueran a trazar afectos e historia, la danza es acusada de nacer y morir en el mismo instante en que sucede, de llevar consigo un fantasma melancólico, como diría Lepecki. Es peligroso, entonces, resguardarse en lo “efímero” de la danza para justificar que ese es el motivo de ser echada al olvido. Y en ese lugar también hay una disputa de poder: cuando faltan las palabras, son los cuerpos los que deben ir a buscar estrategias de la memoria.

Una bailarina de papel recupera una parte de historia de la danza desde el cuerpo evocador y la poesía, encarna sin nostalgia, sin la arista de la pérdida impresa allí. Porque ¿es la danza lo que se pierde? ¿No será que, en la historia de la danza, lo que se pierden son las palabras que la evocan? ¿Por qué seguir pensando en términos de pérdida y no de transformación?  Al fin y al cabo, se trata de darle vida a lo que se nombra, de darle palabras a lo que se danza, y todas las relaciones allí posibles.

En lo que a esto respecta, y a esta altura de la postmodernidad, no creo que sea cuestión de buscar la veracidad o no de los relatos que ya existen, sino de embarcarse en la búsqueda de otras formas de contar, de otros cuerpos que mostrar, de otras identidades por rescatar: las olvidadas, las contrahegemónicas, las que una y otra vez quedaron por fuera de lo nombrable o las que desde el presente merecen volver a emerger.

Renombrar es sacudir la historia.

 

 

*Las imágenes que acompañan este texto son capturas de pantalla de la plataforma en donde se estrenaron (IG: @elsabato.areadanza).

Acerca de:

Melisa Alzugaray

Es Licenciada en Crítica de Artes, mención Danza (Universidad Nacional de las Artes, Buenos Aires). Forma parte del grupo de investigación “Danza-tec: escrituras e inscripciones del cuerpo tecnológico en múltiples soportes y escenas” que dirige Silvina Szperling en el marco del Instituto de Investigación en Arte y Crítica. Además, se dedica al estudio de diversas artes escénicas y del movimiento.

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