Conversación como conjuro es una colaboración entre Claudia Mel y Nilda Rosemberg. Se enuncia como práctica artística, herramienta política y estrategia pedagógica. Generamos piezas performáticas centradas en la política de hacer con otrx y en hospedar la improvisación.
Nos encontramos en 2019 en el contexto del Dispositivo de Investigación Demolición/Construcción en el Taller Zona Imaginaria (ON/ZI) becado por el Fondo Nacional de las Artes con el objetivo de investigar procesos de creación. Fue en ese ámbito que empezamos a improvisar cuerpo a cuerpo y probar acciones a dos voces. Pusimos el foco en el entre dos, con y en el espacio entre una y otra, en el vaivén, en lo que de tanto ir y venir se consolida como una tercera posición que ya no pertenece a ninguna. Nos concentramos en afinar la escucha de aquello que sigue reverberando más allá de las intenciones voluntarias. Compartimos preguntas, ensayos y pruebas. Dejamos hacer a los cuerpos.
De ese intercambio fue emergiendo una conversación. Teníamos planes y proyectamos piezas juntas. El 20 de marzo de 2020, por medio del Decreto 297/2020, se estableció la medida de Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO), apenas ocho días después de que la Organización Mundial de la Salud confirmara que se trataba de una pandemia. La pandemia interrumpe el contacto cuerpo a cuerpo, que era una premisa en este trabajo juntas. La comunicación quedó mediatizada. Reconfiguramos las premisas y nos asumimos como cuerpos aislados atravesados por la virtualidad. Decidimos usar los protocolos de pandemia como marco restrictivo para crear.
La palabra conversación viene del latín conversatio y está formada del prefijo con- (reunión), el verbo versare (girar, cambiar, dar muchas vueltas) y el sufijo -tio (acción y efecto)
#Hashtag
Como modo de prevención de posibles contagios de covid y tristeza, empezamos a probar conjuros y gualichos en modo virtual, remoto y a distancia.
Nos encontrábamos atravesadas por discursos imperativos constantes que tomaban el primer plano en el paisaje visual y sonoro envolvente, donde las medidas de cuidado y control estaban sintetizadas en palabras sueltas en forma de hashtag. El símbolo numeral usado sin espacio antes de una palabra era empleado para reiterar órdenes y disposiciones de manera rápida y contundente.
#protocolo #distanciasocial #alcoholengel #tapabocas #higiene #aislamiento #controlsocial #nuevanormalidad. Estas marcas definen comportamientos y reglas de convivencia. Usamos estos hashtags como consignas de trabajo.
Inventamos procedimientos. Hicimos una cuenta conjunta en Instagram que llamanos @conversacioncomoconjuro. A través de este formato, jugamos, nos preguntamos y nos respondimos con uno y otro material: sonidos, voces, lecturas, fotos, videos… Durante meses nos enviamos audios, mensajes escritos, tuvimos reuniones virtuales, también probamos la telepatía. Invocamos el mundo táctil ahora proscrito. Nos enviamos píxeles y bits, emergentes de nuestros cuerpos encerrados en las casas. Imágenes pobres, al decir de Steyerl, archivos con baja densidad de información electrónica diseñados para una rápida circulación a través de las redes, para ir del tacto del teclado al ojo clavado en el visor en la pantalla, entre dedos que se deslizan por la superficie lisa del “touch” en pantallas individuales. Entre el cuerpo vivo y el cuerpo incorpóreo en la pantalla, en la información que viaja en el algoritmo, entre dedos y ojos, de un cuerpo a otro, entre real y virtual. Conscientes de que todos los mensajes producen “contenido” en pixels y bytes, circulamos archivos de imágenes como trazados electrónicos y establecimos relaciones pixelares. Viajaron voces convertidas en bits entrando por el micrófono y saliendo por el parlante de un whatsapp al otro. Exhortamos a las nuevas disciplinas del tacto, apelamos a la porosidad de la piel y los abrazos. También probamos fórmulas para quitarnos el empacho de virtualidad. La tecnología tomó un rol necesario en nuestras vidas, encontramos a través de ella la posibilidad de construir más allá del aislamiento. Había una energía que necesitábamos mover, circular y compartir. Probamos formas de hacer texto, de tejer comunidad. Dejar rastros de nuestra existencia.
#Gualicho
Gualicho es la segunda pieza audiovisual que realizamos en tiempos de pandemia.
Elegimos el formato de collage para entrelazar y subvertir los fragmentos que cada una iba produciendo desde su hogar. Tal como se enuncia en una de las placas que compartimos desde nuestro instagram, nos encontramos en medio de conversaciones empezadas, entre fragmentos de intercambios que se archivan y bucean en los pliegues de la memoria. Aparecen así grabaciones de sonidos, escrituras borrosas, movimientos que interpretan lecturas compartidas. Las capas superpuestas buscan provocar espesor en el espacio plano de la pantalla y las piezas gráficas ofician como hilo conductor, o una coreografía de repertorio. La edición del video funciona como un hilván, lo suficientemente potente para sostener la práctica y lo suficientemente frágil para reconocer el estado de nuestros cuerpos.
Una vez concluida esta pieza, decidimos que el modo de circulación necesariamente tenía que ser un encuentro, un hacer colectivo con otrxs. La forma de consolidar el vínculo estaba ligada a la multiplicidad de relatos, que si bien existe en cada pieza, cobra valor y se expande al hacerlo de modo colectivo y colaborativo. Es por ello que en octubre de ese mismo año (2020) invitamos a artistas-amigxs a una función única en línea que nombramos Interferencias Porosas. Contamos con la participación de Andrea Trotta, Graciela de Olivera, Cecilia Molina y Daniel Lorenzo para una función online de carácter único que quedó registrada aquí:
Luego, la pieza Gualicho participó del 11º Encuentro de Performance del Espacio Umbral, en 2021, en la experiencia colectiva Cuerpo Transparente en el Centro Audiovisual Leonardo Favio y en el ciclo “Archivo CT” en El ParaVirtual, Centro Cultural Virtual, en 2022.
Finalmente, pienso que este proceso que llamamos Conversación como conjuro revela la efectividad de los gualichos. Que un pensamiento es un movimiento y que un movimiento se puede convertir en una práctica y que todo puede ser una excusa para acompañarnos en lo que nos gusta hacer y seguir ensayando versiones.
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Ficha técnica