Los dos últimos números de Loïe. aparecieron en el marco de la emergencia sanitaria que atraviesa el mundo hace ya más de un año. Esta nueva edición no nos encuentra en un contexto mejor; la pandemia no está todavía controlada, a pesar de los esfuerzos por la generación de vacunas y de su distribución -bastante desigual, por cierto- por las diferentes regiones del planeta.
Aquellas dos ediciones, la .06 y la .07, por lo tanto, queriendo o sin querer, por necesidad o coyuntura, no pudieron eludir el tema y, especialmente, no pudieron dejar de lado el motivo puntual de cómo un virus, que afecta una de las funciones más básicas del ser humano (respirar) y una de las herramientas más fundamentales de nuestro trabajo (y de la sociabilidad en general): el contacto físico, obliga a reconfigurar la danza, a repensar sus límites y fronteras, a reflexionar sobre sus estéticas, a inventar nuevos procesos del hacer arte del movimiento, arte del cuerpo.
En la editorial del número .06, justamente, comentamos acerca del dilema del enmudecimiento: el silencio del cuerpo, el silencio de la palabra. ¿Cómo escribir si no se puede bailar? Y, sin embargo, nos respondimos, en ese mismo número, con el reconocimiento de la danza como una actividad esencial y necesaria para nuestra existencia como “lazo simbólico que une nuestros cuerpos” en momentos de emergencia. No es una opción dejar de bailar, no es una opción dejar de escribir. Es decir, hablamos allí de continuidades.
En la editorial .07, nos preguntamos acerca de las utopías como motores del movimiento. ¿Cuál es el futuro de la danza en este contexto incierto? Pero, otra vez, afianzadxs en un grito compartido, afirmamos la íntima relación del arte con nuestra supervivencia y lo defendimos como un derecho cultural urgente. Es decir, hablamos de cambios y de resistencias.
En esta nueva edición, nos encontramos con una reconfiguración discursiva de aquellas problemáticas. Si bien no se abandonaron las preguntas ni mermaron las demandas, hoy la atención está puesta en los nuevos modos de contacto y en que, a pesar de todo, aún seguimos creciendo como comunidad.
En Loïe. 08, Paulo Caldas reflexiona acerca de la importancia del gesto de tomarse de la mano como signo; y en una investigación sobre el rutmanálisis, Salomé Lopes Coelho ratifica el gesto como una variable de análisis prioritaria y en tanto espacio en donde se manifiesta un presente, un pasado y sus pervivencias. Francesca Carol Rolla, en la sección Performance, reivindica la escritura como acto ante la imposibilidad de moverse y se pregunta sobre su propia responsabilidad humana para con lxs otrxs en este estado de excepción; Verónica Cohen relata un proceso de creación grupal en pandemia y los dispositivos que diseñaron para llevarlo adelante. Sarah Ferreira propone nuevas maneras de pensar la curaduría en videodanza; Virginie Combet nos cuenta sobre el Festival Ciné-Corps, un evento de películas sobre la danza y los cuerpos, y las transformaciones que fue sufriendo a lo largo de los años y especialmente en el contexto de la emergencia sanitaria; Silvina Szperling comparte una conversación con Alejandra Ceriani acerca de los desarrollos actuales de la danza-tec; Ximena Monroy nos deja unos apuntes en relación con el Coreocinema; y Mariné Amestoy y Erica Beltramino nos acercan sus miradas críticas sobre el Festival FIBA 2021, una propuesta híbrida de cuerpos aparentemente ausentes y aparentemente presentes.
Pero antes de dejarlxs, queridxs lectorxs tec, con nuestro número actual y sus múltiples propuestas de contacto, queremos hacer un especial comentario final.
Queremos dedicar este número de Loïe. a nuestro maestro y amigo, Oscar Traversa, quien nos deleitó no solo con su columna Cartas desde mi ventana a lo largo de los tres años que lleva andando la revista, sino también con su incondicional apoyo y compañía.
Con gran entusiasmo, O.T. -como lo llamábamos algunxs cariñosamente- aceptó el desafío de llegar a un grupo de lectorxs diferentes -aquéllos del mundo de la danza- que, sin embargo, demostraron estar tan interesadxs en sus caminos de pensamiento como sus lectorxs clásicxs (si no más eruditos, por lo menos más concentrados en las Ciencias Sociales y, por ello, en los aportes que el maestro hizo al campo de la semiótica argentina y, por qué no decirlo, también a la mundial). Así fue como O.T., alivianando su particular estilo de escritura, y sin perder por ello el rigor analítico que lo caracterizó siempre, supo ganarse un nuevo grupo de adeptxs a sus reflexiones sobre la mediatización, el cuerpo, el arte en general, y el del movimiento en particular.
Y porque Oscar fue y será siempre un referente para nosotras (tanto como para toda la comunidad del arte y de la semiótica), un catalizador de preguntas y afectos, un charlador incansable, un generosísimo regalador de conocimiento y confianza, nuestra manera de agradecer y abrazar su trabajo y dedicación para con Loïe. es continuar su columna y transformar ese espacio en un colectivo de investigación. A partir de esta edición, invitaremos a intelectuales e investigadorxs, formadxs y en formación, discípulxs directxs o indirectxs del maestro. Creemos que todxs ellxs tienen mucho que aportar a partir de haber desarrollado una curiosidad por los fenómenos que le dan sentido a nuestro transcurrir en el mundo, curiosidad que en gran parte fue despertada por la inteligencia y la palabra amiga de O.T.
Así, en Cartas desde mi ventana de la edición .08, contaremos con la primera gran colaboración: ni más ni menos que la de Gastón Cingolani, uno de los investigadores que tuvo el privilegio de crecer aprendiendo directamente de Oscar Traversa y Eliseo Verón, y que es hoy Director del Instituto de Investigación y Experimentación en Arte y Crítica (IIEAC – UNA) y Presidente de la Asociación Argentina de Semiótica, además de artífice de otras valiosas actividades académicas.
En esta edición más que especial de las Cartas…, Gastón trae a colación el concepto de Artificación. En esta nota editorial, nos atrevemos nosotras a utilizarlo como una suerte de metáfora, haciendo base en los semas que caracterizan este concepto, y a trasladar su riqueza de sentido al espíritu de lucha y superación que hoy, de a poco, vamos adoptando quienes somos miembros de esta gran comunidad que es la Danza. Adaptabilidad, integración, creación, productividad, comunicación son algunos de los aspectos que hacen a la idea de Artificación y que representan hoy la clase de enfoques que están naciendo del pensamiento de investigadorxs alrededor del globo, dispuestxs a continuar en la búsqueda de modelos que ayuden a comprender y a enriquecer el campo del arte y la cultura contemporáneos, aun -y especialmente- en momentos difíciles.
A Oscar Traversa, entonces, ¡gracias!
Susana Temperley -Directora
Magdalena Casanova -Editora