LOÏE. 10

Ahogadas pulsaciones

29 de April de 2022
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Punto Inflexión, dirigida por Juliana Romeo y Lucila Osso. Intérpretes:Juliana Romeo y Lucila Osso. Música:RAVE de Sam Paganini.Colaboración en guión: Priscilla Regueiro. Producción general: Lucila Osso, Juliana Romeo y Priscilla Regueiro. Asistencia de dirección: Priscilla Regueiro y León Emebé. Producción ejecutiva: Sebastián Mazas, Lucila Osso y Juliana Romeo. Dirección de fotografía y cámara: Juan Manuel Molina. Operador de SteadyCam: Sebastián Miglio. Gaffer: Gal Leal y Sebastián Mazas. Edición: Gal Leal. Posproducción de color: Juan Manuel Molina.Montaje: León Emebé. Vestuario y dirección de arte: Juliana Romeo y Lucila Osso.Maquillaje y estilismo: Constanza Alfaro. Coreografía: Lucila Ossoy Juliana Romeo. Catering y traslados: Fernando Pérez. Realizado en Ciudad Autónoma de Buenos Aires y La Plata, Argentina. Septiembre 2020 – marzo 2021.Fecha de visualización: diciembre 2021.

 

Sensibles a todo volumen, de la cotidianidad a la locura, resuenan los fantasmas de la incertidumbre. En los miedos más profundos atravesamos un espejo, desconocemos nuestra piel, incomoda vernos y asfixia no saber.
Punto Inflexión, paratexto.

 

El XVIII Festival Internacional VideoDanzaBA 2021 nos acerca su programación de noviembre para la cual se ha seleccionado un grupo de obras que actualmente están disponibles en la plataforma online Octubre TV. En el sector llamado VENTANA FESAALP se encuentra la obra Punto Inflexión, videodanza dirigida por Juliana Romeo y Lucila Osso, con música de Sam Paganini, que obtuvo, además, la segunda mención del Premio Videocreación-Videodanza del Festival REC (Festival de Estudiantes de Artes Audiovisuales de Universidades Públicas y Privadas) y fue ganadora del Concurso de Videodanza Encuentros Coreográficos 2021.

Al recorrer las distintas ventanas de la página web, los rostros de las intérpretes no pasan desapercibidos. Sus miradas punzantes y llenas de emoción me capturaron, seducción que se intensificó minuto a minuto a través de la iluminación de sus cuerpos danzantes.

Punto inflexión comienza con una recorrida por los cielos de la Ciudad de Buenos Aires, donde se vislumbran las calles vaciadas y las herméticas ventanas, síntoma de la cuarentena que debió atravesar el país durante 2020. A través de una cerradura, ingresamos a un departamento de los miles que habitan la ciudad para arrojar los dados en el tablero del juego del destino que avecina la tormenta. Con gestos impacientes y ansiosos, comienza la danza.

Vemos movimientos que van aumentando en intensidad como si tuvieran la necesidad de huir del cuerpo, al compás de la música, como si de un thriller se tratara. Los cuerpos se desplazan por los rincones del departamento, volviendo a cada una de sus esquinas y muebles una nueva superficie de contacto; el cuerpo intenta aferrarse a su hábitat; el cuerpo propio, al estar tan solo, comienza a desdibujar sus bordes, la imagen que nos devuelve el espejo se comienza a borronear y cada vez nos reconocemos menos. Se invierte así la experiencia sensorial: ahora se conoce de manera excesiva el entorno, pero comenzamos a perdernos en nosotrxs. Ambos cuerpos conviven, uno se pierde en el otro, es una pelea constante de autorreconocimiento y fuga de sí.

Tras el anhelo del tacto, casi a modo de disociación, los cuerpos buscan nuevas formas sensoriales dentro de la cotidianeidad, aprovechando cada oportunidad que tienen para sentir una conexión con algo. La caliente lluvia de la ducha sobre la espalda, el roce áspero de las sábanas y el camisón suave sobre el cuerpo intensifican sus efectos sobre la desnuda piel. Este nuevo contacto con el propio cuerpo se vuelve la única forma de relación humana.

La música que acompaña al video es una pieza techno que Romeo y Osso descubrieron en una fiesta por Zoom. Se trata de un género musical que apela a un tipo de encuentro nocturno en particular en el que es usual el consumo de sustancias que afectan la percepción del entorno, intensificando las sensaciones corporales, donde los cuerpos se revuelven en éxtasis sinestésico y las ondas sonoras se esparcen como rayos por ellos. Se genera así un entorno envolvente, en donde una marea de gente comparte entre sí diferentes experiencias sensoriales. Pero en Punto Inflexión los rayos quedan atrapados en las paredes de la vivienda, no pueden esparcirse, generan una revolución energética que, de un modo u otro, debe salir. Los cuerpos se retuercen como si tuvieran algo dentro que no puede abandonar la carne que lo contiene, casi como un parásito que los devora por dentro. Como en un contrapunto, las intérpretes se regocijan en un éxtasis similar al de estas fiestas, pero se encuentran solas en los ambientes del departamento.

Así, mediante una mirada perdida y un grito ahogado, los rayos se disipan. Los cuerpos de las intérpretes intentan descargar esa acumulación energética almacenada en su interior. Por un lado, Osso y Romeo recurren a los vicios que se palpan entre las manos y la boca. Bocanadas de humo que, al encender el cigarrillo y sostenerlo entre los dedos, pasan a los pulmones para llenarlos de esa neblina caliente. A esto se le suman la cerveza y el café, ambos líquidos cargados con potencias opuestas. Una adormece el interior, calmando y mezclando las ideas, haciendo que el cuerpo se estrelle entre la blandura de los almohadones. El otro es el antídoto que devuelve la energía, su caliente, amargo y casi ácido sabor pasa por la garganta, aumentando las palpitaciones del quieto corazón.

Estos estímulos no son suficientes. Entonces, los cuerpos, buscando alguna forma de quitarse ese ardor que intenta salir por los poros, comienzan sus íntimas danzas frenéticas. Romeo, sumergida en la música que llega a sus oídos mediante auriculares, se la engulle sola y de manera privada, no dejando que alguien más la oiga: acción cuya consecuencia es que su cuerpo salte entre los muebles y se retuerza entre la dureza de las paredes.

El conocimiento del ambiente aumenta cada sensación en la piel, generando momentos de íntimo erotismo entre las cuatro paredes del cuarto que encapsulan al cuerpo. En contraposición, el colchón que fue refugio para el cuerpo en sus estados más vulnerables y momentos de descanso, ahora se transforma en elemento de descarga violenta, cuando recibe los golpes del guante de boxeo.

Finalmente, el pie descalzo logra escapar para encontrarse con las afiladas y frías veredas que devuelven el aire fresco a sus pulmones apagados. De este modo, el cuerpo vuelve a ser uno, distinto al que comenzó el viaje, pero unido al fin.

***

 

Imágenes: fotogramas de la obra capturados por la autora de la crítica.

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Pilar Alfaro

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