LOÏE. 08

Un encuentro virtual de danza entre Suiza y Argentina

2 de April de 2021
Available on:
Spanish
Available on:

Virtual Crossings, dirigida en colaboración por Gilles Jobin, Edgardo Mercado, Damian Turkieh. Intérpretes Ginebra: Susana Panadès Diaz. Intérpretes Buenos Aires: María Kuhmichel, Mariela Puyol. Artista 3D: Tristan Siodlak. Programador: Pierre-Igor Berthet. Captura de movimiento:  Hugo Cahn, Damián Turkieh, Ariel Azcurra. Diseño sonoro en vivo: Kchi Homeless. Operador técnico de video: Nicolás Salguero. Producción Ginebra: Cía. Gilles Jobin. Producción Buenos Aires: Edgardo Mercado. Producción técnica: Realidad 360° Argentina. El Cultural San Martín, Sarmiento 1551, CABA, Argentina. Función: 28/02/2021.

Este año el festival Internacional de Buenos Aires (FIBA) se autodenominó como un “festival escénico híbrido”: una combinación entre propuestas artísticas “analógicas” que buscaban llegar a un público sin ningún tipo de intermediación tecnológica, y propuestas digitales que lxs artistas habían producido a lo largo del último año como único medio de expresión. Pero esta suerte de hibridismo que se pregonó no solo se observó en los canales de distribución y de contacto con el público, sino que también se pudo advertir en las configuraciones temáticas que las obras propusieron como punto de inflexión e interés. Bajo estos lineamientos, la obra Virtual Crossings fue una de las experiencias elegidas dentro de la programación internacional de la Edición N°14 del FIBA que se pudo apreciar durante el primer fin de semana del festival en El Cultural San Martín.

La obra consistió en una instalación en formato video-performance presencial que reunió a artistas de Ginebra y Buenos Aires. Su rasgo peculiar y distintivo fue la de ser un proyecto en colaboración a distancia, utilizando tecnología de captura de movimiento. Las bailarinas María Kuhmichel y Mariela Puyol, desde una de las salas del Centro Cultural, interactuaron en un espacio virtual y en tiempo real con Susana Panadès Diaz, una bailarina situada en la ciudad de Ginebra. La sección de Suiza estuvo dirigida por Gilles Jobin, creador y director de la compañía que lleva su mismo nombre. Jobin ya había participado del FIBA en el año 2003 con el filme The Moebius Strip (2001), trabajo que se basó en la horizontalidad y en el movimiento perpetuo. Por el lado de Argentina, la dirección estuvo a cargo de Edgardo Mercado, un reconocido director y coreógrafo, profesor titular en la Universidad Nacional de las Artes (UNA), que investiga la interacción entre cuerpo, espacio y tiempo.

Santiago Núñez Bonifacino
Virtual Crossings, de Gilles Jobin, Edgardo Mercado, Damian Turkieh

 

La propuesta artística instaba a que el público transitara por dos espacios interconectados del Cultural a lo largo de un tiempo estimado de 30 minutos. La primera etapa se materializó en la plaza ubicada en la esquina de Paraná y Sarmiento. Allí la instalación de dos pantallas gigantes, separadas por un DJ y sus consolas, invitaban a introducirse en la experiencia. En los primeros minutos se evidenció el trasfondo del proceso creativo. En esta especie de prólogo, se pudo conocer todo lo que de manera usual se encuentra tras bambalinas: los escenarios físicos, lxs técnicxs ultimando detalles, las bailarinas con sus trajes de sensoreo para el registro de movimientos y volumen, la distribución de las cámaras que delimitaban el espacio de desplazamiento, e imágenes de los personajes digitalizados plasmados en pantallas detrás de las bailarinas de carne y hueso. La suma de todos esos elementos dio el pantallazo inicial para que xl espectadxr pudiera comprender de lleno el proceso creativo, y volver más trasparente la técnica de captura de movimientos que, si bien no es nueva, muchos somos ajenos a sus procedimientos.

Al comenzar oficialmente la función, esos seres artificiales o avatares pasaron a primer plano, dejando ocultas todas las cuestiones técnicas. Esas identidades virtuales sin rostro mantenían el contorno y la línea del cuerpo humano, pero en su apariencia interna solo se podían observar formas abstractas y pinceladas de diversos colores. Este recurso estilístico permitió sostener el discernimiento del artificio durante toda la proyección, porque si bien esos avatares reproducían el desplazamiento de las bailarinas, no eran ellas mismas, solo eran reflejo de sus pulsiones artísticas.

El espacio circundante que se observaba en las pantallas también sufrió una transformación. El espacio virtual simulaba una especie de ciudad de fantasía, un espacio donde se podían identificar ciertos rasgos característicos de las ciudades de Ginebra y Buenos Aires, como edificios y monumentos históricos. A partir de esa fusión, se reconfiguró un nuevo espacio que pasó a ser una zona de cruce y unión de dos lugares distantes bajo un mismo tiempo y una misma sintonía de expresión corporal. Los movimientos de las protagonistas, que en un inicio parecían restringidas por el espacio físico delimitado por las lentes de las cámaras, parecieron expandirse en el espacio artificial. Porque lo que el mundo virtual ofrece, aunque sea de manera ilusoria, es un abanico de posibilidades. En otras palabras, la virtualidad nos ofrece las condiciones para que una cosa considerada como imposible exista, ocurra o pueda realizarse, como la multiplicidad de escenarios fantásticos y composiciones de formas y proporciones desmedidas, donde el límite se encuentra en la propia imaginación humana y la tecnología al alcance. En este punto de la experiencia, lxs espectadorxs podían perderse por momentos, inmersxs en ese mundo de ilusión computarizado.

Santiago Núñez Bonifacino
Virtual Crossings, de Gilles Jobin, Edgardo Mercado, Damian Turkieh

 

El segundo emplazamiento que proponía la obra se encontraba ubicado en una sala del primer piso del Cultural. Allí se pudo presenciar la performance de las dos bailarinas argentinas, vestidas con sus trajes especiales, rodeadas de cámaras que registraban su desplazamiento y una pantalla de fondo donde se desarrollaba la versión virtual. Lxs espectadorxs ya no se encontraban frente a una pantalla, como en la primera instancia, sino que estaban frente a una combinación entre lo presencial o “analógico” y lo virtual. Nuevamente una intersección, si se lo piensa con detenimiento, una confluencia entre dos opuestos que parecen complementarse. En definitiva, y como el nombre lo advierte, Virtual Crossings es una obra que propone un cruce entre dos ciudades distantes, también un cruce entre dos tipos de mundos diferentes: uno al que solemos llamar real (el presencial) y uno virtual donde las posibilidades se potencian y se multiplican. Esta posible convivencia entre lo tridimensional y lo bidimensional, facilitado por el uso de la tecnología, es lo que plantea la obra, como alternativa de encuentro, de creación artística, y de subsistencia de la danza ante situaciones críticas como las vividas el último año.

 

 

Links de interés

About:

Erica Beltramino

See this author posts

Other articles
Otros Artículos