La identidad como proceso

3 de April de 2020
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Vernáculos, idea y dirección coreográfica de Lisi Estarás. Contrabajo: Ariel Eberstein. Soundscape: Gabriel Chwojnik. Diseño de luces: Martín Rebello. Escenógrafo: Kirka Marull. Asistente escenográfico: Luciano Di Natale. Vestuarista: Analía Morales. Compañía Nacional de Danza Contemporánea. Dirección: Margarita Fernández. Intérpretes: Bettina Quintá, Candela Rodríguez, Diego Franco, Ernesto Chacón Oribe, Inés Maas, Juan Salvador Giménez Farfán, Juan Pablo González, Leonardo Gatto, Liber Franco, Magalí Del Hoyo, María del Mar Codazzi, Mauro Podesta, Nicolás Miranda, Pablo Fermani, Rafael Peralta, Victoria Delfino, Victoria Hidalgo, Victoria Viberti, Virginia López, Yamila Guillermo, Yésica Alonso. Anfiteatro del Parque Centenario, Leopoldo Marechal 832, CABA, Argentina. Función: 29/02/20.

Corría el año 2007 cuando un grupo de reconocidxs bailarinxs del Ballet Contemporáneo del Teatro General San Martín realiza un reclamo por sus derechos laborales. La decisión de las autoridades del Teatro en relación con este reclamo fue la de desvincular a este grupo de artistas que contaba con más de diez años de experiencia dentro de las filas del Ballet. Con el fin de continuar su desarrollo profesional, y favorecidxs por la dinámica grupal adquirida, seis de esos artistas (Victoria Hidalgo, Bettina Quintá, Wanda Ramírez, Ernesto Chacón Oribe, Pablo Fermani y Jack Syzard) decidieron crear el grupo de danza independiente Nuevos Rumbos, cuyo objetivo sería promover la inclusión de la danza contemporánea en la sociedad como así también darle la oportunidad a la comunidad argentina de expresarse, conmoverse y verse representada a través de este arte. Transcurrido un tiempo, la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación Argentina decide contratarlxs con el fin de integrar e iniciar la Compañía Nacional de Danza Contemporánea (en un principio llamada Compañía de Danza Contemporánea Cultura Nación). La función de presentación del flamante conjunto se realiza el 26 de febrero de 2009 en el Centro Nacional de la Música y la Danza, iniciándose un recorrido muy fructífero que, desde 2016, se encuentra bajo la dirección de la Maestra Margarita Fernández y la subdirección de Lorena Merlino. En 2019, a través de la resolución administrativa 1371/2019, la CNDC queda oficialmente constituida como un Organismo Estable del Estado Nacional. Esto implica la jerarquización del elenco y un reconocimiento al talento y al trabajo constante de bailarinxs, directorxs, productorxs y de todo el equipo que ha hecho posible sus presentaciones, seminarios y presencia en los escenarios argentinos. Desde ya, también significa el tan ansiado respaldo de una plataforma legal y jurídica que pueda darle continuidad más allá de cambios gubernamentales y, en tiempos de planteos y discusiones acerca del reconocimiento por parte del Estado de la especificidad de nuestro trabajo, es un hecho que – como comunidad – debemos celebrar y tomar como puntapié para lograr mayores conquistas.

Guillermo Mata

Parto de este relato con el fin de acercarlo a aquellas personas que lo desconocían o no lo tenían tan presente, sobre todo porque la función de Vernáculos (obra actual de la CNDC) a la que asistí, comenzó con un reclamo por los haberes de los trabajadores del Anfiteatro Eva Perón y una denuncia por el vaciamiento que vienen sufriendo y que implicó que la planta de luces no pueda ser modificada para esta puesta ya que no contaban con el seguro necesario para trabajar en altura. ¿Es posible separar un texto de su contexto? En mi caso, sentado frente a la computadora, pensando sobre qué aspectos desarrollar en este escrito, no fue posible. Gran parte de su lectura y del juego de relaciones que realizo será necesario observarla dentro de esta clave.

Para aquellxs que seguimos y acompañamos a la CNDC desde sus orígenes resulta evidente el proceso de conformación de una identidad propia que atravesaron sus integrantes (en cada una de sus etapas) y la evolución consistente que en este sentido vienen desarrollando. En esta ocasión, la CNDC convocó a la coreógrafa internacional Lisi Estarás para la creación de una nueva obra que se propone “volver al núcleo y reinventar la historia, un relato que cuestiona y renueva nuestro presente”. Dato que cobra cierto peso y relevancia si tenemos en cuenta que es el primer estreno que la CNDC realiza como organismo estable reconocido oficialmente.

El interés de Estarás gira alrededor del tema de la identidad. Nacida en la ciudad de Córdoba en 1971, dejó nuestro país rumbo a Israel cuando tenía 19 años; allí formó parte de la Batsheva Dance Company, luego se mudó a Bélgica, donde comenzó a trabajar con la compañía Ballets C de la B de Alain Platel y a desarrollar -paralelamente- su carrera de coreógrafa. Ingresar a su universo implica exponerse a esta particular mixtura donde el problema de la identidad pareciera estar atravesado por la idea de lo propio y por la lectura y apropiación de lo que viene de otro lado, cuestión que se complejiza si este factor se multiplica por lxs 21 bailarinxs que participan de la obra. Asociando este aspecto a la historia de la CNDC, pienso que en el proceso de construcción de la propia identidad no fue casual ni inocente el pasaje de la denominación de ballet a la de compañía, término más afín (al menos en el inconsciente colectivo) al tipo de búsqueda emprendida, donde no reina la uniformidad sino todo lo contrario. La sensación que tuve al comenzar a ver Vernáculos fue como si se abriera frente a mí una caja de pandora de la cual emergían demonios de todo tipo, cada unx con sus rasgos particulares, con sus personalidades, con su propio tinte (incluso en los momentos de unísonos, donde las particularidades no quedan de lado, sino que incluso cobran mayor relevancia).

Vernáculos condensa una amplia gama de sensaciones, su código expresivo es fuerte, sacude y no deja a nadie indiferente en la complejidad de su construcción espacial y en la mutabilidad de los recorridos físicos y emocionales que plantea. Cuando la vorágine de imágenes se detiene, el cuerpo “se calla” y aparece un texto de Max Frisch que plantea cuestiones referidas al pensamiento sobre el pasado, el futuro, la muerte y la existencia. De estos cruces, resultan paisajes por momentos abrumadores, por momentos perturbadores y, a la vez, sumamente poéticos, donde los comportamientos que conducen al movimiento priman por sobre la idea de una coreografía descriptible y ordenada (que, cabe aclarar, no es que no la haya). La multiplicidad y simultaneidad de eventos que esta obra presenta la hace inabarcable, pero, a la vez, otorga a lxs espectadorxs la posibilidad de lanzarse a una suerte de marea en la que no queda otra opción más que dejarse ir. Si bien lo vernáculo remite a lo propio del país o región, por ende, a elementos que tienen una existencia anterior a la nuestra, tengo la certeza y celebro que, en este caso, ese mirar hacia atrás trae consigo la posibilidad de aventurarnos a fantasear acerca del promisorio futuro que este nuevo organismo estable se anima a construir.

 

*Fotos: Fotos: Guillermo Mata, gentileza CNDC.

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Mauro Cacciatore

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