Lugares entre la basura y la eternidad

La compañía cuerpoequipaje completó la trilogía Antes con su última pieza escénica “La casa”, que se adhiere a las predecesoras “Concierto para equipaje” y “África, sueño de un viaje olvidado”.  Se trata de un proyecto de investigación y creación artística que acaeció en tres obras coreográficas, todas dirigidas por Tatiana Sandoval.

En primer lugar, abre la función “Concierto para equipaje”: una evocación al director y dramaturgo polaco Tadeusz Kantor propuesta a modo de homenaje. Tres cajas de cartón de distintos tamaños se vuelven habitadas por tres performers en una escena despojada. Estas cajas animadas no son ya ni simples personas ni tampoco meras cajas. Se encuentran en el umbral del que hablaba Kantor, en el que se ubican los objetos artísticos: a mitad de camino entre la basura y la eternidad.

Patricia Ackerman

Durante el homenaje, estas cajas-performers llevan sus propios objetos. Un violín y dos valijas rescatadas de algún contenedor de basura, o mismo de un ático donde el polvo le ganó al sol, traen la carga simbólica de sus orígenes. Valijas con aires de viaje, de peripecias, de “estar de paso” o de empezar de cero nos dicen “abrochen sus cinturones” que el viaje comenzó.

Las tres piezas constituyen un viaje onírico, de inmersión en un mundo surrealista configurado fuertemente por objetos. Vemos las cajas desplegarse y convertirse en una cortina donde se proyecta un video-mapping mientras la performer que lleva el violín continúa musicalizando la escena. La rutina sonora es continua y se estructura a partir de la experimentación, compuesta y dirigida por Cecilia Candia, que oscila entre frotar, pulsar y percutir las cuerdas del instrumento.

Los objetos van mutando orgánicamente de una pieza a otra, como también los vestuarios y escenografías. Esta continuidad no lineal es abierta, ya que lo que permanece se va modificando en escena, y da cuenta de un proceso: una realidad que se compone y se transforma constantemente a lo largo de la obra. Lo que primero fue un violín luego pasó a ser una máscara, lo que percibíamos como cajas devino en una pantalla; y así cada objeto y cuerpo va adoptando nuevos roles y utilidades.

Estos aspectos se extienden también a “La casa”. Objetos como tablas de planchar, ropa, bolsas de lavandería, ventanas y marcos van construyendo un espacio habitable a medida que ingresan al escenario cargados por las performers -que ya dejaron de ser cajas-. El paso de una misma materia por distintas posibilidades de expresión amplía el estatuto de lo que la cosa es a lo que el performer quiera que sea. Es como en la infancia: lxs niñxs pueden convertir un pedazo de algodón en una nube, sólo hace falta poner a funcionar la imaginación y hacer que los objetos reconfiguren su utilidad.

Patricia Ackerman

El arte, como los sueños y la infancia, construye a partir de la imaginación. Imaginar es, como su término lo indica, poner en imagen, engendrar una posible imagen, ver como si. Se puede imaginar en la memoria con elementos del pasado como también en la creación dando lugar a una significación nueva. Antes lleva la imaginación a la escena al transformar un viaje en una memoria, una obra en un sueño, un violín en una máscara, una caja en una pantalla… Un lugar donde los objetos son imaginados y nos convocan a imaginarlos desde otros lugares.