Hacia una danza sin platonismos

Sobre "Competencia Experimental" en 7ma Edición Festival Constante

14 de diciembre de 2021
Disponible en:
Español

Experimental 7ma edición. Idea y dirección general: Juan Jesús Guiraldi. Producción General: Movimiento Constante, Juan Jesús Guiraldi, Florencia Ciucci. Curaduría: Mauro Sebastián Cacciatore, Juan Jesús Guiraldi. Dirección de Arte: Florencia Ciucci. Diseño Gráfico: LIMA. Prensa y difusión: Magdalena Casanova. Equipo Juradxs: @ognoh@jesus_guiraldi, Fiorella Alvarez. Host/MC: @ayeramirez85  y @matiasibanezz. Músicos en vivo: LEPUS – @santiagopalavecino2 @alefalces @paulaapalavecino. Función: sábado 27/11, a partir de las 16h, Paseo de las Artes, CABA, Av. Don Pedro de Mendoza 650.

Extendido en el espacio, mi cuerpo experimenta sensaciones y al mismo tiempo ejecuta movimientos.
Henri Bergson, Materia y memoria, 1896.

 

Desplegar estados emocionales también es danzar. Desarmar(se) en fragmentos mientras bailamos supone una experiencia redundada por estructuras (orgánicas) internas que, al asomar, transforman lo espeso en ligero y lo inasible en materia. Es, en este espacio sin zona precisa ni lugar en concreto, donde el cuerpo encuentra el terreno en el que formalizar su electricidad, rubores, oscuridad, odas y lamentos.

La competencia Experimental asume el rol, desde el 2013, de ser un allí-ahí-acá donde poner a rolar la experiencia de ser en, con, a través del movimiento para dar de lleno con unx, nosotrxs y la otredad.

Hiperestesia, devenir y evolución

Desde hace siglos se piensa y define la danza como una revelación o hecho artístico en la/el que se asiste a la fusión entre cuerpo y esencia; idea y materia, creación y remedo, y así, más contrastes y analogías posibles, encarnadas en (un) alguien que baila o “simplemente” se mueve. Esta pregunta que se impone acerca del cuándo hay danza o movimiento es algo que aún nos rodea, sitia y asedia. Un (¿absurdo?) dualismo sobre el que seguimos rumiando desde el primer agenciamiento de las palabras con la gestión, concreta, de la acción. Devenir implica estar y estar implica moverse. Esta frase que parece una fórmula puede ponerse entre signos de interrogación (como todo) porque, en definitiva, tenemos escasas certezas para la (sobre)abundancia de territorios en disputa, simbólicos o no, acerca del labrantío del cuerpo. Hay algo de esto que la Experimental repone en su alternativa e híbrida propuesta donde es “faro” visible la búsqueda e investigación de la singularidad de cada performer al bailar. Eso o aquello que nos vuelve únicxs cuando hacemos (somos) danza es lo que termina sucediendo frente nuestro, maravilladxs espectadorxs de una práctica que excede la vivencia del hoy. ¿Cómo? Trascendiendo el aquí y ahora, volviéndose elemento en la calandria femoral y en el cuesco mismo del fémur.

foto y edit: Mariné Amestoy

La corporalidad como arte autónomo

En la Experimental, las ilusiones erigidas a partir del cuerpo danzante (re)producen imágenes vivaces, dinámicas y solícitas que vuelven ostensible la concavidad, alma y corazón de cada bailarín. Son sus caderas, piernas, manos y, sobre todo, destrezas las que, al desplegar y ser en-sobre el piso, vuelven “alegoría del gozo” a una tarde de sábado compartida entre música en vivo, silencio, voces de chanters y pistas de canciones que suenan y avivan el fuego interno de todas las ánimas presentes. Lxs maravillosxs, y maravilladxs, juradxs encargadxs de “juzgar” a lxs participantes que se arriman y animan al centro disfrutan con seriedad un ritual, de siete años, que parece una celebración al acontecimiento vivo. Un acontecimiento en el que las danzas pueden transigir un mundo de dominios singulares que logran, con eficacia y precisión, volver cristalino el ardor y arrojo de cada cuerpo y su elemento, música y poética personal trasmutada en colectiva, por unas horas, entre una senda improvisada, atajo o desvío mismo de un espacio desafectado del destino, así como del tiempo.

Escapándole a las formas clásicas de la danza normada, tal vez la Experimental sea eso: el festejo de la forma pura sin binarismos. El gesto como signo de una voluntad (acuciosa) artística, deseosa por pronunciar(se) en emociones sin decodificación.

 

 

*Foto portada y edit: Mariné Amestoy.

Acerca de:

Marina Julieta Amestoy

Es Licenciada en Crítica de Artes en la UNA, escritora, bailarina e investigadora en artes del movimiento, especializada en voguing y cultura ballroom. Actualmente, cursa la Especialización en Producción de Textos Críticos y Difusión Mediática de las Artes (UNA). Forma parte de E.G.A. (www.gestorxsartistas.com.ar ) dentro del equipo de Acción Documental. Escribe en diversos medios nacionales y participa en proyectos de investigación ligados a la danza, la performance y las artes audiovisuales.

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