Queridxs lectorxs tec, llegamos a las 16 ediciones. A través de cada uno de los números que vienen viajando desde el año 2017 hemos tenido el gusto, la suerte y el placer de profundizar en el conocimiento del trabajo de muchxs artistas, productorxs, pensadorxs y gestorxs que dedican su vida a elaborar nuevas formas de concebir y sentir el movimiento; ellxs nos han permitido, de algún modo, involucrarnos en su hacer para seguir haciendo girar la gran rueda del intercambio, del vínculo, del diálogo conjunto.
Este número de Loïe. alberga, como los otros, muchas voces, pero esta vez, por sobre todo, quisimos dar lugar a aquellas experiencias que solo pueden ser contadas corporalmente. Esas experiencias de/en/sobre/entre los cuerpos que van conformando una historia, que los van marcando, que van configurando un modo de hacer, una manera de decir y de moverse, y que van construyendo un saber nutrido a lo largo de los años. Vivencias que, al igual que las que provoca el aprendizaje que nace en el instante mismo de un despliegue performático (tanto desde la escena como desde la expectación estética), devienen en faros de muchas otras prácticas por venir, y dejan huellas, a su vez, en otros cuerpos.
Así, por un lado, Loïe. 16 aloja artistas que con maestría y persistencia abrieron caminos para ser continuados por otrxs, que participaron en la transformación de espacios y lenguajes, que fueron parte del inicio de nuevas estrategias creativas y que, en definitiva, continúan fundando y vigorizando mundos significantes. Pero por otro lado, también queremos compartir algunos de esos espacios o momentos escénicos, quizás no tan anclados en una biografía de peso “histórico” (aún), pero que trabajan con ese rastro sobre los cuerpos, rastros ígneos, señales de las parcas, marcas topográficas, trazos de lazos, regeneraciones tec, maneras de bailar.
En esta edición, hallarán, entonces, como huellas de vidas dedicadas incansablemente al arte, una entrevista a Douglas Rosenberg realizada por Karin Brygger a propósito de su último filme The Sea, en el cual tiempo es un factor fundamental que marca los cuerpos, y la crítica de Mercedes Osswald sobre la reciente video instalación Rocas de Margarita Bali, en la que el mar entra en un juego incansable con los personajes. Pero también encontrarán un trabajo de Alejandra Rondón sobre el Dadá, sus orígenes y sus nuevas activaciones, y de cómo la performance como género artístico puede ponerse en jaque; y un artículo de Laura Chertkoff sobre un suceso tan importante para la historia de la danza argentina como lo fue Danza Abierta en el que la autora trabaja desde un muy interesante ángulo con perspectiva de género sobre la cobertura crítica de los diarios de la época. En la pestaña de “Encuentros” y en la voz de Florencia Galván, compartimos un recorrido por el espacio Casa Parque, dirigido por Ladys González, un sitio cultural en la zona oeste del Gran Buenos Aires creado con el objetivo -tan fundamental- de correr el eje de actividades hacia las periferias del tradicional centro organizador en que se ha convertido CABA y así habilitar otras preguntas, otra circulación, otros pensares, otros vínculos. Erica Beltramino nos abre el juego a Bailarinas Incendiadas, de Luciana Acuña, y a reflexionar acerca de cómo el fuego no solo deja marcas en los cuerpos, sino también en toda la historia de la danza; Mercedes Osswald, por su parte, reflexiona, a partir de Otra comunidad de Iván Haidar, acerca de cómo la multiplicación, la eterna repetición de lo mismo surca nuestra imagen y nuestra carne. En la “Galería”, Ana Forlano piensa sobre el límite difuso y misterioso entre los cuerpos y los espacios. En “Lecturas sugeridas” proponemos un viaje por La práctica de improvisación en la danza contemporánea de Buenos Aires en donde María José Rubín y Claudia Groesman nos invitan a reflexionar sobre cómo una práctica puede generar transformaciones en el modo de pensar un lenguaje escénico. Paula Matthews, en su texto Videodança e possíveis diálogos contra o Antropoceno/Capitaloceno, reflexiona acerca de cómo la videodanza puede ser una herramienta para luchar contra una era que propone una destrucción ecológica del mundo y una visión pesimista sobre una posible reorientación de las energías creadoras. Finalmente, Susana Temperley comparte un trabajo de investigación en donde discurre sobre las “danzas macabras” y de cómo una práctica social se convierte en un género que recorre los tiempos y a través de la cual se autodocumenta una “cultura de la muerte”.
Esta multiplicidad de trazas y trazos que compartimos y hacemos circular en esta edición (y en las otras) es la razón por la cual también nosotras, como revista, podemos experimentar un camino particular, el de ser mediadoras de prácticas y de marcas de/en/sobre/entre cuerpos (y palabras).
No nos queda más que agradecer a lxs colaboradorxs de este número y a aquéllxs que han participado de los anteriores, así como también a nuestrxs fieles lectorxs por confiar, una vez más, en Loïe. como instrumento para continuar conociendo, transitando sendas de acción y pensamiento y para seguir girando y dejando huella.
Bienvenidxs a Loïe. 16. Nos leemos…
Susana Temperley -Directora
Magdalena Casanova -Editora