LOÏE. 14

El videoarte como trinchera

Entrevista a Graciela Taquini

12 de abril de 2024
Disponible en:
Español
¡Haced Rizoma y no raíz, no plantéis nunca! ¡No sembréis, horadad! ¡No seáis uno ni múltiple, sed multiplicidades! ¡Haced la línea, no el punto!
Gilles Deleuze, Rizoma, 1977.

 

Buenos Aires, Almagro, 2 de Marzo de 2024.

Una ventana hacia el principio

Voy a entrevistar a Graciela Taquini, tiene 82 años y más de 35 de trayectoria. Su casa queda en Almagro, conozco bien la zona, llego a la hora exacta y toco el timbre. Todo acaba de comenzar, o empezó antes, cuando tuve el placer de contactarla para entrevistarme con ella. Al recibirme en su departamento, me invaden los colores nítidos; en ella y en su casa prevalece el azul y la luz, luego el blanco. Su risa es amplia y receptiva, tiene una mujer despierta en la mirada. Me  convida a su hogar y, sin embargo, no dejamos de ser desconocidas, nos encaramamos en esta conversación para dejar de serlo ya que las dos, a nuestra manera, hacemos el ejercicio de escucharnos. Ella abre el archivo desde donde se refleja su manera de ver, yo escucho e hilvano las palabras que nos descubren. Nos juntamos a hablar de Legado, su nuevo proyecto, y entiendo que lo que fue apareciendo en esta conversación lo trascendió. 

Graciela es historiadora, gestora, curadora y artista. Desde 1984 es pionera en el campo del videoarte y referente del arte contemporáneo y los nuevos medios. Produce obra artística desde 1988. Estudió Historia del Arte en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, fue una de las primeras egresadas de la carrera. 

Se acerca al cine a mediados de los setenta a través del trabajo de Jorge Prelorán, quién ejerció mucha influencia en ella, un cineasta que se movía por los márgenes, entre el cine antropológico, la geografía humana, las culturas moribundas y la transculturación. Por ese entonces, Graciela recorre el país mostrando su obra y organizando ciclos de cine con sus películas. Su primera aparición pública fue con El otro prelorán en La manzana de las luces. Destaca la importancia del video debate como lugar de intercambio y de resistencia. En 1984 comienza a trabajar en el Centro Cultural San Martín, donde empieza a programar, a ser jurado y a producir ciclos de obras. 

La vuelta de la democracia -allá por 1983- se vio reflejada en la apertura cultural y la posibilidad de un hacer que había estado contenido, paralizado por el miedo concreto a que te desaparezcan y chau. En ese contexto, Graciela se atrevió a mirar el desafío, a hablar, a tomar una postura y hacerse lugar donde no había espacio. La sociedad argentina venía de la clausura total en la expresión libre, en la aceptación de pensamientos diferentes, en la posibilidad de proyectar un porvenir artístico genuino.

La tarea ha sido sacudir lo fijo, subvertir los lugares, yuxtaponer elementos y lenguajes.

En 1988, presenta Roles, su primer videoarte, pensado para una transmisión monocanal a  color, de 2 minutos 50 segundos de duración. Le da forma en el primer taller de videocreación dictado por John Sturges en la Facultad de Arquitectura Diseño y Urbanismo de la UBA. Es el primer autorretrato performático en la historia del videoarte argentino. Allí, se animó a hablar de identidad en torno a los mandatos de la mujer, a cuestionar la forma de ser nombrada, a invertir la angulación de la cámara, a crear desde un ejercicio y a yuxtaponer la performance con el audiovisual. Desde sus comienzos, se posicionó en una perspectiva de género. En ese tiempo, hacerlo era tomar una actitud vanguardista, y aún hoy vivencia su propio cuerpo como revolución. Tan revolucionado que, sin ir más lejos, en el año 2023, participa de un taller guiado por Marie Bardet. 

En el año 2012, le entregan el premio Konex de platino en la Categoría Videoarte, y en 2014, el Gran Premio Adquisición del Salón Nacional de Artes Visuales en la categoría Nuevos Soportes e Instalaciones por la obra Destino, que es lo que le permite subsistir en este momento y transitar su madurez con dignidad. A partir de este galardón, realiza un racconto de su obra, un catálogo precioso, acompañado de una muestra “espectacular”, Grata con otros, en el Centro Cultural Recoleta, y que lleva luego a Montevideo, Uruguay. ¿Qué tipo de interlocutor imaginé cuando decidí entrar en relación con este lenguaje artístico? ¿Atraso o adelanto?, son las preguntas que atraviesan esta primera retrospectiva. Ella se considera pionera por un lado y por otro se extraña al concebirse como artista.

En el 2017, filma su primer largometraje, La obra secreta, sobre La casa curutchet de Le Corbusier, un trabajo producido por Gastón Duprat y Mariano Cohn, con el apoyo del INCAA. Esta película es un encargo en el que logra instalar su toque personal, aunque la idea no haya sido suya. Esta situación le permite comenzar a pensar en su hacer, en lo propio de su arte, y así surge su último trabajo, Legado.

Legado es un proyecto cultural independiente y autogestivo, concebido en pandemia. A través de un ARCHIVO VIVO en constante construcción, rescata, pone en valor, investiga, interpreta y difunde expresiones del campo del audiovisual experimental y las artes tecnológicas. Es, por un lado, una plataforma abierta a la comunidad que desarrolla propuestas teóricas, curatoriales, artísticas, educativas, sociales y de divulgación, y, por otro lado, es también un libro, publicado a finales del año 2023, que aborda problemáticas del arte contemporáneo en relación con el video experimental, el cuerpo, las redes tecnológicas de comunicación, etc. Legado (el libro)* reúne los resultados de un primer acercamiento al ARCHIVO VIVO, con perspectiva de género y en base a ejes temáticos surgidos de conversaciones e intereses comunes entre cada autora y Graciela Taquini, como una invitación abierta a poner en diálogo las obras entre sí y en asociación con otras prácticas artísticas, lecturas y experiencias personales. 

Se trata de un trabajo colaborativo, multidisciplinario y rizomático. El legado que funde a la mujer y a la obra en un mismo devenir resulta de la pregunta por lo que Graciela tiene y por lo que hizo, recorre su historia artística. 

Con todo, y sin ánimos de negar la retrospectiva, resulta muy interesante que el legado implica una mirada de futuro, en tanto propone un archivo en movimiento, y en tanto utiliza la tecnología digital como espacio de supervivencia del presente. Es decir, estar alerta a las inmediaciones. Graciela Taquini cuenta que esta obra es el reflejo de un territorio en donde convergen la reunión, los acuerdos, el método artístico y la mirada profesional sobre algunos temas fundamentales del arte contemporáneo. Legado es un recorrido de agenciamientos y de pasos en el hacer. 

Pienso que la danza es una cámara viva.

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Comencé a trabajar en 1984 en el Centro cultural San Martín como curadora y programando ciclos de videoarte, en ese entonces habían comenzado a retornar al país, luego del exilio, grandes artistas argentinos.

Graciela se define profesionalmente como curadora, y esta denominación es clave ya que por ese entonces el ámbito del cine y del videoarte era un entorno mayormente masculino. Sin embargo, también destaca que el primer videoarte que se conserva lo realizó una mujer y que, a partir del año 2000, la edición digital se transforma en una tendencia que van a tomar muchas otras mujeres de diversos campos del hacer artístico y no artístico, como la arquitectura o la danza. Sin ir más lejos, Margarita Bali fue quien realizó el primer mapping en la historia del video argentino.

¿Cuál es la relación del videoarte con la danza? En Legado aparecen, en diversas ocasiones, referencias al movimiento como lenguaje artístico.

Pienso que la danza es una cámara viva, que rompe la cuarta pared y brinda la posibilidad de los planos, la cámara no acompaña una danza sino que la genera. La novedad con este lenguaje es que el video permite una angulación inédita para el espectador, rompe el tableau danse porque muestra un ángulo que el ojo no permite, ni tampoco la forma tradicional de ver teatro, es decir, en una única dirección. La cámara desafía al ojo, y el videoarte lo multiplica en una forma íntima y cercana de mirar y de componer. 

Por ejemplo, cuando realicé mi primera obra de videoarte, Roles, yo aparecía en posición fetal. En ese momento pensé en un retrato. Mientras yacía ahí, me filmaban mis compañeros de taller, jugando con los distintos planos. Del espacio de alrededor recibía los nombres con los que había sido nombrada alguna vez. Luego, intercalé fotos de mi vida para poder crear un autorretrato. Lo hicimos con un editor Mate para trabajar la imagen con una música que había sido emblemática de mis quince años, Only You. Algo de la intuición funcionó también y utilicé  todos estos elementos para crear la performance. Primero fue la acción, luego la performance como apelación al espectador. 

De alguna manera, lo que plantea el videoarte es una dirección móvil. Es una postura muy contemporánea que ha puesto en movimiento todos aquellos espacios que tenían, al menos, un elemento inmóvil. La tarea ha sido sacudir lo fijo, subvertir los lugares, yuxtaponer elementos y lenguajes. Dejar que lo estático pueda ser una elección y no una forma rígida, predeterminada, del hacer.

Experimentar las combinaciones posibles y mostrar la experiencia. Como quien abre una ventana a la grieta, la fractura por donde se cuela una mirada. 

Mover la escena del espectador, o viceversa, traer al espectador dentro de la escena, en cualquier sentido posible. La polisemia es un modo actual para concebir el mundo y las prácticas artísticas.

¿Lo filmaste vos?

Yo soy una artista conceptual. La pregunta que hacés me parece fundamental porque en ese entonces existía el prejuicio de que para ser considerado un artista plástico era necesario que uno hiciera las cosas con sus manos. La gran revolución que produce el audiovisual es que el director de cine no hace todo.

¿Qué es lo que más te interesó y te interesa del videoarte?

El videoarte en los ochenta era un bastión contra el cine de Hollywood, era y todavía sigue siendo una herramienta de creación no ligada a los estereotipos negativos. Yo creo que es una trinchera, un lugar de resistencia muy accesible. Cuando comencé, no estaba tan a mano, pero ahora es una herramienta muy cercana, fácil. Me interesa porque es próximo y no necesitás una distribuidora para mostrar tu obra. Por supuesto, en medio de la accesibilidad, es importante tener una idea. El videoarte no usa los modelos hegemónicos y es un instrumento de militancia social que está mayormente dedicado a poéticas de la identidad y de la autorreflexión.

En este momento, en el libro, hablo de “audiovisual experimental”, ya que el videoarte es un elemento de creación polifónico, democrático, cuya forma de realización permite que sea un instrumento muy cercano, y no obstante, precisa cierta formación específica, no podés hacer cualquier cosa. 

¿Creés que el soporte es determinante para pensar en lo que querés mostrar como artista?

No se trata de un soporte, es un lenguaje que permite explorar. Mi producción va desde el video monocanal hasta formas del arte expandidas.

¿Me contás cuáles son las características del video monocanal y a qué te referís con “formas del arte expandidas”?

El video monocanal es un video que empieza y termina, que requiere una sola pantalla. En cambio, si tenés más de una pantalla, la obra se expande y puede ser interactiva, el video se puede usar como elemento de diálogo. Nan June Paik inventa el video expandido, en ese momento, era algo muy caro de realizar, hoy es mucho más accesible, hay programas que te permiten poner un video monocanal tras otro. De todos modos, como curadora, lo más importante es que tenés que tener un criterio para organizar el sentido de lo que se ve, para que lo que se está mostrando tenga cierto ritmo. Una video instalación, por ejemplo, es siempre no monocanal, tenés que tener en cuenta cómo la pieza puede ser percibida: una cosa es hacer el video y otra cosa es como lo exhibís. La importancia está en sorprender al espectador, darle elementos para estar alerta. 

¿Qué hice yo? ¿Qué tengo yo? Una casa llena de archivos, videos, papeles, libros, todo esto que yo tengo y sé, tengo que legarlo, transmitirlo.

Volviendo a Legado, ¿cómo comenzaste a pensar el proyecto?, ¿qué querías transmitir?

En 2019, mi productora, Marcela Andino, me dijo: Graciela, tenés que hacer algo propio. Entonces, llegué a mi departamento, pequeño, este mismo, y me pregunté: ¿Qué hice yo? ¿Qué tengo yo? Una casa llena de archivos, videos, papeles, libros, todo esto que yo tengo y sé, tengo que legarlo, transmitirlo.

El 14 de noviembre de 2023 presenté Legado, que desde un punto de vista iconográfico e iconológico comprende un libro de artista y una plataforma digital. Un trabajo de tres años que realicé junto a once mujeres amigas, multidisciplinarias, supercapaces, realizadoras, diseñadoras, investigadoras, artistas. Formamos un grupo en marzo de 2020 y luego se declaró la pandemia. Así fue, confinadas, que empezamos a trabajar, a pensar. A mí, como historiadora del arte, me interesó siempre el método de investigación de Warburg, más bien orientado a ejes temáticos, palabras clave, búsqueda de sentido. No quería hacer una historia del videoarte pero, en cambio, sí pensé en trabajar de manera curatorial solo algunos de los temas que la atraviesan. Definimos, entonces, poner las obras en relación con las operaciones del arte contemporáneo, y el audiovisual experimental en clave de género. Decidimos que los trabajos abordados serían hechos por mujeres, lesbianas, trans, y artistas que se percibieran como mujeres. Nos dividimos los temas. Con Fabiana Gallego trabajamos la identidad y las críticas del yo. Mariela Yeregui se ocupó del cuerpo, y Gabriela Larrañaga trabajó el eje temático de los vínculos.

Uno de nuestros principales objetivos fue construir un CORPUS dinámico que incorpore producciones de distintas épocas, desde obras iniciales hasta trabajos recientes. Lxs artistas no necesariamente provienen de los nuevos medios, sus formaciones son amplias y diversas. Si bien hay una fuerte impronta audiovisual, nos nutrimos de fuentes desprejuiciadas y des jerarquizadas. De esa manera estamos concibiendo UN ARCHIVO VIVO en constante mutación y crecimiento. En paralelo se crea la PLATAFORMA virtual legado.ar. A finales de 2022 nos presentamos en sociedad con las primeras conclusiones de nuestros trabajos de producción, divulgación, edición, diseño e investigación, que incluyen los resultados de una encuesta en desarrollo. (Taquini, Graciela, Legado, 2023)

Me interesa el lugar del cuerpo en el arte como la manera posible de dar inscripción a las intensidades, y sus movimientos con la palabra. ¿Cuál es, para vos, la importancia del cuerpo en el arte contemporáneo?

En el capítulo escrito por Mariela Yeregui que se llama “Soy una mujer, soy una persona, soy una atención, soy un cuerpo mirando por la ventana”, ella habla del lugar del cuerpo de la mujer en relación con lo fragmentario, con la muerte como finalidad silenciosa de lo abyecto de los cuerpos. Para abordar esta temática Mariela trabaja con varias obras de videoarte cuyas protagonistas y realizadoras son mujeres que desdoblan y fragmentan el sentido, aborda el cuerpo como una abyección.

El cuerpo es el pliegue. Y, al mismo tiempo, el pliegue de los cuerpos (de los cuerpos enredados) es el intersticio de la abyección. Y la sangre drena incesantemente, enchastra la imagen. En definitiva, se trata de cuerpos abyectos en su máxima expresión.(…) Son cuerpos incomprensibles y, como tales, abyectos. Fundamentalmente, su abyección reposa en sus fronteras indiscernibles. Kristeva refiere a la ruptura de las fronteras: lo que no respeta posiciones ni reglas, lo intermedio, lo ambiguo, lo compuesto. En el enredo, la infección entre la vida y la muerte por la pérdida de los bordes es la situación por excelencia. La maraña es el continente privilegiado de la abyección.
(…) Porque, como señala Octavio Paz (1969), hablamos a través del cuerpo y convertimos el lenguaje en cuerpo. La naturaleza performativa del cuerpo no es más que su propio fin trágico: el cuerpo se mueve hacia la muerte. La afirmación del cuerpo contiene el germen de su propia destrucción: el movimiento del cuerpo es un camino de ida hacia el no cuerpo. En este movimiento hacia su dimensión negativa, el cuerpo articula el lenguaje. Hacer un cuerpo, crearlo, es también llevarlo a la muerte. Si la forma es el cuerpo en acto –sostendría Aristóteles–, entonces hacer cuerpos es hacer formas, y hacer formas es hacer presente algo que, hasta el momento, aún no tuvo lugar. Así, el acto de crear siempre ocurre cuando no hay forma. Y esa forma, si es cuerpo, lleva en sí el brote de su propio desenlace. (Yeregui Mariela. 2023. Legado.“Soy una mujer, soy una persona, soy una atención, soy un cuerpo mirando por la ventana”)

Como en los años sesenta en los Happenings, el lugar del cuerpo es primordial: apelar al cuerpo, ponerlo en juego, exponerlo o, como dice Mariela, “un cuerpo abyecto puesto afuera”. La performance es fundamental para entender la videodanza, cuya expresión en el videoarte coloca al cuerpo en movimiento y sus intuiciones en el centro de la escena. 

Un cuerpo en acción, una danza performática es un cuerpo en diálogo con otros elementos, una danza expandida en oposición a los cuerpos propuestos por las redes que están en diálogo con corporalidades preparadas para un ser como ausente. Hay una gran urgencia de devolver al cuerpo su lugar en el espacio, de ocuparlo.

En otro capítulo de Legado que se llama “Dar la cara, poner el cuerpo”, trabajamos, con Fabiana Gallegos, el concepto de “rostrocidad”. Analizamos un film de cine mudo, La pasión de Juana de Arco, donde, por primera vez, se utiliza el primerísimo primer plano durante el juicio. Pensamos en el autorretrato y desarmamos la idea de que la cara es el reflejo del alma. Fabiana realizó un trabajo increíble indagando sobre su cara, fue pidiendo a través de las redes -instagram, principalmente- que personas de todo el mundo enviaran sus retratos si se encontraban parecidas a ella. Lo fantástico fue que llegaron imágenes de todas las edades y razas, y lo interesante fue observar que todos somos tan parecidos, ciertamente. La idea de un yo colectivo se hace presente.

El territorio de mi obra es el ciberespacio, y es posible por la accesibilidad que genera internet sin limitación geográfica; se podría pensar como arte posinternet, porque de cierta manera va un poco más allá del net.art. Todo esto se conjuga con un contexto de efervescencia de redes sociales y selfies (…) una sobrerrepresentación de los rostros que tiene una fuerte carga sobre el anonimato y el narcisismo a la vez, como también el aislamiento y la subjetividad de las personas. Me interesaba investigar sobre cómo se articula una subjetividad difuminada en ese entramado de capas. (Gallego Fabiana, Taquini Graciela, Legado, ”Dar la cara, poner el cuerpo. Diálogo apócrifo sobre la autorrepresentación entre Fabiana Gallegos y Graciela Taquini”, 2023)

¿Y hacia el futuro? ¿Qué hay después del legado?

Hay algunos temas de inteŕes para seguir desarrollando todavía en la misma línea de investigación, como el trabajo con el sonido, la música y el video juego, queremos expandir el espectro de abordaje.  

En las redes, estuve trabajando también en la cuestión etárea con frases del tipo  ABUELA TU ABUELA, una obra conceptual en el marco de una campaña de concientización en las redes sociales sobre un feminismo (humanismo) etáreo: https://www.instagram.com/p/CFPUuNfAtQ6

En este momento, estoy investigando sobre esta frase como obra: QUEREMOS BOTIS CON INTELIGENCIA EMOCIONAL.

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Quien tengo enfrente es una mujer cercana que observa con el presente y lo reúne multiplicando miradas en la entrega, en la transmisión. Legado, como archivo vivo, trabaja en el futuro, sigue en construcción en tanto requiere un movimiento hacia atrás a partir de la pregunta por lo que ha hecho Graciela en su trayectoria en términos de apertura y circulación. 

La retrospectiva refiere también al inicio. El libro analiza esa primera obra, Roles, ese lugar original que fue semilla de una rizomática y actual manera de concebir el arte. Como una síntesis de vida y de hacer, Graciela señala su casa de la infancia, indicando un ciclo vital, de comienzos, duraciones y destinos: “De esa ventana se ve la casa donde nací, la casa de mi infancia, cuando ví eso, aunque tenía plata para un departamento de tres ambientes, dije, es una señal y me quedé acá, es una historia circular. Me encanta mi casa”.

Índice de Legado (2023)

 

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*LEGADO.ar: producción, edición y diseño: Marcela Andino, Romina Flores, Silvana Spadaccini y Graciela Taquini

*Imagen portada: Toia Bonino (captura de pantalla de Legado.ar).

 

 

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Acerca de:

Mercedes Osswald

Mercedes Osswald. Intérprete-creadora en artes del movimiento. Investiga en la escritura y sus alcances somáticos. Licenciatura en Artes del Movimiento con Mención en Danza en la UNA. Profesora de Castellano, Latín y Literatura, egresada del Instituto Superior del Profesorado, Dr. Joaquín V. González. Especialista en la enseñanza de “Escritura y Literatura para la escuela secundaria”, Nuestra Escuela. Sus principales intereses, actualmente, están orientados a investigar los puentes entre la palabra y el cuerpo, específicamente en la escritura como marca de un cuerpo y sus posibilidades sensibles de íntima expresión.

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