Loïe. presenta el trabajo de Ricardo Rodríguez Gómez, artista cubano nacido en Guanabacoa en 1970, quien vive y trabaja en la isla.
Ricardo es un artista multifacético, fotógrafo de formación y profesión. Siempre se ha sentido atraído por la danza y el trabajo con el cuerpo, de una manera dedicada y muy empática. Su acercamiento al registro de importantes compañías de danza cubanas, así como a la videodanza a través del Festival DV Danza Habana, ha desarrollado una fuerte impronta personal en su trabajo con el color, pero sobre todo, una actitud de cámara actuante y bailante que se deja atravesar por la energía de lxs bailarines en movimiento.
A lo largo de los años, Rodríguez Gómez ha ido desarrollando su trabajo en video-arte de un corte observacional, casi meditativo, el cual ha expuesto en numerosas ocasiones en La Habana y otras ciudades cubanas, así como en ciudades europeas, tales como Almagro (España) y Niza (Francia), conquistando numerosos premios.
En esta oportunidad, la FOTOGALERÍA de Loïe. presenta su performance Penitencia II, la cual es parte del Proyecto Labores y Deberes, que fuera presentado en la sección Detrás del Muro de la 12ª Bienal de la Habana (2015).
Ricardo utiliza su propio cabello para realizar piezas con la técnica tradicional de bordado a Lausi. Para ello, debe cortar su cabello, el cual se convierte en una ofrenda cuyo altar es el mítico (y real) malecón de La Habana.
Y es allí donde la postal que hemos visto miles de veces como símbolo de paseo turístico, fortaleza anti colonial, disputa ideológica, bloqueo económico y tantas otras interpretaciones según pasan los años, según rote (o no) la geopolítica internacional y cuál sea nuestra posición en un determinado momento específico, es allí cuando ese Malecón, esa Rambla, esa Costanera que divide puede también comunicar entre sí a las personas que transitan esa avenida fronteriza, y ese acto logra proyectar esa acción performática allende los mares.
Esa ofrenda, cuasi sacrificio del cabello, del cuerpo, de la carne del artista se expande en mil partículas a través de esos pañuelos y otras “comisiones” que le solicitan a Ricardo lxs cubanxs que caminan ese famoso Malecón p’arriba y p’abajo.
Declaración del artista:
“Esta pieza consiste en un proceso que comenzó con la recolección del cabello que perdía naturalmente luego de dejarlo crecer y cuidarlo durante casi treinta años.
Decidí que este preciado cabello no debía desaparecer y merecía ser conservado, utilizado en una acción que me permitiera entregarlo como especie de ofrenda a otras personas como antes lo hicieron los nazareos a Dios en acto de purificación.
Esta acción fue concebida como un bordado a Lausi en pañuelos: un objeto funcional de uso común asociado con actos sensibles e íntimos, asimilable en la mayoría de las personas, un objeto considerado como signo de la “simple vida cotidiana” y que entregaré como un desprendimiento de un valor guardado, traspasado sobre el pañuelo, a otro valor deseado en un acto público que nos permitiera ser percibidos como constructos referenciales de posibles relaciones o interacciones entre los seres humanos…
Para convertir mi cabello en un abundante material de bordado, en un lugar público realicé su corte total y luego el bordado de algunos pañuelos con la imagen, símbolo, nombre o frase que las personas solicitaron como un recuerdo a conservar eternamente.”