LOÏE. 17

Retazos de la memoria

Sobre "Un tiempo parecido a este", dirigida por Valentín Caringella

14 de noviembre de 2025
Disponible en:
Español

Un tiempo parecido a este. Dirección: Valentín Caringella.Coreografía e interpretación: Valentín Caringella y Vic Maurizi. Asistencia técnica y de dirección: Vic Maurizi. Creación y diseño sonoro: José María Smink. Diseño de iluminación: Caro García Ugrin. Asesoramiento artístico: Ana Gurbanov. Poema: Mariano Blatt – La Casa Encendida Radio. Fundación Cazadores, Villarroel 1438, CABA. Función: Viernes 22 de agosto, a las 21.30 h.

Foto principal: Ana Rodríguez Baños

La casa en la vida del hombre suplanta contingencias, multiplica sus consejos de continuidad. Sin ella el hombre sería un ser disperso. Lo sostiene a través de las tormentas del cielo y de las tormentas de la vida. Es cuerpo y alma. Es el primer mundo del ser humano. Antes de ser «lanzado al mundo» como dicen los metafísicos rápidos, el hombre es depositado en la cuna de la casa. Y siempre, en nuestros sueños, la casa es una gran cuna.
Gastón Bachelartd, La poética del espacio.

 

Este viernes de agosto camino por Buenos Aires, es temprano y dejo que el tiempo me lleve hacia otras contemplaciones. Hace mucho frío, uno profundo, que cala hasta los huesos. Fundación Cazadores se ha transformado en un espacio familiar donde ir a ver danza, un lugar amable e íntimo que se instaló como propulsor de la escena porteña de danza contemporánea. Un tiempo parecido a este se presenta allí. Es una obra creada por artistas de la UNA, gestada allí, en el ámbito universitario, y que fue ganadora del premio a mejor performance en FAUNA 2025 (Festival de Artes de la Universidad Nacional de las Artes, evento que se realiza todos los años y que contiene creaciones artísticas de estudiantes de todos los departamentos).

Pienso en la experiencia del recuerdo, la obra me hace imaginar que la memoria es una manera de atravesar el tiempo.

En un rincón sagrado de la intimidad, la luz cálida de la habitación cae sobre un muchacho que se arrincona en un cuarto vacío. Aislado, va deslizándose por la pared del fondo, acomodando el sonido de la guitarra, entre rasgueos y punteos. Como si te derritieras, como metiéndote dentro de la guitarra acústica que se te va haciendo cuerpo poco a poco en la cabeza, confundiendo tu cara con un ser de otras imaginaciones, heteromorfo.

Ana Rodríguez Baños

Pienso en el juego como un espacio de tiempo y acción dentro del cual fantaseamos que el mundo se transforma. El porvenir es de arcilla, y en el tiempo de la infancia las tardes cobran la vida que quisieras darle. Mientras entonás acordes en la noche, ralentizás el lugar lentamente, como si pudieras habitar el vacío que pronto vas a poblar con tus fantasías. El espacio es un cuarto sin muebles, un pie de micrófono que espera en soledad las palabras de un poema fragmentado.

Tu cuerpo cae con las botas puestas, en la cabeza, una guitarra intenta erguirse, avanza entre traspiés hasta llegar a acomodar un hueso sobre otro, apilarse, humanizado con boca de hombre y pies de malambo.

La palabra se presenta cuando la boca se abre. Dice fragmentos que se arman y desarman, se repiten, hablan del sueño de una vaca que recuerda al hombre en sus impresiones de pastura. Se desfasa la realidad, entra el sueño y una tarde apacible, una esquina y unos chicos. Un recuerdo de la niñez, probablemente traído desde un lejano sitio de la memoria hasta el presente, donde él ocupa el espacio con un ritmo de taconazos que son indicio de la danza que se aproxima.

¿O es el hombre quien le cuenta sus visiones a una vaca que se desliza en un lento discurrir de pastura y la tarde acaecida de sol, a la vera del camino? El tiempo del campo parece ser el del letargo del tiempo.

La danza crece en tipos de movimientos, cada vez más amplios y expansivos. El bailarín se despliega con toda su destreza. Piernas y brazos se mueven en un arco amplio de acción, ocupando todo el espacio. Me llama la atención cómo un único intérprete puede abarcar toda la escena con una potencia expansiva.

La obra explora la intimidad de la presencia. Del vacío se levanta el polvo, de la tierra imaginada, universos posibles. Los relatos son esquirlas de papelitos y fotografías diseminadas en la atmósfera.

¿Una reconstrucción de los días de campo en su juego del tiempo?

¿Qué podemos hacer con los recuerdos?

Podemos hacer la historia, la que se reitera en la memoria, hecha de imagen y palabras. En este juego de los fragmentos se vislumbra la construcción de un relato que se compone de posibles combinaciones, como la propia historia. Podemos darle un sentido a los retazos fragmentarios que componen la memoria y acuden al instante presente sin un orden de sucesión, emergen de palabras, recuerdos que nos constituyen.

¿Cómo se construye una historia?

Ana Rodríguez Baños

La escena se puebla de imágenes yuxtapuestas, pegadas con pedacitos de papel escritos con birome azul. Aparecen y se repiten junto a una niñez y unos hombres que seguramente tengas en el cuerpo, mientras vas haciendo del gesto de cada niño en el cartón de la foto proyectada una actualización tuya interpretando el recuerdo.

En primer lugar, agarrar partecitas de lo que nos contaron, luego, mirar las fotos viejas, con ese orden del recuerdo, el de las interrupciones del ahora sin narrativa sucesiva y en vínculo constante con la experiencia que sacude el momento presente. Finalmente, situarse en la imagen del recuerdo hasta quedar imbuído de campo, en un pendular de hamaca, que asciende y desciende rasante sobre la extensa llanura, con el amarillo del trigo o el naranja de la caída del sol. El territorio  propone un horizonte inacabable, en lontananza, la fantasía circunda. Vos, atravesado de hierbajos con el cuerpo proyectado de hojas. La mesa donde encontraste los recuerdos regresa para dar un cierre a este vaivén, tomar un recuerdo que está guardado en el cuerpo y hacerlo juego de realidad, como en los tiempos pequeños.

 

Yo jugaba a los juegos del terror cuando era niña, y el cuarto se volvía noche del bosque.

La vorágine de las imágenes reconstruye lo inexacto de la memoria y trasunta el tiempo. Los retazos se arman y se compaginan con velocidad dislocada dentro de la obra. Así se presentan el cuerpo del performer y el corpus visual en un des-orden exhibido en la pared del fondo, entre palabras, fotos y performatividad.

Las percepciones que pueblan la soledad se alimentan de las recurrencias, como deícticos de una historia potencial.

Así como una noche tu cuerpo muta en un cuerpo-botas/ hombre-cabeza de guitarra, también una mente se puebla de campo, papelitos superpuestos indicando un relato posible en la repetición y en la insistencia. ¿Y el presente? ¿Quién está captando algo de todo lo que la historia produce en vos?

La hamaca va y viene, se aproxima vertiginosamente al suelo de hojarasca de tonos amarillos y verdes, asciende el movimiento pendular, y luego de la suspensión, comienza a caer nuevamente con la velocidad de lo que se aleja y se acerca… y nuevamente se aleja.

Una mesa con las fotos, los papelitos escritos de una evocación, pedacitos de una identidad que precisabas rescatar.

Ana Rodríguez Baños

 

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Acerca de:

Mercedes Osswald

Mercedes Osswald. Intérprete-creadora en artes del movimiento. Investiga en la escritura y sus alcances somáticos. Licenciada en Artes del Movimiento con Mención en Danza en la UNA. Profesora nacional de Castellano, Latín y Literatura, egresada del Instituto Superior del Profesorado, Dr. Joaquín V. González. Especialista en la enseñanza de “Escritura y Literatura para la escuela secundaria”, Nuestra Escuela. Diplomada en comunicación de la instituciones educativas, UCES, 2024. Maestranda en investigación en artes, UNA, 2024. Intérprete y creadora en Danza, Performance y Literatura.Sus principales intereses, actualmente, están orientados a investigar territorios de imbricación y afección artística para palabra y cuerpo, específicamente en la escritura como marca de un cuerpo y sus posibilidades sensibles de íntima expresión.

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