FICCE 2020. Creaciones en proceso, dirigida/ producida por Ladys Gonzalez, Wanda López Trelles. Programadorxs FICCE: Valeria Pertovt, Wanda López Trelles y Ladys Gonzalez. Invidadxs: Silvina Szperling, Leslie Kalmar Stokoe, Sebastián (nieto de Patricia Stokoe), Soledad Velasco, Nadia Rabotnikof. Virtual/Online, plataforma Youtube, CABA. Transmisión en vivo: 19:00 hs 22/09/20.
«¿Existe un buen modo de categorizar los cuerpos? ¿Qué nos dicen las categorías? Las categorías nos dicen más sobre la necesidad de categorizar los cuerpos que sobre los cuerpos mismos”.
Judith Butler, Violencia de Estado, guerra, resistencia. Por una nueva política de la izquierda, 2008.
“Lo que hoy nos sostiene es esta red vincular que pasa por nuestras neuronas, tendones, coxofemoral; en definitiva, por toda nuestra interioridad donde circula esta energía que no tiene nada de abstracta y sabe contenernos”, dice Silvina Szperling hacia el final de la presentación de su proyecto documental Pat & Deb, el viento de los vikingos, basado en el trabajo de Patricia Stokoe, fundadora de la expresión corporal (EC). La EC es un lenguaje que fue revolucionario en su planteo y que abrió la posibilidad al mundo de la danza conocido hasta ese momento, para desplegar su universo con movimientos “simples” y transmutarlo en uno (otro) nuevo, para (re)crear un espacio donde sentirse a gusto con la propia e intransferible humanidad que re-conocemos en nuestra corporalidad circulante y espíritu andariego.
Encontrar en la danza el goce es, tal vez, uno de los más destacables aportes de Patricia, que supo hacer bailar a toda una generación desde los años sesenta/setenta hasta el presente, continuando su legado en nuevas y estrenadas descendencias, desde estudios de barrio hasta programas que incluyen esta disciplina en sus currículas académicas. Lo que Stokoe creó estuvo intencionado, sin dudas, por el disfrute, por la necesidad de decir, con todo lo que al cuerpo respecta, lo que se siente, se piensa y desea, poniendo en acción las ideas y/o pensamientos. Una tarea traccionada a base de pasión y emoción con un formato singular en el contexto (modo) de un ser en comunidad, encontrando el sentido en cuerpos que, al conectarse, achican la brecha entre sus mundos, desarmando islas de estilos, géneros y diferencias. Como dice Silvina en otro de los momentos de la charla del FICCE, “la comunidad de la danza tenía una deuda con Patricia” y ahí estuvo Szperling, junto con Déborah y Leslie Kalmar (ambas hijas de Stokoe) encontrando, en esta película en proceso, su manera de devolverle algo de (todo) lo que nos dio. Mientras hablan entre ellxs, perdemos la noción del tiempo, con la palabra a modo de timón del barco donde están todxs, incluyéndonos, navegando por los cielos (suelos) en la historia del cómo fue (es) posible este documental, que cumple cuatro años de “ser pensado” y dos de ser tejido orgánico con corazón de celuloide.
De pronto, y no tanto, se detiene la conversación unos segundos para mostrar el tráiler. Expectación mucha, tanta como ojos mirando a la pantalla (o eso imaginamos). En primerísimo plano se ve un piso, inconfundiblemente de madera, que invita a un momento de evocación de anécdotas, a la ocasión (misma) de recuerdo. Unos pies como raíces de plantas en un desierto (que no es) caminan sobre él, figurando con sus pasos una inusitada urbe forjada en un casi-todo-de-silencio y movimientos acompasándolo, a este sosiego, de puro orden poético en tono azul-vibrante. Las palabras, pocas, hacen al relato de una casa con espíritu de patio, voz de calle y “vikingos vientos” que, re-soplando, traen el pasado hasta este (extraño) presente. La emotividad de los planos mostrados vuelve sol(es) a las pupilas que miran con detenimiento, queriendo encontrarse en ese cuerpo comunitario, como idea de códice o preámbulo de carácter universal para compartir ese viaje en el tiempo con la fuerza que da el plural en ese «estar siendo» todxs juntxs y a la vez.
Quedan resonando, en zoom, algunas frases y oraciones que completan la obra en proceso de Silvina, Leslie y Deborah: “El estudio de Patricia como refugio en años tan difíciles como los setenta”, o también, “como ‘figura de la supervivencia’”, “la danza libre como acto subversivo en esos tiempos” y, tal como Valeria Pertov aporta a modo (y no) de cierre, “cuán necesaria se vuelve la tarea de activar la memoria sensible para construir relatos que partan desde ahí y sean en función de la comunidad”. Y este trabajo, tal como la expresión corporal propone, logra con la energía de un cuerpo en (aparente) aislamiento, conectado a otro y éste, a su vez, a otros (miles) más, un entramado de políticas y poéticas de la resistencia, ya no como narrativa personal sino como parte de un plural impuesto con el peso de la historia como vientre de y para un todos con equis o e, con sed por nacer para ser colectivamente.
Y como quien salta de charco en charca o, en este caso, de un tema a otro (y no), saltamos también a la presentación del tráiler de Cross-dreamers de Soledad Velazco y Nadia Rabotnikof. Un documental que comenzó a rodarse en 2018 y que ahora se encuentra en proceso de montaje y edición. La temática que aborda el documental es desconocida para la mayoría (al menos para quienes pertenecen al mundo “heteronormativo”), pero cercano a una de las tantas narrativas de minorías que, como toda disidencia, resistieron durante décadas en las más escondidas y recónditas sombras. El crossdressing, cuenta la joven directora del film, es “similar a un movimiento pendular”, es decir, es como un tránsito entre el género masculino y femenino que experimenta un cuerpo:
Comprender el género como una categoría histórica es aceptar que el género, entendido como una forma cultural de configurar el cuerpo, está abierto a su continua reforma, y que la ‘anatomía’ y el ‘sexo’ no existen sin un marco cultural.[1]
Valeria continúa explicando que “las chicas cross” no sienten la necesidad de anclarse en determinada clasificación y/o definición de índole o identidad sexual en la que se las intenta abordar. De todos modos, no anclarse constituye una clasificación (supuesta o no) desconocida, tal vez, pero no totalmente, y es ese el lugar donde eligen estar para cambiar el soy por el estoy siendo, para disfrutar en la medida de lo estrictamente posible (lamentablemente, aún) el proceso por el que van atravesando. Claro que no es fácil, ni tampoco lo son las historias que narran en primera persona las crossdressers (“Soy como un árbol al que le cayó un rayo y partió a la mitad. Sus dos partes siguen creciendo, pero, cuando crecen, sus partes se alejan cada vez más”), ni lo que plantea el documental en torno a la investigación y a cómo fueron involucrándose en la problemática Soledad y Nadia, a través de una narración que abunda en planos que crean un clima tan particular como lo es la temática. Hay un “algo” de inquietud in crescendo que el tráiler muestra, una persistente y necesaria incomodidad como herramienta indispensable para entender el mundo, con toda la complejidad que tiene o está teniendo. Hay una nota de (no) color en todo esto que proviene de los gritos, de un otrora agudo silencio, que tiene la fuerza para hacer mover, hasta estallar, las convenciones que ya no son. Estas obras portan en su quehacer, cual cometido intencionado o no, la capacidad de transformación.
Crossdreamers (nos) muestra y presenta distintas formas de vida y cómo de ellas se (des)prenden nuevas posibilidades de una vieja urdimbre para habitar distintas especificidades que tienen todo por narrar. Y ya no en función de unxs pocxs, sino a través de una imprescindible visibilidad de minorías que no necesitan ser abrazadxs, ni aceptadxs, ni bienvenidxs sino, sobre todo, integradxs a un espacio en común, con lo que hasta hoy se considera como el común o lo mal llamado “normal». No hay tal cosa, no existe; la vivencia del cuerpo es un acto de constante transformación, de género en movimiento. A partir de (todo) esto conformamos nuestra propia manera de ser cuerpo “promovida desde la libertad y la política de los deseos”, como dice Wanda López Trelles, una de las directoras del FICCE, una manera de habilitar el concepto de un “yo soy” creando un contexto más sensible y cándido para quienes tienen la decisión (valentía) de “salirse de la norma”.
“Estoy siendo, estamos siendo, estar siendo” es un designio firme y real para lograr cambiar, derribar, caducos paradigmas que dejan fuera a tantxs miles de destinos (trágicos, incluso) y así poder abrir la circulación de este tipo de propuestas desde distintos lenguajes artísticos, operando como medio (audiovisual, dancístico o performático) para hacer y serlo.
Luego de este conversatorio, de los nueve que hubo en el FICCE, quedan algunas cosas medianamente claras. Aquí una de ellas: la corporalidad es un todo de preguntas, con (casi) nada de respuestas, o la mayoría aún por responderse. Así como, sabemos, termina una historia y comienza otra, distinta solo en apariencia, del mismo modo pasa con la piel, pantorrillas, codos, gemelos y labios. Jean-Luc Nancy, en 58 indicios sobre el cuerpo, Extensión del alma, dice:
El cuerpo es como un puro espíritu: se contiene por entero a sí mismo y en sí mismo, en un sol o punto. Si se rompe este punto, el cuerpo muere. Es un punto situado entre los dos ojos, entre las costillas, en el medio del hígado, todo alrededor del cráneo, en plena arteria femoral, y aún en muchos otros puntos. El cuerpo es una colección de espíritus. (La Cebra, 2007)
La performatividad de la identidad nos lleva a la afirmación de un “todos somos cuerpo” a pesar de las diferencias que, por lo visto, no configuran una verdadera barrera, ni frontera (menos) como para una separación que ya “está cayendo” desde hace un tiempo y se proyecta a futuro como nuevas, y ahora sí, bienvenidas vivencias.
*Las imágenes que acompañan este texto son capturas de pantalla de las diversas plataformas en donde se desarrollaron las actividades.
[i] Judith Butler en El género en disputa: el feminismo y la subversión de la identidad, Routledge, 1990.