LOÏE. 17

Hacer poesía con lo que cae y la importancia de nombrarlo

14 de November de 2025
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La entrevista como conversación. Pienso en esta posibilidad al registrar el encuentro con Edgardo Mercado. Me gustaría plasmar algo que fue más allá de las palabras, un encuentro donde la oportunidad de nombrar se transformó en ejercicio para encontrar sentidos a los trayectos en los que el artista se encuentra inmerso dentro de una investigación creativa.

Detenerse para nombrar es poner un punto a la narrativa. ¿Y para qué sirven los puntos? Dejan aparecer al otrx en el proceso de lectura y escucha, puntuamos para significar y para dar espacio, para dejar huecos por donde elx otrx pueda colarse. Y al hablar, nos animamos a enunciar y a preguntar para poder darle forma a un pensamiento, a un proyecto. Y escribimos para ofrecer una mirada posible sobre un trabajo.

Dos extraños que se juntan a hablar, a orientar, a buscar y configurar sentidos -café de por medio-, con el ruido de la ciudad y las ansias por lo desconocido. Me acerco a Edgardo para conversar sobre su nuevo proyecto, Poéticas de gravedad, una investigación que reúne la danza con la física poniendo sobre el tapete problemáticas del mundo de la ciencia actual abordadas desde y en el movimiento del cuerpo. Poéticas de gravedad surge a partir de la convocatoria interdisciplinaria Orillas Nuevas donde quedó seleccionado entre otros muchísimos proyectos. Orillas Nuevas es un programa de apoyo a las industrias culturales y creativas, impulsado por el Instituto Francés, que promueve el intercambio cultural entre Francia y otros países a partir del desarrollo de proyectos innovadores, y que incluye artes escénicas, audiovisuales y editoriales. La convocatoria ofreció financiamiento y acompañamiento (talleres, asesoramiento en derechos de autor, etc.) a 31 proyectos seleccionados de entre los casi 1500 presentados en toda Argentina.

 

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Ya en la mesa, nos presentamos brevemente. Realizo algunos chequeos técnicos (estar grabando, por ejemplo), dispongo las hojas que me sirven de guía y, a pesar de la extrañeza que nos provoca el encuentro, nos aventuramos a la charla. Pienso en cómo iniciar el diálogo, y decido comenzar indagando sobre la gravedad y los despliegues del campo semántico que abre el título del proyecto.

Federico Pérez Gelardi

 

Me interesa preguntarte por los anclajes que se establecen y los sentidos que se abren al momento de pensar poéticas de gravedad

Al pensar el término gravedad en español y en francés, surgió la pregunta por su enunciación, porque en inglés es bastante transparente: gravity es una palabra que no precisa de un artículo, pero en francés y en español está el problema del artículo, porque, para hacer referencia a la fuerza de atracción, se dice la gravedad, entonces la elección, al quitar el artículo del título del proyecto, fue la de generar ambigüedad en los anclajes de sentido del nombre. Tampoco sé dónde voy a ir a parar y qué cosas de esos otros sentidos que tiene la palabra gravedad van a aparecer en la pieza, pero me interesa trabajar las diferentes formas en que la percibimos. Germinalmente, el trabajo tuvo que ver con lo que es la gravedad, no tanto pensada como fuerza física o como norma clásica que se utiliza en relación al peso en el movimiento, sino como campo gravitatorio para experimentar las relaciones de espacio-tiempo.

Edgardo Mercado estudió Ciencias Físicas y fue profesor universitario de Matemática durante algún tiempo, pero -cuenta- “hace más de veinte años que me dedico exclusivamente a la danza. Me corrí del lugar del físico para crear desde el cuerpo. Investigo en estos modelos novedosos de gravedad, entendida como campo de fuerza o por medio del problema de la escala, principalmente desde la propiocepción, y utilizo estos presupuestos para interrogar acerca de la posibilidad de una episteme incipiente, a futuro, que pueda sembrar un campo disponible para poder ser abordado por otros”.

Así, para este proyecto, Edgardo se ubica como creador en danza y aborda el problema físico de la escala desde las investigaciones somáticas. Toma distancia de su rol como físico y utiliza esta ciencia como marco epistemológico para su investigación corporal.

Federico Pérez Gelardi

 

En principio, no trabajamos tanto en la praxis efectiva del proyecto, sino en ideas muy básicas. Fue una estrategia de presentación que resultó muy bien, quedando seleccionado junto con otros cuatro proyectos de artes escénicas de los treinta que se eligieron en toda la convocatoria. La interdisciplinariedad y la transdisciplinariedad son factores comunes entre las propuestas presentadas, ya que a todos los proyectos seleccionados los atraviesan elementos por fuera de su especificidad. Yo, por ejemplo, recurro a los que realmente están investigando en el tema “con el último grito de la moda en física”.

El equipo de trabajo convocado para Poéticas de gravedad incluye físicos y astrofísicos como consejeros, a la arquitecta María Auxiliadora Gálvez (especialista en arquitectura somática y Feldenkrais), al diseñador sonoro y compositor Sebastián Rivas (franco-argentino), y a varixs performers que completarán la puesta de la obra a través una convocatoria a realizarse en Buenos Aires. En el proyecto, Edgardo propone trabajar con la noción de “los dos infinitos”, un problema de la física que no puede conciliar la mecánica cuántica  (que se utiliza  para escalas subatómicas), y la relatividad general (que se utiliza para escalas astronómicas), ambas escalas que, comparadas con la humana, parecen infinitamente pequeñas e infinitamente grandes.

En cuanto a la interdisciplinariedad con la que abordás el proyecto me interesa saber cómo pensás el vínculo de la danza, el contexto y la teoría de “los dos infinitos” en concordancia con la actualización del campo gravitatorio.

Desde la danza siempre trabajamos la gravedad en relación con el peso, entonces me pregunté por la posibilidad de ampliar esta relación y expandir el campo hacia otras maneras de pensarla. El proyecto es muy ambicioso y no sé si en esta primera instancia o en esta primera obra saldrá todo lo que vengo investigando, o si podré producir un gran cambio en torno al abordaje de la danza, el peso y la gravedad. Tal vez no lo pueda producir nunca. Me interesa, fundamentalmente, trabajar en el cómo del proceso.

Federico Pérez Gelardi

 

El problema de los dos infinitos es un problema real de la física actual, porque no pueden conciliarse los conceptos de las teorías de la física cuántica y de la relatividad general. Lo que sirve para la física cuántica en tanto escalas subatómicas son ecuaciones que no pueden ser utilizadas para explicar la escala cosmológica de las grandes dimensiones. Aquí se evidencia una brecha que desde hace muchos años se viene investigando y tratando de zanjar entre los físicos, sin todavía poder resolverse o encontrar una aproximación más cercana a una posible solución. Este es el problema que me parece  atractivo desde el punto de vista de lo metafísico y complejo.

En la física cuántica, especialmente cuando se consideran los distintos modos en que aparecen los «infinitos» en las teorías físicas, resulta fundamental comprender la naturaleza probabilística de los fenómenos a escala subatómica, donde los eventos no son deterministas sino regidos por distribuciones de probabilidad.

Otra forma de mencionarlo es como problema de la escala. Los saberes que tenemos a nivel de las ciencias resultan relativamente limitados, justamente porque, dependiendo de la escala, los conocimientos se escapan a nuestra percepción, y no podemos dar cuenta de lo infinitamente pequeño ni de lo infinitamente grande. Entonces, la pregunta que surge como un gran disparador para el trabajo es ¿cómo podemos hacer para percibir eso infinitamente pequeño o eso infinitamente grande? Una forma posible de responder a esa pregunta, dentro de la obra final que proponemos, es a través de la somática.

Cuando te referís a una posible respuesta a través de la somática, ¿es en relación a la arquitectura somática? ¿Específicamente, en qué prácticas estás pensando?

Justamente, la arquitectura somática tiene que ver con diseñar a través de la propiocepción. Auxi Galvéz trabaja en técnicas como el Feldenkrais para poder pensar los espacios de una manera diferente a través de la autopercepción (por eso me interesaba especialmente trabajar con ella). Hay diferentes modelos y corrientes para diseñar, ésta es una de las más actuales. Por ejemplo, Le Corbusier tomaba la medida del hombre, que era el módulo para sus obras. Esta idea va más allá de la medida antropométrica, está más cercana a la propiocepción o la percepción que siente un grupo de personas ante un determinado edificio, un determinado terreno, un determinado ambiente, y es a partir de allí que se construyen percepciones comunes.

Federico Pérez Gelardi

 

Esto sería la práctica de lo pequeño, ¿no? ¿Los micro movimientos como posibilidad de ir de lo más pequeño a lo macro y de esa manera dar cuenta de la problemática conceptual que planteás con los dos infinitos? En este punto, considero muy importante que hablemos de tu formación, ¿por qué es determinante en tus obras, y desde qué lugar te ubicaste en tu carrera multifacética para el proyecto que estás encarando?

Este proyecto, Poéticas de gravedad, de alguna manera, fue como reencontrarme con esa faceta de mi trayectoria en la que me digo: ya no soy un físico, pero traigo conmigo un background que no puedo negar. Siempre me interesó trabajar con estructuras matemáticas, con ideas de la física. En todas mis obras aparece algo de eso, en algunas creaciones, más explícitamente. Por ejemplo, la primera obra que realicé se llamó Tierra de Mandelbrot. Mandelbrot fue un matemático polaco, que desarrolló su carrera en Francia y EEUU, y es quien acuñó el término fractal. En ese trabajo se lee con claridad ese universo matemático, físico, etc. Por otro lado, en el año 2012, realicé una obra para la Universidad Nacional del Litoral, La gravedad de la cosa, en la que abordé el tema de la gravedad desde un trabajo más performático, organizado desde una narrativa ficcional.

En este proyecto nuevo estuviste en contacto con científicos actualizados en las últimas tendencias de la ciencia, ¿qué conocimientos o resultados esperás obtener a través de Poéticas de gravedad a partir del funcionamiento efectivo del proyecto?

Cuando fui a Francia, me comuniqué con instituciones culturales, y también científicas. Estuve y estoy en contacto con científicos de la Universidad París- Jussieu y con gente del Laboratorio de los Dos Infinitos que trabaja específicamente con las ondas gravitacionales. A su vez, me puse en contacto con un argentino que vive allá y que trabaja en gravedad cuántica de bucles, cosas que suenan muy sofisticadas, pero que son las investigaciones de punta. De alguna manera ambiciono que este proyecto me nutra de información.

Entiendo por lo que venimos conversando que lo determinante en esta instancia de tu trabajo es el procedimiento, lo que queda como conocimiento epistemológico es algo que no podemos saber de antemano, y es, precisamente, esa heurística a través de la cual se van creando posibles prácticas y aproximaciones para acercar las brechas de lo que aún no posee respuestas.

Mi deseo es sorprenderme y pasarla bien. El proceso ya me está dando mucho disfrute en sus diferentes etapas. Estuve dos meses en París y me encontré con gente distinta en cada lugar, con  conocimientos y arbitrios diversos en relación con el movimiento.

Federico Pérez Gelardi

 

Los ensayos para Poéticas de Gravedad tendrán lugar en Buenos Aires, y se complementarán con lo que fueron los encuentros y talleres gratuitos que se desarrollaron en diferentes contextos de trabajo científico: en el Observatorio QUBIC[1] (Salta), en el Observatorio Pierre Auger[2] (Malargüe, Mendoza) y en el Centro Atómico Bariloche[3]. Estos centros de investigación ofrecieron un marco para explorar nuevas formas de narración escénica, compartir avances y probar prototipos de dispositivos performativos con intérpretes y públicos de diversas regiones del país.

¿Cómo fue el acercamiento desde la danza en cada uno de los lugares a los que fueron arribando con la propuesta de investigación, Qubic, Pierre Auger y el Centro Atómico Bariloche? Me gustaría que me cuentes acerca de las sensaciones físicas que te fue dejando estar en esos espacios, con esas dimensiones, y cómo abordaste las experiencias en torno al movimiento. Te pregunto por la danza que imaginaste y la que efectivamente sucedió en esos lugares.

Cada uno de los centros de investigación específicos a los que me acerqué ofreció diferentes espacios en los que propuse talleres de exploración del movimiento totalmente gratuitos. En Malargüe, Mendoza, nos invitaron a visitar el observatorio Pierre Auger, allí, brindamos el taller en un espacio que a simple vista era un gran galpón, pero que ciertamente es donde se ensamblan los detectores, “espacio de ensamblaje de detectores”. A nivel de investigación, Pierre Auger es un lugar único en el mundo, allí se hacen los detectores de lo que se llaman las astropartículas, muones, etcétera y consiste en pequeños piletones, distribuidos en una superficie enorme en todo el territorio de Malargüe. En Qubic, Salta, era imposible trabajar en el mismo contexto, ya que está a 5000 metros de altura y hace mucho frío, por eso estuvimos solamente un par de horas. Nuestra visita fue en agosto, entonces aprovechamos para ofrendar a través del ritual de la Pachamama en ese entorno de comunión entre la tierra y el espacio. Allí experimentamos un atisbo de la unión de las cosmogonías con las cosmologías. Luego, nos trasladamos a San Antonio de los Cobres, donde nos dieron un gimnasio enorme, un polideportivo con una cancha de fútbol de pasto sintético para realizar los talleres y probar los prototipos y dispositivos técnicos para la performance que posibilitaran pensar operaciones de un cuerpo suspendido, en torno de la red y el material de los satélites. Por otro lado, en el Centro Atómico Bariloche visitamos diferentes laboratorios, salas limpias en las que todo es hermético dentro de un ambiente controlado, para trabajar con dispositivos y materiales a escala microscópica y nanoscópica, allí conocimos el reactor de potencia cero. Nos dieron un espacio para ensayar dentro de ese contexto.

Cada lugar propuso diferentes experiencias y vivencias. Al taller de exploración de movimiento en San Antonio de los Cobres, por ejemplo, llegó una niña con zapatillas de media punta rosas; su madre la había llevado sin observar que la convocatoria era para mayores de dieciocho años ni que se trataba de una clase de improvisación y no de técnica. Lo interesante fue que la nena estuvo todos los días del taller siendo la primera en llegar. Le pedí que se sacara las zapatillas porque no le iban a servir a los fines de lo que estábamos haciendo. Al terminar, me dijo que se había sentido en una película. Es sorprendente cómo personas que nunca habían tenido contacto con la improvisación  cuentan con una sensibilidad de otro orden para comprender y relacionarse con las pautas, aún más allá de la experiencia que puedan tener.

En los otros lugares pude tener otro tipo de acceso a la improvisación y a la exploración en torno al mundo del movimiento. En Bariloche, encontré mayor formación en tendencias contemporáneas de la danza, técnicas somáticas, contact, etc. En Malargüe, en cambio, no había tanta gente con conocimientos previos en exploración del movimiento, y entonces llevamos algunas personas de la ciudad de Mendoza, y también ocurrió lo mismo en Salta.

Para nosotros, resultaba importante manejar aspectos de la danza en ese contexto. Fue todo un descubrimiento el de los cuerpos, el de otros cuerpos, el de otras formas de nombrar. Es el proceso lo que ya está siendo, en definitiva, algo hermoso.

Me da la sensación de que hay algo más allá en tu proyecto, una búsqueda en torno al conocimiento, a modos de abordaje, a formas de interacción con el contexto. Pienso que la obra sería un punto dentro del proceso. Te pregunto entonces, ¿qué es lo que esperás al finalizar este proyecto, incluso más allá de la obra en sí?

¿Qué es lo que quiero? El objetivo es hacer una obra, pero el proceso tiene derivas, y entre esos desvíos pueden aparecer otras cosas. De lo que sí estoy cierto es de que lo que quiero es sorprenderme. Por ejemplo, la obra Topologías para cuerpos infinitamente inconquistables que hice en 2016 tuvo un proceso con un imaginario similar a Poéticas de Gravedad, en cuanto a la caracterización de performance, había un algo instalativo. Imagino crear un ambiente, pero fantaseo y deseo que me exceda. El camino te va mejorando, el proyecto está vivo y se va transformando, va llevando el proceso por diversas derivas. El trabajo con otros y la materialidad que al principio tenía en la cabeza se enlazaban con la cuestión de la red, y luego comenzó a aparecer como anclaje materiales de la industria satelital.

Me resulta interesante pensar en lo gravitacional, en lo que decanta y lo que flota. También son maneras de hacer el proceso, de realizar la construcción. Entonces, el ideario que tenés en tu cabeza se encuentra con la experiencia, y no es menor el hecho de que gravite alrededor de tus exploraciones que hacen trayecto de este proyecto en el que estás inmerso, grande, complejo y significativo.

Ahora, en esta conversación, estoy poniendo en práctica el poder decirlo. Lo siento como una bisagra donde me quiero quedar investigando, no solamente la obra en sí, sino más allá.

El conocimiento parte de imaginaciones que encuentran materialidades específicas donde producir expresividad. Intentamos nombrar lo que estamos haciendo para que la palabra engendre sus deslizamientos desde la experiencia y hacia el porvenir. Lo más importante es seguir produciendo interés, mantener la inquietud, esa cosquilla que nos sigue interrogando cuando el empeño, las fantasías y el entendimiento están al servicio de seguir abriendo posibilidades. Entonces deja de ser lo prioritario el producto final, y pasa a estar en un primer plano la idea del proceso, y las piezas que de allí se desprenden son puntos en la traza de un devenir. Un proceso no es perfectivo, un trayecto es algo vivo que se enlaza continuamente en lo vital. En este campo gravitacional estamos todos con  todas las contingencias.

Federico Pérez Gelardi

 

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El proyecto Poéticas de Gravedad fue seleccionado en la convocatoria 2024 del programa Orillas Nuevas promovido por el Institut français d’ Argentine cuya implementación se realiza en colaboración con la Fundación Williams y con la participación de la Fundación Medifé. Es una obra que surge del cruce entre el rigor científico y el lenguaje artístico, acercando a públicos de todas las edades y formaciones a los avances e interrogantes de disciplinas como la física, la astronomía y la tecnología. El objetivo es lograr una pieza que permita a los participantes experimentar los efectos del campo gravitatorio. El proyecto cuenta también con el acompañamiento de Fundación Santander Argentina a través del Régimen de Promoción Cultural (Mecenazgo) del Ministerio de Cultura de la  Ciudad de Buenos Aires. Sus creadores agradecen especialmente al Centro Cultural de España en Buenos Aires (CCEBA) por su apoyo para la participación presencial de la Dra. Arquitecta Maria Auxiliadora Galvez en la etapa de nuestro proyecto en San Antonio de los Cobres; a la Fundación Balseiro por su colaboración en nuestra etapa de cruce arte/ciencia en el Centro Atómico Bariloche y el Instituto Balseiro; a la Fundación Saba y a la Fundación Tres Pinos por su acompañamiento en la etapa de ensayos en Buenos Aires; a la Dra. Beatriz García por su invalorable apoyo en nuestras visitas al Observatorio Pierre Auger en Malargüe y al Observatorio QUBIC, Salta; a las municipalidades de Malargüe y San Antonio de los Cobres.

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[1] Qubic es un proyecto internacional de cosmología experimental que tiene como objetivo medir el modo B en la polarización de la radiación de fondo en microondas (CMB, por Cosmic Microwave Background), a fin de descubrir qué ocurrió en los primeros instantes después del nacimiento del Universo. Nuestro país fue elegido como sede del primer instrumento, que está instalado en la zona de Alto Chorrillos, Provincia de Salta, a 4.900 metros sobre el nivel del mar.

[2] El Observatorio Pierre Auger, situado en la ciudad de Malargüe, en la provincia de Mendoza, Argentina, es una iniciativa conjunta de 17 países en la que colaboran unos 400 científicos de 90 instituciones, con la finalidad de detectar partículas subatómicas que provienen del espacio exterior, denominadas rayos cósmicos.

[3] El Centro Atómico Bariloche es un campus argentino de investigación y desarrollo científico-tecnológico de alta complejidad orientado en materia nuclear, espacial y de telecomunicaciones. Se sitúa en la ciudad de Bariloche junto al Instituto Balseiro e INVAP, en dependencia de la Comisión Nacional de Energía Atómica.

*Foto portada: Federico Pérez Gelardi

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Mercedes Osswald

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