A trip experience
“From the south to the north”, in the current times, could resonate as a sort of geographical cliché about the needs or desires that move, in one of the most frequented directions, the human masses. However, this course in our vast world also has to do with individual and community experiences on a much smaller scale and, perhaps, more pleasing to the spirit, as is the case that I lived.
Without intentions to migrate to foreign land, only with some thirst to know people and landscapes, artists and unknown works, with my Argentinean passport in hand, and a pretty rusty English, I took a low-coast flight from the Treviso airport in Italy and then a long distance bus. Finally, I came to a festival that rejoices in its youth but also has mystique: The Light Moves Festival.
This meeting takes place every November for the last four years, in the city of Limerick, at the heart of South Ireland, and is organized and curated by Jürgen Simpson and Mary Wycherley, an artistic-academic couple who project their great warmth in each of the activities that make up the Festival.
Particularly, my most active participation (not counting the one I played at the local pub every night) was developed at the symposium. Screendance symposia are still rare creatures that take shape in the shadow of festivals and their screening rooms that are increasingly filled with audiences, and that slowly come to light because of their strong point: the democratization of reflection and the word around the technological body and its movement. However, in the case of the Light Moves Symposium 2017, the event played a definitive role, starting with its location in the so-called Dance Limerick Church, which is a true historical monument: the San Juan Church, rebuilt in 1852 from the original, dated to the year 1200 and, continuing for the sessions, that counted with the participation of artists, academics, curators and students, especially from Northern Europe. And there, between blonde hair and blue eyes, to my great surprise and joy, I met a great friend, the Brazilian Leonel Brum, current globetrotter of dance-tech.
The discussions were very attentive, respectful, curious, attracted wide participation, and they left me the idea that the compass thinking about our field of interest does not mark a north or a south because the desire to know more and the urge to share what has been learned don´t know about latitudes or borders.
Light Moves is curated by Jürgen Simpson and Mary Wycherley and produced by Dance Limerick, in partnership with DMARC (Digital Media and Arts Research Centre) at University of Lime-rick. The festival is supported by the Arts Council, Limerick City and County Council and the JP McManus Fund.
Una experiencia de viaje
“Del sur al norte”, en los tiempos que corren, podría resonar como una suerte de cliché geográfico sobre las necesidades o deseos que mueven, en una de las direcciones más frecuentadas, a las masas humanas. Sin embargo, este decurso, en nuestro vasto mundo, tiene también que ver con experiencias individuales y comunitarias de escala mucho menor y quizás más gratas al espíritu, en las que cabe el caso que me tocó vivir.
Sin intenciones de migrar a tierra extranjera, solo con algo de sed por conocer personas y paisajes, artistas y trabajos nuevos, con el pasaporte argentino en mano y un manejo del inglés “de instituto” un poco entumecido, tomé un vuelo low-cost desde el aeropuerto de Treviso, en Italia y, luego, un bus de larga distancia. Finalmente, llegué a un festival que goza de juventud y también de mística: El Light Moves Festival.
Este encuentro tiene lugar cada noviembre desde hace cuatro años en la ciudad de Limerick, el corazón de Irlanda del Sur, y es organizado y curado por Jürgen Simpson y Mary Wycherley, una pareja artístico-académica que proyecta su gran calidez en cada una de las actividades que componen el Festival.
Mi participación más activa (sin contar la que ejercí en el pub cada noche) se desarrolló en el simposio. Los simposios de videodanza son criaturas todavía raras que se gestan a la sombra de los festivales y de sus salas de proyección cada vez más colmadas de público y que, lentamente, salen a la luz por su punto fuerte: la democratización de la reflexión y la palabra en torno al cuerpo tecnológico y su movimiento.
Sin embargo, en el caso del Light Moves Simposium 2017, el evento tuvo un rol definitivamente protagónico. En primer lugar, por su localización en la denominada Dance Limerick Church que no es otra cosa que un verdadero monumento histórico: La iglesia de San Juan, de estilo anglo-normando, reconstruida en 1852 a partir de la original que data del año 1200. Luego, por las sesiones que contaron con la participación de artistas, académicos, curadores y estudiantes, especialmente de Europa del Norte. Allí, entre cabelleras rubias y ojos azules, para mi gran sorpresa y alegría, me encontré con un gran amigo, el brasileño Leonel Brum, actual globetrotter de la danza-tec.
Las discusiones fueron por demás atentas, respetuosas, curiosas, de amplia participación y me dejaron pensando que la brújula de la reflexión sobre nuestro campo de interés no marca un norte o un sur porque el querer saber más y el querer compartir lo que se ha aprendido no conoce de latitudes ni de fronteras de ningún orden.
Light Moves cuenta con la curaduría de Jürgen Simpson y Mary Wycherley y es producida por Dance Limerick, en asociación con DMARC (Centro de Investigación de Medios Digitales y Artes) de la Universidad de Limerick. El festival cuenta con el apoyo del Arts Council, Limerick City and County Council y JP McManus Fund.