Festival Constante – 8va Edición – De la práctica a la escena. Idea y Dirección General: Juan Jesús Guiraldi. Producción General: Juan Jesús Guiraldi – Florencia Ciucci – Mauro Cacciatore – Santiago Mazzanti. Curaduría: Mauro Sebastián Cacciatore – Juan Jesús Guiraldi. Dirección de Arte: Florencia Ciucci. Diseño Gráfico: @flashflyers. Diseño Audiovisual: Maximiliano Bolognino (@ezencia_audiovisual). Diseño Sonoro: Santiago Mazzanti. Diseño Lumínico: Stefany Briones Leyton. Redes: Ve Di Lisio. Equipo Movimiento Constante: Maximiliano Bolognino, Stefany Briones Lyton, Mauro Cacciatore, Florencia Ciucci, Adam Feiguin, Julian Ferrari, Juan Jesús Guiraldi, Kanako Hongo, Santiago Mazzanti, Gastón Noguera, Solsiré Pinto, Facundo Rivara, Tomás Soko, Mariela Solari. Fecha y lugar: del 4 al 7 de diciembre de 2022 en el Espacio Cultural Maquinal.
El pasado 7 de diciembre en el Espacio Cultural Maquinal se desarrollaron los dos programas de puestas escénicas planteadas por el Festival Constante en su octava edición. Cada programación contó con una serie de seis solos ejecutados en el lapso de una hora, los cuales fueron producto del trabajo desarrollado en el proyecto Prácticas contemporáneas llevado a cabo por el equipo artístico-pedagógico de la Plataforma Movimiento Constante y el equipo de Piso 2 en Movimiento.
Esta nueva edición del festival tuvo como objetivo revitalizar la importancia de la práctica y zanjar la distancia que existe entre ésta y el espacio abierto de la escena. Así, ambos programas de puestas escénicas invitaron al público a resignificar la presencia del cuerpo, y dieron cuenta de su potencia en movimiento.
Pieles revueltas
Programa 1
El primer programa comienza con Descarte, la obra de Santiago Roman Pagano. Su cuerpo está tendido boca abajo en el suelo. En el escenario también se puede observar una bolsa de basura que acompaña al cuerpo vestido de blanco y a su imperceptible respiración que, con el tiempo, va creciendo. Esta respiración, cada vez más agitada, es el indicio de la gran transformación escénica que se aproxima, ya que dentro del protagonista algo se encuentra mutando. Mediante la luz de un rayo, la carne recibe la electricidad, y la inestabilidad lo invade, retorciendo sus extremidades y tensando sus músculos. El ritmo de la música actúa como las descargas que despiertan a las terminaciones nerviosas mientras el performer se desplaza por la escena, huyendo hacia donde ni él sabe. Hacia el final, la oscuridad lo termina de envolver al introducirse en la suavidad de la bolsa de basura.
La función continúa con el solo de Lara Rojas Matas llamado Tablada en el que la artista intenta —en sus palabras— “desmorirse”. Con sus tejidos recorre el tiempo en busca de una respuesta en la casa de su infancia, allí, su sangre recupera la pulsión, dándole un respiro de pura presencia en el aquí y ahora.
Esta obra puede relacionarse con su consiguiente, Lo que me devuelve la tierra que más pisé, interpretada por Antonela Tamara Muñoz, dado que en este solo la artista también explora nociones identitarias de un pasado compartido con su tierra natal, Tierra del Fuego. A través de la interpelación de los elementos naturales y condiciones climáticas características de su provincia de origen, la performer narra con su cuerpo las fuerzas opuestas que la constituyen.
Siguiendo, Lucía Giachero le presenta a lxs espectadores Desarme, una obra que funciona como un viaje de autoexploración. Por medio de sus movimientos, la intérprete comienza a desarmar todo lo que la conforma, su cuerpo, su ego, sus creencias, para descubrir al fin de su solo que, en realidad, su materia es la experiencia, lo que se encuentra entre los espacios y las escenas.
Por otro lado, Malena Torres retoma la exploración sobre lo identitario con Saborear el recuerdo. La pieza comienza con Torres depositando una tarta de manzana en el suelo delante de ella, que será el núcleo de la obra ya que da luz un recuerdo peculiar de su vida, es la tarta de manzana que hacía su abuela. Así, la artista sigue la voz de su abuela al recitar la receta de este postre, dulce recuerdo que al callar el sonido comparte con lxs espectadores para que saboreen una porción de su memoria.
Este programa finaliza con la obra Espectro sensorial de Suyai Chiodi, artista que explora la frecuencia espectral. A lo largo de su interpretación, recorre la escena guiada por una bola de energía que maneja con su cuerpo. De esta manera, llevadxs por la potencia que recorre las terminaciones nerviosas, lxs espectadorxs quedan cargados de las vibraciones necesarias para observar y ser parte del siguiente corpus de obras.
La identidad en el movimiento
Programa 2
Por su parte, el segundo programa abrió la escena con el solo Demasiado infinito para ser extenso de Daniela Yanet Ojeda, una verdadera exploración del cuerpo. Desde cada rincón, pellizco de piel, torsión incómoda y nudo de huesos, las piernas inician el movimiento y el cuerpo las sigue. Lxs espectadorxs ven partes de un cuerpo, pero no es posible distinguir a una persona, sino músculos y piel que se retuercen y despliegan en un elogio a la estructura humana.
Continuando la línea del amontonamiento de partes, se presenta Acople de Nadia Di Gennaro. En esta obra, la performer describe un collage de la ciudad acompañada de la música propia de las calles de asfalto. Mientras algunas voces cuentan la cantidad de ventanas, volquetes y autos que ven, Di Gennaro se amalgama a las formas de los ladrillos que conforman las piezas del tetris urbano.
Al volverse a encender las luces, Verónica Judith Tosto Valenzuela comienza su solo Ojo | Qué vemos cuando miramos, en el que, con una estética de mimo, se pregunta por la atención de la mirada. De esta manera, guía los ojos de lxs espectadorxs hacia sus manos cubiertas por guantes blancos, y crea escenarios duros e invisibles con su cuerpo, todo esto con el fin de cuestionar qué se atiende cuando nos sentamos a ver una pieza escénica y cuáles son las cosas que pasan desapercibidas.
Asimismo, la obra de Gerónimo María de Martino titulada Hacer el cuerpx, resultó un duro relato sobre lo que sucede cuando unx decide no ocultar su verdadera identidad en una sociedad cisheteronormada. Mediante la experimentación con la vestimenta, vemos el dilema que enfrenta de Martino, en donde una pollera condensa las discusiones que habrían dado las feministas de la segunda ola, y que luego la teoría queer nombraría, más adecuadamente, como performatividad de género. Al fin y al cabo, saliendo de toda teoría posible, cada cuerpo se mueve en éxtasis en cuanto halla el mimo de la tela, del taco aguja, del maquillaje, de la corbata, del shortcito de fútbol que mejor lx cobija.
Siguiendo el programa, aparece sobre el escenario Paula Vera Muñoz con su solo Piwke mapu / Corazón de tierra en el que explora la yuxtaposición de su ser chileno-mapuche. Entre danzas y relatos combina ambas raíces en la búsqueda de su identidad, retomando dichos de su abuela y haciendo propia esta experiencia ancestral. Rasga, como el latido del corazón, el pavimento, para al fin encontrar tierra y, entre saltos, se va diluyendo la escena a la oscuridad de la sala.
Finalmente, un torso cubierto de brillantina dorada cierra el ciclo de la mano del solo Muero, duelo y transformo de Lucía Colman. Entre luces parpadeantes y música electrónica, Colman arroja sus brazos con gran velocidad por la escena, la rapidez del movimiento, cual aleteo de un colibrí, acompañado por el juego lumínico, segmenta la imagen como si se tratara de un vitral. Las partículas brillantes se desprenden de la piel y quedan suspendidas en el aire circundante de la intérprete creando un pequeño halo de luz dorada a su alrededor. A través de la gran adrenalina desprendida de los movimientos, se interrumpe el tiempo y se fragmenta en luminosas imágenes que acercan a lxs espectadorxs a la muerte de la escena, al vacío negro que dejan las luces cuando los focos se apagan y comienzan a enfriarse.
En conclusión, en ambos programas de puestas escénicas de la octava edición del Festival Constante se ponen en pugna las discusiones contemporáneas en torno a las artes del movimiento como producciones sumamente liminales que se preguntan tanto por la creación de la escena como por el modo en que se puede construir identidad a través de las obras. Los recuerdos y marcas que atesoran el cuerpo se disparan por los poros, y salen a flote entre los reflectores que en algún momento volverán a apagarse.
*Foto portada: @ezencia_audiovisual