El cuerpo como nodo de un relato de construcción social y colectivo

9 de October de 2020
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FICCE 2020 Festival Internacional de Cortometrajes Corporalidad Expandida
3ra edición, dirigida/ producida por Ladys Gonzalez, Wanda López Trelles. Virtual/Online, plataforma Youtube,Octubretv, facebook, CABA. Transmisión: del 10 al 26 de septiembre de 2020.

Los movimientos del cuerpo son del orden del transporte local: van de un lugar a otro. La extensión es en sí fuera de sí: distancia entre los lugares, partes extra partes, figuras y movimientos (siendo las figuras mismas el efecto de un movimiento que las traza). En sentido amplio, digamos que todos los movimientos del cuerpo son extensiones: puestas fuera de sí de la pura coincidencia consigo que aquí definiría el punto, es decir, lo negativo de la extensión. La extensión es la negación de esta negatividad puntual (mas esta niega un movimiento previo, el trazado de las dos rectas que se cortan en el punto).
Jean Luc Nancy, 58 indicios sobre el cuerpo (2006).

 

Diecisiete días de FICCE (con hashtag), nueve charlas-conversatorios, siete encuentros-talleres, un seminario de gestión cultural desde una perspectiva de género y diez artes escénicas: danza, teatro, performance, etc., pero sobre todo, incontables personas en red, operando sincronizadamente desde las redes: Facebook, Instagram, Youtube, trabajando a fuerza de empatía y tracción, a base de amor y compromiso, palabra clave y reguladora de un nuevo presente, ya futuro, que se impone con el ímpetu de una verdad que asoma en medio de la tormenta y prometiendo algo de sol.

Los conversatorios, en los que resonaron nombres como Ana Cacopardo -periodista- o Analía Tripodi Paz -licenciada en Comunicación- (solo por mencionar algunxs), nos hicieron pensar, a la luz de distintas temáticas, en próximos mundos posibles (mejores, seguramente) con el arte (como núcleo) y el cuerpo (como núcleo del núcleo) en el iris de la pandemia. Viendo de qué modo poder seguir con la vida que, entendido está, no será la misma después del “gran sismo”, como metáfora dulzona de lo humanamente acontecido.

Vale destacar el gran trabajo de dirección, guía y moderación de las múltiples actividades a cargo de Wanda López Trelles y Claudia González que, en su tercera edición del festival (la primera fue en 2016 y la segunda en 2018), se pusieron al hombro dos semanas en las que no hubo tópico librado al azar, sino más bien tópicos que bajo el lema “géneros” se desplegaron hacia un adentro conformado por muchos “afueras”. De ese modo vivimos, claro. Estamos internamente a la intemperie, y al revés. Pero, paradójicamente, esta situación no suscita todo el miedo que unx, a priori, podría pensar que se haría lugar, sino, por el contrario, se (nos) notan las muchas ganas de hacer. Porque hay un concreto construir desde y después del derrumbe. Y en eso, se ve, estamos.

La mirada atenta y cálida de Trelles y González estuvo siempre en sintonía con un espectador que quiso y supo acompañar fielmente cada día, bajo el paraguas de distintas temáticas (todas en relación con el cuerpo como cuerpo expandido en territorios transmediales). No hay dudas de que el cuerpo es materia, forma y contenido. Pero no mucho más sabemos de él en este momento de infinitas preguntas. Estamos aprendiendo a ser en medio de un (aparente) silencio poblado de voces, voces viejas, voces nuevas, voces.

Voces y modos de ver que se reflejaron en más de sesenta cortometrajes de distintas partes del mundo que estuvieron alojados en la plataforma octubre.tv, durante el tiempo que duró el festival. Y que versaron sobre corpo-cuerporalidades sociales virtuales, con una fuerte impronta experimental en su contenido -como rasgos identitarios que completaban la forma total de éste logrando transformar las miradas sobre las obras en (potenciales) acciones a futuro, no solo para tomar nota sino para un ser para hacer (si es que realmente existe tal cosa).

“La convergencia representa un cambio cultural, ya que anima a los consumidores a buscar nueva información y a establecer conexiones entre contenidos mediáticos dispersos”, dice Henry Jenkins en La cultura de la convergencia de los medios de comunicación (Barcelona, Paidós, 2008). Y si bien los contenidos del FICCE no fueron, en ese aspecto postulado por Jenkins, dispersos, sí fue -y es- posible encontrar en la lógica de esta nueva narrativa, que se evidencia en etapa de obraje en plural y hasta se juega-anima a una definición de resistencia comunitaria, universal y en red, el contenido de nuevas preguntas que se disparan como rayos de un cielo (el mismo) con nubes (nuevas y no) y una tierra que, más o menos arrasada, está dispuesta a albergar(nos) con todos los errores que hemos cometido. Para dejar al rojo vivo una narrativa del yo, caduca y antigua, modelo de alguno(s) algo(s), que en su afán de destacar por encima de, se olvidó que la forma más adecuada de habitar “El techo del mundo” es juntxs. Pugnando por un suelo, en común, que contenga estrategias puntuales, consensuadas (concretas) donde se encuentren y co-habiten los activismos, artivismos, y pueda lograrse que todos esos lugares donde una gran porción de un todo de nosotrxs “hizo agua” al navegar cuando le y nos fue dado este universo para crear, fundar y vincularnos con otrxs, hoy se (re)funden sabiendo que el mundo dejó de ser una mercancía. Ya no es potestad de nadie el dolor, ni el grito, ni la herida. Estamos en misma situación de desamparo y miramos equivocadamente, aún cuando queremos encontrar respuestas en sitios que nos llevaron a la implosión, como si ésta representase una pandemia del ego y de un cuerpo, hoy, cuerpos, que nunca fue solo, sino que buscó, y busca, la manera de encontrarse consigo mismo y con otro, todo el tiempo.

“Un cuerpo no está vacío. Está lleno de otros cuerpos, pedazos, órganos, piezas, tejidos, rótulas, anillos, tubos, palancas y fuelles. También está lleno de sí mismo: es todo lo que es” dice Jean-Luc Nancy en 58 indicios sobre el cuerpo (Ediciones La Cebra, 2007). Pasó el FICCE, pero no, ya que nos quedaron varias preguntas para formular y otras que están en la tarea del hacerse, y algunas suficientes conclusiones que (como un todo de dos semanas a pura palabra y vértigo) nos hace querer decir, aventurar rápidamente como primeros trazos de un cuadro que espera por más: está claro que el cuerpo encuentra espacios siempre donde puede-como quiere para componer(se), como figura y materia para poder narrar mientras está siendo. Desde territorios antes explorados, visitados (o no) pero en pos de un “re”, como prefijo, como signo de una poética que no deja de diversificarse, expandirse y buscar nuevas maneras para y por ser pero, seguramente, hoy, con urgencia de un sentido, decolonial, colectivo y que sea capaz de operar transversalmente.

 

 

*Las imágenes que acompañan este texto son capturas de pantalla de las diversas plataformas en donde se desarrollaron las actividades.

 

 

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Marina Julieta Amestoy

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