BLANCO [prueba 1]. Creación y performance: Georgina Forconesi, Juan Salvador Gimenez Farfan, Julia Gómez, Moira Maillmann, Martina Mora, Yanina Rodolico. Diseño sonoro y lumínico: José Binetti. Escenografía: Magdalena Picco. Fotografía: Ana Santilli Lago. Dirección: Valeria Martínez. Sábados 3, 10, 17, 24 de junio – 21:30hs. Fundación Cazadores, Villarroel 1438 CABA. Función: 03/06/23.
Poetizar es propiamente dejar habitar. Ahora bien, ¿por qué medio llegamos a tener un habitáculo? Por medio del edificar. Poetizar, como dejar habitar, es un construir.
Heidegger, M., Conferencias y artículos, 1994.
Liminalidad(es)
Algo se me escabulle. (Re)paro a mi alrededor con explícito desvelo la correlación (en quietud) del espacio con el fruto, las paredes, la plántula, la luz, el rizoma, las piernas, la lobreguez, el espesor de la carne, magnánimas elipsis en contraste con el grosor de la piel en la espesura de la (re)presentación. Grandes volúmenes de tiempo detenido. Aún así, algo se me escabulle, sí. El bruñido eventual que reconocería al qué y cómo llegué hasta acá no tiene valor, soy (una) ortodoxa y potencial pregunta, y disfruto siéndolo. ¿BLANCO tiene un comienzo? ¿Un carácter anecdótico, expreso o narrativo? ¿Es en plural su mise-en-scène? ¿Cuántas puntas, cimas y crestas hay sobre el piso que pisamos, piso y pisan? No importa. El suelo es un atlas que solivianta a sentarse, merodear, recorrer o solo estar ahí, esperando. Me dejo caer, ser, en el arrecife de un reloj incorpóreo. En la diagonal de la luz izquierda. En el corazón fantasmático de un todo-posible. Los demás, los que están ahí conmigo, hacen lo mismo, co-creando un dispositivo que se asemeja a un vértigo fragoroso, a un silencio en erupción, a un volver en sí, sobre ellxs, en mí.
Asolados paneles danzantes
Sin signos.
Sin idioma.
Sin final.
Tal cual a ti
en ti
nada te cambia.
Lo anterior a tu voz,
eso es el mundo.
Jaime Siles
Imprevisibilidad e inmediatez. BLANCO conjuga el verbo raíz en una danza significante, no virtuosa sino más bien consciente y anterior a la existencia de la presencia. Su directora, Valeria Martínez, propone un maravilloso sensorium madurado en una báscula con-formada por gestos, mímicas, repeticiones y minimalidades que aúllan su origen en la ribera misma del movimiento. El resultado asombra hasta la estrechez de la asfixia. Devenimos somáticos, consonantes, animales en cada una de las tres plataformas de la obra que elijamos observar. ¿Cuánta (des)mesura habita en nosotrxs? ¿Cuánto camino aglutinado tiene nuestro “antes de”? ¿En cuántos idiomas habla el alarido? ¿El gesto es suficiente condición para hacer huella? Estamos asidos en un viaje a destiempo o suspendido en una cinta imaginaria de poético rolar. Viendo cómo los muros se asolan entre la incógnita y la certeza. Entre la duda sobresaliente y una mínima contigüidad entre pliegues y frunzas de una verdad insistente.
Nada (nos) cambia si no hay palabra que (nos) defina, si no hay preguntas, si no hay danza.
Conclusiones sin conclusión
(…) la luz está muda, ahora
cuando resuena sin estrellas
y el campo se vuelve un papel orgánico
para desmenuzar una pequeña historia
del miedo a lo inmenso
Luis Alberto Spinetta, Guitarra negra, 2012.
En BLANCO los cuerpos se dejan infiltrar por la retórica perenne de la composición coreográfica. Se cuentan a sí mismos frente a nosotrxs que también somos ellxs (¿o no?). Bailarinxs balbucientes que desafían la hipérbole con impresiones sustantivas, impares, singulares, gravitatorias, (i)legítimas. Una vez concluida la obra, algo de mí, en mí, sobre mí se percibe una metáfora fosforescente, un fin de rastro que me sigue cual eco enunciativo del danzar que pregunta y pregunta:
¿Tiene blanco la danza?
¿Y danza el blanco?
¿Cuántos blancos tiene BLANCO?
***