Traslúcido

17 de April de 2025
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Que haya insistencia de la Compañía Una Constante. Dirección: Juan Jesús Guiraldi. Intérpretes: Florencia Ciucci, Mauro Cacciatore, Gerónimo De Martino, Adam Feiguin, Julián Ferrari, Kanako Hongo, Lucas Insaurralde, Catriel Millán, Facundo Rivara. Diseño de sonido: Ariel Monferoli. Diseño de vestuario: Mariela Solari. Diseño de iluminación: Stefany Briones Leiton. Asistencia de dirección: Mauro Cacciatore. Producción: Juan Jesús Guiraldi. Movimiento Constante. Teatro Planta Inclán. Viernes de abril, 21.00 hs.

Niños tiene mi corazón, siempre bailando.
Moreno Veloso, Bailando.

 

En la insistencia reconocemos el trazo realizado. Lo pienso en términos de la posibilidad de dejar un rastro donde alojar lo propio, no en términos de lo individual, en este caso, sino del conjunto de singularidades que indagan el gesto grupal. Jóvenes en movimiento, borbollones en la noche donde la cultura alberga disidencias detrás de proyecciones y velos traslúcidos, como una malla de red negra sobre los ojos. El sonido, la forma de moverse, la acrobacia como característica, las luces adscriben a la estética de Una constante en un mundo de tipo urbano que alberga una grupalidad que leo como comunidad.

Es que la danza también se divide en comunidades que se conectan, se convocan y transitan juntas, se identifican con ciertas estéticas y pertenecen a una determinada generación. Abordan el movimiento con sus sesgos particulares que luego serán características identitarias. Escribo pensamientos sobre la escena de la danza actual que, al menos para mí, que estoy en el borde de una generación, que participé de una inquietud por el cruce de lenguajes y por la poética de la danza, que me alejé de la narrativa en pos de la improvisación, que, junto con mis colegas del momento, de algún modo delegamos la destreza física a la creación espontánea, ya es distinta. Ahora, en cambio, es el tiempo del entrenamiento y las identidades fluidas, de fiscalidades extremas que desafían la gravedad. 

El problema de la identificación es quedar adscriptox a formas fijas que no hablan de singularidades, el peligro es quedar normadx de todos modos, aún en la oposición. Necesitamos agenciamientos para que cuando suceda el movimiento de la grupalidad haya lectura, conexión, reverberancia, onda expansiva… y esto es una búsqueda de la obra. Por ejemplo, que un movimiento que inicia en una pierna que se sacude de costado sea percibido por otrxs y resignificado.

Encontré en mis notas sobre Que haya insistencia un despliegue de palabras que, distribuídas en el papel, parecían un símil del uso del espacio que plantea la obra, ocupación total en organización y reorganización constante, un espacio poblado de gestos que deben ser abandonados, que persisten en otros cuerpos, que son transformados en respiración agitada, que se obstinan en viajar por los brazos, quedando retenidos en los agarres, en las caídas, compartiendo el peso para dar estructura al todo. 

¿Cómo vive le otrx en mí?

El movimiento como una continuación. Nada inicia, todo lo que sucede desenvuelve acciones que vamos captando del entorno que nos aloja para borrar el borde entre las emergencias de movimiento, como salpicaduras diseminadas en brotes y expulsiones, y mi cuerpo diferenciado como un otro captando una consigna de movimiento.

El callejón y la muchedumbre corriendo.

Quería llegar acá para darle tiempo a la pregunta por el lugar en donde desaparezco yo como espectadora y se transforma Planta Inclán en mundo teñido de bruma. El espacio liminal donde los acontecimientos se modifican para dejar lugar a los deslices de la imaginación.

Estrategias compositivas a través de las cuales elementos escenográficos como la máquina de humo más un contraluz blanco sobre lxs intérpretes produce una visión particular del recorte ensombrecido de los cuerpos, deja que el bosque ascienda, se aproxime, entrometiéndose en los ojos como la niebla del alba, abriéndose paso en la oscuridad. Así, la escena transmuta hacia una noche de la que somos parte cohabitando el espacio formulado para dejar de ser ellxs y yo, y ser, entonces, en conjunto, la obra, que no es nunca imaginada sino la combinación fértil de nuestra creación mutua.

Caminar en el aire es el comienzo de esta puesta escénica, avance de un cuerpo sostenido por el grupo, acompañamiento de los desequilibrios y re-estructuraciones, pasos cayendo en un sin fin de apoyos, la columna indiferente al riesgo. Espesura del espacio hecho de manos, y el cuerpo de todxs lxs bailarines sosteniendo la masa volumétrica llena de líquidos que cobra contundencia al estar sostenida en el aire. La hondura del paso que pesa y despliega su apoyo. Imagino una crisálida de movimientos conectados en la pervivencia del intento, que insiste en el trayecto de la composición como si se tratara de dar pasos pesando entre nubes sin caer. Movimiento de una totalidad, junto al riesgo de hacerlo con las muchas precauciones para que la noche se tiña de urbanidad. Una puesta inteligente de bordes precisos. Hasta el caer ha sido compaginadamente, milimétricamente pensado, entonces el riesgo queda puesto de manifiesto.  

Urbanidad, una estética generacional que comprende formas de moverse, corporalidades. Esta obra versa sobre una comunidad que da sostén, cuyos integrantes van moviéndose por el golpe, en dúos, tríos, en la totalidad, a través de contagios, en un movimiento que pierde el trazo original y es recuperado por otro. Percibo algo del resto, como lo que queda. ¿Cuándo cambia? 

Miradas. Mientras tiemblan los cuerpos, circula una agitación en ronda, el sonido espacial sobrevuela la platea. Como una máquina funciona el dispositivo corporal. En el centro, alguien insiste en articular los brazos, los hombros, independizando el tronco sostenido en sus piernas que adaptan su estructura para que perdure la movilidad; más allá del cansancio, continúa el movimiento. Alrededor, tiembla el conjunto que continúa la propuesta inicial: INSISTIR. Esta estrategia compositiva en movimiento permite potenciar la resistencia y abre la pregunta acerca de lo hay más allá, aún después del jadeo y la extenuación. ¿Y tu danza qué? 

Aparecen ellxs, que siga lo real de los cuerpos. 

¿Y tu danza qué?

Se quiebra al empujar, que siga donde está.

¿Hasta dónde?

Hasta la bruma del contraluz.

Una calle abre la fila donde los rostros pretenden extrañarse, rojo y amarillo, el contagio en el aire, muscular, tensar. Caer. ¿Y cuál es entonces el gesto grupal? Aparece el nódulo del sueño, una imagen onírica de lo informe que cobra latencia. Sonidos, miradas, empujes. ¿Hasta dónde te vas a escapar?, hasta jadear naranja, azul/gris. Componer con destreza, con el dominio del borde habitual de la anatomía y también de la creación, componer con el cuerpo imágenes que persistan en la densidad total de la obra.

Un gesto para sostener.

¿Por qué lo hacés? ¿Qué monstruo dejó el resto? 

Si se vuelven indistinguibles, podremos ver apariciones en la niebla.

 

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Mercedes Osswald

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