Querida danza, dos puntos. Dirección: Emmanuel Palavecino. Intérpretes: Abril Lis Varela, Inés Maas, Juan Salvador Giménez Farfán, Mauro Podesta. Asistente de dirección: Pilar Rodrigo. Diseño de iluminación: Paula Fraga. Vestuario: Uriel Cistaro. Asesoramiento sonoro: Francisco Cosavella. Colaboración artística: Braian Alonso, Santiago Zugbi. Viceversa-Arte en convivencia: Gorriti 5839. Función: 14 de octubre.
Tuve que mover lo que estaba quieto.
Mi naturaleza,
no es otra cosa que este cuerpo
mi existencia
se acomoda donde hace nido,
relega vuelos
por miedo a los nuevos rumbos.
Mercedes Osswald.
¿Alguna vez la danza te dejó afuera?
Encontrarnos en el juego y disfrutar de un puro presente no se trata, en este caso, de capas de complejidad, sino de re-crear en la improvisación y plantearla como obra. El proceso se lleva a la escena, compone danzas que presentan (algunas) nuevas maneras del hacer en movimiento.
La danza me estaba hablando sobre las nuevas generaciones, las cuales, dialogando con el presente, construyen lógicas surgidas luego de la pandemia. Entre ellas, el uso de la biografía, el juego y la improvisación se constituyen como herramientas de creación, construyen la práctica a partir de una consigna y posibilitan que surja el material creativo sobre el cual modelar la obra.
Frescura, menta y cedrón, como un jardín, elles, nuevas narrativas abiertas a propuestas para que la comunicación aloje identidades.
Todos estamos quedando afuera de algo, me interroga la danza, me hace preguntas, en mi cuerpo, en mi hacer, miro. Asisto a estas composiciones, los colores que despliegan, lo que veo es lo que es, ciertamente, creo que esta obra no tiene un sentido críptico, hallo exploraciones del movimiento, cuerpos jóvenes haciendo biografía de su historia reciente de la danza, la pandemia como suspensión y a la vez posibilidad de nuevos encuentros en territorios que serán parte de esta puesta que ahora se ofrece.
La danza es joven, los rostros nuevos, los vengo viendo en escena, Emanuel, Inés, Abril, Salvador y Mauro, los escucho nombrar, nombrarse, reconozco sus danzas y ¡son tan frescas!, ellas mismas quieren nombrarse e invitan a no dudar, no dudes más, me dicen, nombranos, y obedezco en el texto.
Identidades, atrevimientos, se reflejan e identifican por fuera de lo canónico, hay intencionalidad y búsqueda, cuando algo es nuevo, provoca, se lanza en inciertas recepciones que no temen por el futuro, pues todo es hacia adelante, también las resistencias.
Lo interesante se sugiere en la emergencia de relaciones entre el conjunto de lenguajes que constituyen la escena de las artes vivas.
Una postura, dejar de representar, incluso cuando lo creado no difiere de sí mismo sino que vemos una práctica personal cuyo riesgo es tomar la forma de las recurrencias e instaurar patrones donde la improvisación prima y luego se monta performeada para crear-presentar el proceso…
En Querida danza, dos puntos, la luz crea una novedad, la oscuridad y el sonido de cuerpos que avanzan, que se refriegan en el piso, que corren, caen y luego describen sus maneras de estar en la palabra, hacen que veamos lo que los ojos no ven y despleguemos una imagen en nuestra fantasía. La palabra es el recurso más alentador, la forma de interrumpir, interpelar, interpersonar, interdanzar, irrumpir y asociar el movimiento con el imaginario, dialogar moviendo fantasías kinéticas, enriqueciendo de sentidos los cuerpos dóciles-flexibles que danzan sus motivos, ritmos, cadencias, duraciones, dinámicas, etc.
¿Cuál es la verdad? ¿Hay verdad en la danza?
Cuando bailamos podemos ser genuinos. La menta y el cedrón, honestidad en el jardín que crean, y el resto es pura intención. Un convite al aroma, y capaz que, si respiramos hondo, podamos sentir el perfume, la frescura límpida de la mañana con sol y podamos ver las flores que danzan allí..
Tengo muchas preguntas que hacerle a la danza, quiero empezar por la correspondencia. Querida danza, dos puntos, este intercambio epistolar con vos sugiere una apelación a la distancia, a poder imaginar dónde el otro está e invitar a quien lee a trasladarse con las palabras/movimientos a universos creados para conversar, para no estar solos.
Me resulta atractivo el uso que hacen de la parole, la manera en que las textualidades y el movimiento se interceptan en su devenir, imaginando mundos posibles y creándolos al mover los cuerpos como bocas parlantes.
Todos buscamos ser subjetividades que se crean en sus mejores versiones de movimiento.
Procesos, y el fin del mundo que siempre está por llegar. ¿Será por eso que el puro presente despliega su fugacidad en la experiencia? De tal modo que producir es -¿para quiénes?- dar cuenta de lo efímero, del intento, y crear a partir de la exploración modos de estar en escena.
Estas jóvenes cuerpas se re-crearon en un ahora, había que hacer el tiempo y estimarlo por lo que sucedía. En la pandemia, al juego de la danza le estaba vedado el porvenir proyectado en grandes futuros, en cambio, se sugería que en las maneras de caer y finalmente morir, ahí, había un hecho: que en las anécdotas compartidas la memoria de la danza era una puesta en escena y que las horas transcurridas podían inventar un mañana contenido en el presente, pero uno muy cercano y no muy grande, como el micro-living de la casa, o un pequeño patio en la capital. Total, en el fondo, siempre es la misma profundidad apocalíptica. ¿Habrá mundo?
Apagar la luz y confiar, al final los sentidos se conectan, los textos enunciados a oscuras aparecen en cuerpos desprendidos de la noche, un borde negro que el contraluz favorece y… recuerdo, entonces, que escuché la narración de tu cuerpo en escena, la descripción de tus formas, mientras se iban dibujando los volúmenes sobre el contorno brumoso y gris que insinuaba la luz, lo recorría con la palabra.
Me propongo confiar en el sentido, la cordura hilvana, y me alivia de buen grado que haya trama, de lo contrario, esta carta no tendría por finalidad decir, sino simplemente descargar posibilidades y pruebas de destrezas corporales.
Lo biográfico, los referentes con nombre terminan con la ficción, aunque tal vez no todo sea cierto. Se abre espacio en la magia de lo inverosímil, entonces se puede imaginar algo más. Un pacto entre nosotres, destrozar el texto, fragmentarlo, repetirlo alternadamente, dinámicamente, para que la palabra tenga esa materialidad indiscutible que se torna cuerpo.
Decir y hacer, cuerpo y palabra se encuentran en este plano de destrezas y fugacidades.
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*Foto portada: Lucas Minhondo y Dzencamera.