Loïe. nace como revista, allá por el año 2017, con la intención de encauzar una multiplicidad de reflexiones, pensamientos, acciones en torno a la danza-tec que venían aconteciendo y que no encontraban espacios suficientes para sostenerse. El nombre, justamente, quiso jugar con la figura de la Fuller como quien inaugura -quizás míticamente- la relación específica de la danza con la tecnología. Por ese entonces, en la presentación del número .00 decíamos: “[la revista] Intentará reflexionar cómo la técnica modifica el lenguaje de movimiento, cómo se alteran los cuerpos en ese vínculo, qué fantasías de la danza la tecnología convoca y qué transformaciones sufren los nuevos medios a partir de su relación con la fisicalidad de los cuerpos en presencia, qué utopías se desvanecen y cuáles se renuevan.”
¿Alguien podría haber adivinado que hoy, cuatro años después, por una razón completamente ajena a la danza, esas preguntas no solo se sostendrían, sino que se multiplicarían de un modo exponencial?, ¿que incluso aparecerían otras tantas que nunca hubiéramos imaginado (y que todavía, de hecho, seguimos en la perseverante labor de construir más y más interrogantes)?
En estos momentos en que la tecnología y la mediatización están teniendo un rol protagónico en los juegos de sentido del lenguaje del movimiento, y para abrir ya las puertas de esta edición número .09, nos gustaría agregar a aquellas palabras de bienvenida la gran pregunta que está flotando en el aire, caminando por los textos, saltando en las obras, y que todavía no terminamos de asir del todo (quizás -ojalá, ya que engendraremos más respuestas – nunca lo hagamos): ¿qué transformaciones sufren los nuevos medios a partir de su relación con la fisicalidad de los cuerpos en ausencia?
Aun cuando muchxs estén hablando de este tiempo como el de la pos-pandemia (que nosotras preferimos considerar -con cautela, y en relación con el campo de interés que nos une como comunidad- en términos de un nuevo despertar de los escenarios y espacios teatrales) e incluso cuando, de a poco, podamos ir volviendo a tener el placer de experimentar el goce por la danza y la performance en vivo, la escritura todavía sigue intentando entender algo de esta paradoja corporal que el vasto universo del arte que amamos tuvo (tiene) que atravesar.
Así, en esta edición, Jesica Biancotto y Martina Arfeliz se proponen el trabajo de desjerarquizar la creación y nos cuentan la cocina de un proyecto de investigación surgido durante el aislamiento que se pregunta sobre cuál es la corporalidad que compone danza y cuáles son sus cualidades; Mauro Cacciatore (como director y bailarín) y Marina Amestoy (como crítica) se combinan para acercarnos sus experiencias sobre CTRL.Shift.C, una obra que sucede, se registra en vivo y vuelve a ser, una vez más; Javier Contreras Villaseñor reflexiona sobre cómo las redes tienen la posibilidad de poner en jaque una manera de entender (y hacer) la danza contemporánea mexicana y cómo pueden colaborar en una democratización de la escena; Juan Ignacio Vallejos nos cuenta sobre Descentradxs, un proyecto que tiene el objetivo de repensar la danza latinoamericana en términos de un corrimiento de las perspectivas europeas y norteamericanas; Lilian Graça discurre sobre la noción de lo háptico en el lenguaje audiovisual; Tatiana Sandoval charla con nosotras sobre su obra Con este cuerpo en este mundo y los modos de creación colectiva; Mónica Berman propone repensar la idea del teatro como un simple fenómeno del cara a cara y ampliar la noción de artes escénicas a partir de su relación con los dispositivos tecnológicos; en la columna Cartas desde mi ventana, Gastón Cingolani vuelve sobre la relación entre el concepto de artificación y la mediatización y reflexiona acerca de qué sucede -en el medio- con la recepción, el desfase y la multiplicación de sentidos; y en una charla en formato audiovisual, Iwona Pasińska y Regina Lisowska (Polonia) nos cuentan sobre su más reciente producción artística y curatorial.
Sabemos que aún estamos en una etapa difícil. Sin embargo, se levanta el telón, se encienden las luces, se vislumbra el final de esto que -esperamos- quede en el recuerdo solo como un mal sueño o, mejor, como un desafío que nos permitió aprender sobre nosotrxs mismxs y sobre el arte que desarrollamos, nos llevó a crear nuevos caminos y a fortalecernos como artistas y gestorxs.
De modo tal que a esos escenarios que comienzan a despertarse, se suman los espacios descubiertos en estos tiempos recientes y turbulentos, esos espacios donde el cuerpo y la virtualidad se conjugan con la palabra. Cuerpo, imagen y escritura han conformado desde siempre un todo poderoso que ha permitido resistir el estigma de lo efímero con el que la danza tuvo (y aún hoy tiene) que cargar. Pero los medios y tecnologías contemporáneas -ahora lo sabemos más que nunca- han llegado para quedarse y alivianar ese peso. Lo efímero, por fortuna, es el signo del pensamiento que no se suma a lo distinto e inexplorado, ni se abre a lo “por venir”. Un tipo de pensamiento que, en definitiva, se extingue a sí mismo sin remedio.
Bienvenidxs a Loïe. 09.
Susana Temperley -Directora
Magdalena Casanova -Editora