De lo presente y lo intangible
Huellas de algo que no soy se proyectan en el piso como pistas falsas de un crimen que no recuerdo si cometí. Memoria embotada. Ojos en compota.
Últimamente siento que no accedo a mi vida del todo limitándome a deambular por días que entre sí guardan una relación borrosa.
¿En qué parte del cielo se refleja la presencia de estos cuerpos-testigos que somos? ¿Cambia algo y alguien cuando es vista o no por alguien?
Nos colamos sudorosas entre coreografías ajenas.
Si sigo mirando por la ventana voy a convertirme en paisaje, voy a disolverme en el jardín o en los autos y sombras proyectadas en la vereda.
Necesito ser vista por alguien.
Las formas de afuera ya se parecen demasiado a las de adentro.
Neurona espejo con mundo. Tengo un tapabocas prendido al cuerpo.
Imaginación y futuros cada vez más inciertos.
Me detengo en paisajes conocidos y descubro todo en ellos.
Las texturas son los ojos de un mundo miope.
Imágenes para ojos cansados. Les prometo acceso a todo mientras digieren con hastío la planicie infinita de la pantalla.
Las texturas viajan del ojo a la piel; mundos fuera de foco.
¿Cómo se percibe una distancia? ¿Cuán cerca está lejos?
Cruzo en diagonales semi rectas círculos y espirales el cuarto de este a oeste, de norte a sur.
Existo en rincones. Cambio de niveles. Invierto el flujo para activar otra realidad.
Mega super posiciones para entramados imposibles de calcar.
Los silencios hacen eco contra ellos mismos y cubren como esponjas voladoras torbellinos monstruosos de ruido que se rinden y renacen al mínimo descuido. La acción de las fuerzas tiembla en las carnes y se estrella millonariamente contra sí misma antes de dejar escapar un gemido.
Imperceptible Silencioso Discreto
Y aun así presente.
Vida en cuerpo.
Y tiempo.
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