VsO: criaturas

4 de February de 2020
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VOSOTRAS. Dirección e interpretación: Julieta Romano, Catalina Correa Faccini. Colaboración artística: Martina Schvartz. Asistencia técnica: Gavrila Kun. Diseño de escenografía: Lucila Martino. Diseño de vestuario: Paulina Faccini. Diseño de iluminación, operación de luces: Matías Miranda. Diseño sonoro: Eric Taylor. En FAUNA (Festival Artístico de la Universidad Nacional de las Artes). Centro Cultural San Martín, Sarmiento 1551, C.A.B.A, Argentina. Función: 14/12/19.

 

El CsO [cuerpo sin órganos]: ya está en marcha desde el momento en que  el cuerpo está harto de los órganos y quiere deshacerse de ellos, o bien los pierde.
Gilles Deleuze y Félix Guattari, Mil Mesetas. Capitalismo y esquizofrenia

 

Terminó Vosotras y la humanidark que cabía ese sábado en mi cuerpo había quedado en pausa. Aplaudí como unx niñx que imita el gesto. Choqué mis manos con esa intensidad que renuncia necesariamente a la interpretación. Y entonces escuché un chasquido, la voz de una persona. Ubicada entre esos otros cuerpos que disparaban hacia la salida y enojada porque algunas otras habían ingresado a la sala cuando la función ya había comenzado, la persona dice algo así como: “A los que llegaron tarde…¡que les quede en la conciencia!”.

“C-o-n-c -i-e-n-c-i-a …”, nos repetimos mi humanidark, mi cuerpo y yo. Aún sentadx en la butaca, no pude procesar articuladamente esos sonidos, mucho menos interpretar el significado de lo que luego identificaría como una palabra. Y es que acabábamos[1] de presenciar “algo” que se y nos situaba muy lejos de lo que luego comprendí como conciencia; lejos del entendimiento y de la realidad normada, violentamente estratificada.

¿Cómo es que Vosotras produjo esa fuga hacia lo potencial-posible haciéndonos olvidar, al menos por un rato, del agenciamiento que clausura la experiencia? Difícil de (d)escribir. Durante los primeros minutos de función, todo era organizable y simple de anotar: “música parecida al psytrance, un cuerpo iluminado dando la espalda, fondo recubierto con plástico negro. Apagón. Luz. Dos intérpretes de espaldas, misma música, movimiento…”. Hasta que esos cuerpos duplicados comenzaron a bailar con una intensidad hipnótica. Los movimientos lentos e imperceptibles imposibilitaban reparar en el instante de cambio de posición. Sus ropas comenzaron a fundirse con sus largas y ruludas cabelleras. Y en la multiplicidad de modos y flujos, sus vestidos dejaron de ser un objeto reconocible; sus pelos comenzaban a ser plantas desbordadas, luego ojos, luego…; los brazos, que ya no eran tales sino extensiones animalizadas. No podía encontrar un significante corriente de “pies”, “torso”, “cabeza”, solo entendía un cuerpo lejos de lx humanx, capaz de duplicarse, ampliarse y  recrear, incansablemente, efectos ópticos. Por momentos animal, por momentos un objeto veloz o un ser monstruoso con protuberancias-perlas negras que crecían con cada soplido, ese cuerpo sin órganos se fugaba en la medida que agotaba sus desplazamientos e intensidades. Y aparecía entonces una nueva criatura-cosa, con nuevas superficies y jerarquizaciones, fusionada a las anteriores sin carecer de nada y manteniendo un estado de pura inmanencia.

Sol Avena

Mientras estas múltiples formas de ser se replegaban y deshacían, mi humanidark, mi cuerpo y yo deseábamos y apreciábamos no ver las caras de las intérpretes. “El rostro es redundancia”, recitaba para mis adentros, robándole la frase a Deleuze y Guattari. Esa planificación escénica y monstruosa mantenía su rebeldía, en gran parte, por esos seres sin rostro que reorganizaban sus órganos traspasando umbrales.

Sus movimientos precisos-nómades dejaban sus huellas indiscernibles entre los pliegues y grietas del abrumador plástico mientras experimentábamos cómo escurrirnos del entendimiento cotidiano. Es que, posiblemente, ver sus caras hubiese delimitado un entender de antemano. Me refiero a que la significación de un rostro puede referenciar un modo de ser, ya sea una organización corporal, objetual, política, musical… Un rostro, y todo lo que conlleva, codifica, territorializa, selecciona razones.

Terminó Vosotras y la humanidark que cabía ese sábado en mi cuerpo había quedado en pausa. Todos los recursos dancísticos puestos en juego habían desterritorializado los cuerpos escénicos y con ellos, el mío. La obra había logrado desbloquear aquellos rasgos usualmente agenciados: cuerpos y rostros (des)sujetados; musicalidad y plasticidad, liberadas. Aplaudí con esa intensidad que renuncia necesariamente a la interpretación de “la danza” porque su puesta escénica había sido un instrumento para esbozar esos movimientos de fuga deseados, esos devenires reales en la performatividad de la vida.

 

 

 

[1] Digo “acabábamos” porque fui acompañadx (y resultó que necesitamos quedarnos varios minutos contándonos lo que habíamos experimentado con la obra mientras contemplábamos la extraña pirámide de vidrio del CCSM para a ver si nos daba alguna señal), no para referirme a la totalidad de lxs espectadorxs.

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Silene Mozzi

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