Un 29A a la luz de la cuarentena

Visibilizar un cuerpo en ausencia

27 de abril de 2020
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Español

En el marco del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio implementado desde el 20 de marzo de este año, surgieron, en la comunidad de la danza, diferentes voces que se levantaron denunciando la situación de vulnerabilidad extrema en la que sus distintos representantes comenzaron a encontrarse. Aunque parezca una obviedad, en este contexto se hace necesario recordarlo, -aunque, por supuesto, siempre existan, paralelamente, otros dispositivos de representación y de difusión- la danza es un arte que implica la presencia física, la relación intercorporal y el intercambio con otrxs -en los espacios de presentación escénica, en los ámbitos docentes en los que se dictan clases de movimiento, en los ensayos, en los procesos de producción de obra. El trabajo cuerpo a cuerpo es el fundamento de nuestra actividad. Sin el cuerpo ahí, algo se pierde. De esta manera, tanto los espacios culturales y los teatros, como lxs críticxs, docentes, talleristas, bailarinxs, directorxs, coreógrafxs, cominicadorxs, agentes de prensa, productorxs, etc., etc., etc., etc., se vieron y se ven directa e ineludiblemente afectados por esta circunstancia.

Como consecuencia, comenzaron a aparecer en la comunidad preocupaciones enfocadas en dos direcciones. Hacia afuera, reclamos asociados con la cantidad de tiempo que centros culturales, teatros y escuelas van a estar cerrados, con los modos de subsistencia de quienes trabajan de manera independiente, con la falta de estrategias gubernamentales para paliar los padecimientos durante esta coyuntura y la ausencia de fondos destinados a este sector por parte de las diversas (muy pocas) instituciones dedicadas al fomento de la actividad, entre otras cosas. Y hacia adentro, cuestionamientos diversos de trabajadorxs, pero también de practicantes, alumnxs e, incluso, del público acerca de las modalidades, plataformas, espacios y formas en las que la danza podía continuar desarrollándose en este contexto, preguntas acerca de cómo el cuerpo puede seguir estando presente en su ausencia.

En cuanto a este último conjunto de interrogantes, podríamos decir que es propio del desarrollo “en normalidad” de cualquier lenguaje: preguntarse sobre el cómo seguir, el cómo transformarse según circunstancias, modas, tiempos, intereses, búsquedas, indagaciones creativas acerca del instrumento de trabajo y sus modalidades de presentación. Las circunstancias hacen también al movimiento de un arte. La obligatoriedad del aislamiento modifica de manera provisoria (esperemos) las condiciones de producción e implica hacia adentro un intento por repensar la propia actividad y sus maneras de hacerse, presentarse y compartirse.

En este sentido, la danza se trasladó a las redes y se hizo virtual. Pero, como decíamos, ¿qué implica la virtualidad para una actividad compartida, escénica, de inmediata relación con un público, de presencia corporal? Espacios como @cafemullerterritorios propusieron una convocatoria por Instagram llamada “Danza en casa” en la cual se comparten una infinidad de danzas de la vida cotidiana, la casa en danza o la danza en la casa; @redsinestacas, programa radial de gestión en danza que se emite los viernes por Subteradio FM 101.7, propuso, en cambio, seguir compartiendo las obras y proyectos preexistentes solicitando videominutos de diferentes producciones para difundir, también en Instagram; festivales como FIDE (@fide.ba.ar) se repensaron en la virtualidad y modificaron sus dispositivos de presentación para la realización en este contexto; talleres presenciales se precipitaron al abismo de la distancia digital y se encontraron en plataformas interactivas, clases se resolvieron a través de una pantalla. Las transformaciones que el cuerpo sufra durante este proceso serán objeto de reflexiones futuras. Con todo, el cuerpo se sostiene.

Sin embargo, hacia afuera, en realidad, el contexto de la pandemia no trajo preocupaciones nuevas a la comunidad, no vino a vulnerar un funcionamiento próspero en el que la danza estaba desarrollándose antes de la emergencia sanitaria. Al contrario, nos recordó, como nunca y sobre nuestros cuerpos, la situación precaria en la que nuestra actividad estuvo produciéndose desde siempre. El aislamiento potenció la percepción (individual y social) de esa precariedad en la que ya nos encontrábamos. La danza es la única actividad cultural artística que no tiene ni un instituto ni una ley propia que regule sus actividades y, especialmente, que reconozca (y la sociedad a su través) a todxs sus trabajadorxes como lo que son: TRABAJADORXS (tarea de reconocimiento que, ante todo, tenemos que hacer sobre nosotrxs mismxs). Dentro de este término están incluidxs, no solo lxs bailarinxs y coreógrafxs, sino también investigadorxs de la danza, críticxs, comunicadorxs, docentes, productorxs, etc.

De esta manera, en cuanto al contexto de la pandemia, somos una más de todas las actividades laborales afectadas económicamente y, en este sentido, tendremos que afrontar juntxs los esfuerzos, los cuidados y la conciencia de que lo primero es la salud de todxs. Pero, en cuanto a la defensa de nuestra actividad y nuestros derechos, no tenemos que olvidar que, para nosotrxs, esta situación no es coyuntural (es decir, paliativos de emergencia -ver “Fondo Desarrollar”- son bienvenidos, pero no resuelven el problema de fondo). Por esta razón es que, no ahora, sino hace ya muchos años, el Foro Danza en Acción, el Movimientos por la Ley Nacional de Danza -ahora, Movimiento Federal de Danza-,  y muchas otras asociaciones y redes de artistas y trabajadorxs de la danza se encuentran activas proponiendo distintos abordajes y acciones para modificar esta situación; y es por eso que los 29 de abril, Día Internacional de la Danza, se convirtieron en Argentina no en días festivos sino en jornadas de movilización: concentraciones frente al Congreso y desarrollo de diferentes actividades en la calle destinadas a visibilizar esta precariedad de la comunidad de la danza. Ahora, el contexto en el que vivimos obliga a modificar las instancias de visibilización de las demandas: es así que el 29A de este 2020 se viene en modalidad virtual, no se detienen las demandas sino que se transforman y cambian de plataforma. Para este miércoles, el Movimiento Federal de Danza está organizando una programación virtual con perspectiva federal que consistirá en un “Encuentro Virtual Colectivo” con transmisiones en vivo a través de Instagram desde cada una de las regiones de las que se compone (NOA, NEA, AMBA, Buenos Aires, Centro, Cuyo, Patagónica Norte, Patagónica Sur) y que tendrá el objetivo de visibilizar la situación de la danza en el contexto actual, enfatizar el hecho de que la Danza Es Trabajo, difundir el Registro Nacional de Trabajadores de la Danza y expresar la necesidad de contar con una Ley Nacional de Danza. Cerrará con un encuentro de danza compartida con todxs lxs participantes. Invitamos aquí a consultar su página para más información, para saber cómo colaborar (https://movimientofederaldedanza.com.ar/) y, principalmente, instamos a completar el Registro (https://movimientofederaldedanza.com.ar/registro-nacional/), fundamental para obtener una mejor cartografía de la danza en el país.

El foco de la cuarentena, entonces, ilumina dos preguntas insoslayables. Hacia adentro, qué transformaciones conllevará el cuerpo y su condición presencial, cuáles pueden ser los modos de funcionamiento del cuerpo en estas instancias, cómo puede -y si debe- reconfigurarse y, hacia afuera, cuáles serán los destinos de la danza más allá de la emergencia. Por ahora, solo sabemos que, tanto hacia adentro como hacia afuera, en situación de emergencia sanitaria o sin ella, lo que siempre persiste es el hacer presente el cuerpo -del modo que sea-.

Acerca de:

Magdalena Casanova

Es Magíster en Crítica y Difusión de las Artes (UNA), docente de “Historia de las Artes del Movimiento” (PREU-UNA), crítica especializada en danza e investigadora del Instituto de Investigación y Experimentación en Arte y Crítica (IIEAC – Universidad Nacional de las Artes, Buenos Aires). Se focaliza en la investigación en danza, específicamente en el análisis discursivo de la crítica periodística de danza contemporánea porteña y, de manera general, estudia las relaciones que pueden existir entre la palabra y el movimiento. Dicta talleres y laboratorios de danza y escritura en diferentes espacios de formación.
Ha presentado el resultado de sus indagaciones en variados congresos y ha publicado artículos en distintos medios argentinos.
Es bailarina y profesora de danza contemporánea, trabajó como asistente coreográfica y de dirección en creaciones de danza y de teatro y participa en obras multimedia que ponen en juego el cuerpo y la escritura.
Es la editora general de LOÏE. Revista de danza, performance y nuevos medios.

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