Río de barro. Idea: Alejo Hugo Enrique Wilkinson Hassler. Performers: Ernesto Sebastián Greco, Soledad Gutiérrez, Virginia Medici, Diego Núñez, Daniela Peez Klein. Iluminación: Carolina García Ugrin. Asistencia: Soledad Gutiérrez. Fotografía: Paola Evelina Gallardo. Dirección: Alejo Hugo Enrique Wilkinson Hassler. Duración: 45 minutos. Fundación Cazadores: Villarroel 1440. Función: 1 de septiembre de 2023.
Se presiente el drama del derrame.
Gastón Bachelard, La poética del espacio, 1965.
– ¿Qué se hace con un cuerpo escondido? –
-Respirar-
Respira… ¿O soy yo la que respiro? Todo sube y baja, como mi esternón. Una atención hipnótica nos va envolviendo, sumergiéndonos en una suerte de sopor, el ambiente va adormilándose en la quietud y concentrándose en la espera.
Es un momento, todo es muy quieto, las miradas dan existencia y abren la posibilidad de ser en el espacio otra cosa diferente. De eso se trata esto, de cambiar lo que es por otra cosa que también ES y se constituye en otro plano, el de las metáforas, desplazamientos e intersticios por donde circula lo que no puede asirse –digo- en trazos de la poética voluntad de una imagen creada por un autor. Bucear en el pasaje críptico entre la vida y la poesía. Escribo sobre entrar a la sala b de Fundación Cazadores, encontrar un montón de papel madera puesto en el espacio, dejar que circulen los sentidos.
Entonces convierto esas imágenes manidas en una imagen sincera, una imagen que es mía como si la inventara yo mismo, según mi dulce manía de creer que soy siempre el sujeto de lo que pienso. (…) Hago una ensoñación abstracto-concreta, mi diván es una barca perdida sobre las ondas, ese silbido súbito es el viento entre las velas. (…) Y me digo a mi mismo para animarme: mira, tu esquife es sólido, estás seguro en tu barca de piedra, duerme a pesar de la tempestad. Duerme en la tempestad. Duerme en tu valor, feliz de ser un hombre asaltado por las olas.
(Gastón Bachelard, La poética del espacio, 1965)
¿O soy yo? Que esta noche y otras noches vengo a ver cómo se transforma el pequeño espacio que me convoca. Porque de pronto se transforma el mundo, y el simple papel despliega ante mí su abundancia de sentidos en el plano de las asociaciones. Respiro profundo y voy cayendo fuera del orden cronológico, respiro profundo, delante de mis ojos una imagen satelital del desierto, respiro profundo y caemos en el juego de los durmientes, cierro los ojos un instante, estamos aquí, mirando alrededor de esta instalación que sigue quieta, entonces hacemos (obra), en primer lugar, entrar en el borde del sueño.
Alguien cambia de sitio, alguien se sienta, alguien mira apoyadx en la pared del fondo, con los ojos tan fijamente clavados en la cosa que quizás le dé vida. Y deseamos tan fuertemente que nos lleve a otro plano que, si tenemos suerte, echaremos luz, despiertxs sobre la imagen creada.
Una pierna, recorte del ensueño y la respiración, un cuerpo mutilado, partido, un muerto escondido, soy el vigía de ese fragmento, me muevo en el espacio a su alrededor. Ese pedazo de cuerpo tiene el dramatismo de las desapariciones, una sinécdoque. Completo el sentido e imagino el todo posible como recorriendo el tramo ausente bajo la superficie, pensé en un basural, ¿cómo un cuerpo llega a ser residuo?
Los que desaparecen regurgitan bajo la superficie cual topos recorriendo el torrente sanguíneo de la sociedad, los intuyo como fantasmas o apariciones. Presiento la vida subterránea, la sonoridad de la cueva, vigilo a mi muerto para que no desaparezca en el mar plegado de papel, en la tormenta suspendida, una foto de río correntoso.
-El sonido constante de los materiales al tocarse, arrastrarse. –
Esto fue una digresión, me pregunto si al hacer la obra imaginaron estas visiones, si habrán sido intencionales; por momentos pienso que no, no había una intención de ellas.
Supremacía del papel, material que, en la abundancia, transforma las superficies cambiando el espacio, trocándolo en posibles ensoñaciones.
La luz, la piel, el color del material marcan un continuum que difiere en las texturas hacia los pliegues. Esta instalación performática intenta desaparecer el cuerpo y lo logra, expandiendo el alcance de sus lenguajes. La danza, las artes visuales, la performance, se imbrican generando movimientos e imágenes transidas de papel para sostener los cuerpos en redes danzantes, transformando elementos del mundo cotidiano, común, en un salvoconducto donde lo propiamente humano es la capacidad de mostrar imprevisibilidades.
Universo de papel. Un alud, igual que un deslizamiento de tierra, cobra la potencia de lo que arrasa cuando los cuerpos atraen hacia sí sus desprendimientos, arrastrando consigo lo que tocan a su paso. No. Es el papel lo que une y sostiene los cuerpos en delicados equilibrios de fuerza que tensionan y luego relajan ofreciéndose descanso.
-Paisaje post-temporal, mirar las islas de papel que descansan en el territorio. –
Ese riacho embravecido suena y se desliza, arremolinándose, avanza por la superficie hasta tocar un borde por el cual asciende, ¿hasta dónde podrán llegar?
Traen hacia sí, elevan, sostienen, y caen en derrames de tierra, mientras los cinco cuerpos desnudos se suspenden.
¡Cuántos sentidos posibles!
Una imagen pictórica del esfuerzo por llegar y a la vez el hundimiento dentro de la textura, nido, elemento de apego que los cubre, transforma y adormece. Material de sostén de lazos en la disputa de fuerzas, y sonar, y rozarse, y cubrirse, y emerger, por partes, por totales, siempre rodeados, rodeadas, rodeades de una ecología de papel.
Finalmente, lo pequeño. Sutil movimiento que inicia un cuerpo. Un mínimo gesto viaja, y cual onda expansiva, avanza por el río de barro con sus bañistas dentro, cuyas cabezas emergen entre las olas de la corriente agitada y se cubren, desaparecen, se hunden hasta llegar a un borde, luego, el descanso contenido se suspende sin derramarse. Uno a uno los cinco cuerpos, cuyos rostros se fundieron con el todo en la cálida y adormilada luz, se retiran dejando un nido de hornero e islas. Tierra desprendida del alud, de la tormenta de apariciones y desapariciones. Y entre ellos, inmiscuidos, nosotrxs.
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*Foto portada: Paola Evelina Gallardo