Mirar al Río, dirigida por Tatiana Sandoval. Performers creadores e intérpretes de música en escena: Bárbara García Di Yorio, Josefina Sabaté y Baudron, Estefanía Amoruso, Diego Núñez, Leonardo Volpedo y Gabriela Baldoni. Composición y dirección musical: Cecilia Candia. Diseño de visuales y multimedia: Gabriela Baldoni. Diseño de iluminación: Adrián Grimozzi. Diseño de vestuario: Fiamma Greco, Lucía Mezzera. Producción general: Compañía cuerpoequipaje. AREA 623: Pasco 623, CABA. Viernes de mayo, 18:00 hs.
Mirar al río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua.
Arte poética, Jorge Luis Borges.
Un río siempre representa un tiempo en movimiento, un tiempo que avanza sin tregua. Si nos sumergimos en sus aguas, la corriente nos puede llevar a recordar y a reflexionar. Así como el agua fluye, nuestras vivencias también se entretejen con el tiempo y se convierten en imágenes, formas y sonidos. En Mirar al Río, la última obra creada por el grupo cuerpoequipaje, se juega con esa idea: la sala se transforma en un paisaje multiforme, con un diseño visual que altera la percepción, un dispositivo sonoro que trabaja sobre el tiempo y un movimiento que fluye. Y en ese espacio, el verso borgiano hace eco y se mece dentro de un collage de sonidos e imágenes que se desconfiguran, dejando atrás su forma para dar paso a nuevos paisajes.
Al entrar a la sala aparece una mujer en lo alto, como si fuera una estatua, se presenta de espaldas y sostiene unas ramas sobre su cabeza. Por otro lado, una montaña de papel madera cubre a varios intérpretes, y en la otra punta, dos músicos/performers aguardan junto a sus instrumentos. Se apaga la luz y las proyecciones terminan de construir la primera escena. Durante la obra, se despliegan paisajes naturales sobre una pared que, por momentos, se fragmenta para mostrar distintos territorios al mismo tiempo: montañas, desiertos, formaciones rocosas y superficies de agua. Las y los performers interactúan con estas proyecciones desde el cuerpo y el movimiento, generando una integración visual en la que figura y fondo se entrelazan. El espacio escénico se vuelve así un territorio compartido entre cuerpo, imagen y sonido.
La obra se articula a través de tres actos: ANTES, EL PASADO AL BORDE DEL RÍO y SOÑAR, ORILLA, RIBERAS Y RESISTENCIA.
Cada acto manifiesta una parte de la esencia del río, no sólo como un símbolo, sino que el río se presenta como una corriente que entrelaza realidades: la del pasado ancestral, la de una memoria cercana y la del presente. En este entramado, surge la idea de una memoria vinculada al territorio de las orillas del Río de La Plata. Y es este entramado el que invita a reflexionar sobre el modo en que la compañía explora los recuerdos.
Mirar, observar, recordar.
Recordar se convierte en un acto de observación, cómo mirar el agua que fluye y que refleja lo vivido. El río se transforma en corriente, en espejo de nuestras experiencias. Pero, ¿hasta dónde puede conducirnos esta corriente de creación compartida? ¿De qué manera puede el gesto colectivo resonar en nuestras identidades líquidas?
Liquidez, fluidez, un continuum partido en trozos que se va armando como un rompecabezas. En esta experiencia, la narrativa fragmentaria se despliega como una red de conexiones que desarticulan la linealidad del tiempo. Las y los performers generan imágenes que sugieren más de lo que expresan. Hay una riqueza en lo no dicho, en lo visible. El mensaje no es unívoco; las heterotopías que surgen en la obra se presentan como territorios donde las memorias se superponen, donde lo individual se entrelaza con lo colectivo.
En ANTES, un tiempo de raíces ancestrales, las imágenes proyectadas adquieren una materialidad que se expande más allá de los bordes de la pantalla, invadiendo el espacio de los cuerpos. En el juego con esas proyecciones, aparecen figuras míticas: una mujer noche, una mujer árbol y un hombre río. La mujer árbol camina sobre la pared, sumergiéndose en ese río constante, y así el paisaje cobra vida. En PASADO AL BORDE DEL RÍO, se evoca un pasado reciente, donde el río trae recuerdos de épocas de dictaduras. Haciendo referencia a “los vuelos de la muerte”, se escuchan aviones que sobrevuelan la escena, aparece un cuerpo tumbado en el suelo que es manipulado por otros cuerpos, mientras un coche de policía en miniatura lo recorre lentamente. Y en SOÑAR, ORILLA, RIBERAS Y RESISTENCIA, nos acercamos a un presente atravesado por manifestaciones y tangos a orillas del río.
Las y los intérpretes construyen la escena manipulando elementos sonoros, objetos y juguetes, como soldados en miniatura, caracoles y un cochecito de policía. La música también surge de manera colectiva. Todos manipulan en vivo diversos instrumentos de percusión, cuerda y viento, como violines y tambores, que se metamorfosean de acuerdo a la escena, se convierten en lanzas, en cabezas/violines, primero funcionan acompañando una danza y luego como herramientas de combate. Todo se mezcla en un tejido sonoro que evoca lucha y memoria. Una memoria de territorio, de un territorio: el Río de La Plata, su ribera y sus recuerdos.
Me quedo con la idea de lo que lleva y trae el río, con esa posibilidad de dejarse llevar, arrastrarse y fluir en su corriente. El río nunca es el mismo. Entonces: ¿Qué permanece en ese transcurrir incesante? ¿Qué huella dejamos en esa continuidad? Observar al río es también observarnos en él, como continúa Borges su Arte Poética: “A veces en las tardes una cara nos mira desde el fondo de un espejo; el arte debe ser como ese espejo que nos revela nuestra propia cara”.
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Foto portada: Patricia Ackerman