¿Cómo devenir a través de la representación?

Apuntes sobre dos creaciones en proceso

12 de abril de 2019
Disponible en:
Español

Para iluminar hay que arder, dirigida por Noelia Meilerman y Juan Salvador Gimenez Farfan. Interpretación: Lucas Minhondo, Noelia Meilerman y Juan Salvador Gimenez Farfan. Asistencia artística: Lucía García Pullés. Asistencia técnica: Mercedes Ferrari. Música original: Federico Karrmann. Asesoramiento en vestuario: Valeria Nesis.

Atisbo de una sonrisa inmersa, dirigida por Julieta Corti, Carolina de Vega, Milena Loguercio, Margarita Salvaré. Interpretación: Carolina de Vega, Milena Loguercio, Ianina Maglia, Margarita Salvaré. Asistencia de dirección: Liber Andrés Franco, Violeta Montiel. 

Galpón FACE, Dean Funes 2142, CABA, Argentina. Función: 17/03/19

Si alzamos los brazos y juntamos las muñecas posándolas sobre nuestras cabezas con los dedos extendidos, la figura formada puede representar una corona. Y si la mirada se direcciona hacia el frente alejando el mentón del pecho, con nuestro cuerpo erguido, podemos representar la figura de una persona coronada. Ahora, si alzamos los brazos y juntamos las muñecas, sin posarlas sobre nuestras cabezas, con los dedos extendidos más o menos crispados, esta figura puede representar una cornamenta de ciervo. Y si la mirada se dirige al suelo inclinando la cabeza y acercando el mentón hacia el pecho, con el torso en plano inclinado, esa figura puede representar un ciervo.

Claro está que para representar una persona coronada o un ciervo, y que pueda ser leído efectivamente por alguien, se necesitan otros elementos. En Atisbo de una sonrisa inmersa: la música -por ejemplo-, la repetición de movimientos y gestos previos y posteriores a la representación del animal o el vestuario. En Para iluminar hay que arder: un texto recitado por lxs intérpretes que enuncia características y preceptos acerca del animal ciervo, de la religión y de la danza (y sus relaciones) o una reproducción sonora que remite a un ambiente “natural”. Pero estas dos representaciones, en sus múltiples maneras de ejecutarlas, no sólo remiten a tal o cual objeto o signo. En las dos obras, la música o los efectos sonoros, los cuerpos en movimiento y la coreografía nos sitúan en una zona de representación-literalización de la danza (o de una idea de danza) “moderna”.  En este sentido, lo que resulta interesante de ambas producciones no es tanto lo que tematizan, sino cómo lo hacen. La puesta escénica de sus formas dancísticas permite entonces plantear posibles interrogantes en torno al lenguaje, los cuerpos y lo que enuncian.

Foto: Federico Karrmann

Para iluminar hay que arder establece una analogía entre la danza, los preceptos del ballet y la práctica de lxs bailarinxs con la religión cristiana, sus “mandamientos” y sus personajes. Por su parte, Atisbo de una sonrisa inmersa ronda sobre una multiplicidad de ideas sobre el cuerpo (alineado, mecanizado, como fuerza de trabajo, etc.). Por un juego basto de operaciones retóricas las obras establecen cierto cuestionamiento respecto de aquello que tematizan: el adoctrinamiento técnico, la hegemonía corporal, el sacrificio, la autodeterminación… ¿Cómo se relacionan estas temáticas con la idea de danza que se percibe en las obras?

Lejos de las puestas (que se multiplican en la escena actual) que ponen el énfasis en la quietud y en el movimiento azaroso, aquí se percibe un exceso en lo cinético y coreográfico. Vale aclarar lo que entiendo por estos dos términos. Por un lado, coreografía en tanto modo de reglar o codificar ciertos movimientos o acciones; una especie de “tecnología” que dispone de los cuerpos bajo un régimen particular que los disciplina. Por otro lado, exceso cinético en tanto movimiento constante y que condensa al menos dos posibles interpretaciones: como una forma de dominación, si se remite a la idea moderna de “movilidad taylorista” o bien, si se lo comprende en tanto experimentación constante, como una danza sin jerarquías ni imitaciones ni identificaciones determinantes. La utilización de la coreografía y del movimiento constante en las obras y lo que tematizan es lo que confluye un poco paradójicamente en ellas y en la idea de danza.

Foto: Andariega Audiovisual

Toda una serie de binomios propuestos en Para iluminar y en Atisbo (humanx-animal, pasividad-actividad, masculinidad-feminidad, sujeto-objeto, cuerpo-máquina) se esbozan mediante la codificación de movimientos y el flujo cinético. Por momentos, la exposición y reflexión que se establece sobre estos pares parece dejar a los cuerpos estancados en un espiral que le da vueltas una y otra vez al mismo objeto o cuestión, presos de lo coreográfico, del movimiento y de la danza en sí. La repetición de frases, gestos, poses, parece encarcelar los cuerpos en la reiteración de ideas, coreografías y sentidos ya establecidos o convencionalizados, entrando entonces en una noción de danza-cuerpo que restringe a un mundo particular. Pero a su vez, repetir o reiterar permite a lxs intérpretes y sus estructuras encontrar un estado de devenir. No todo movimiento es igual al anterior ni idéntico al de lxs demás. Y una figura o pose afectada o diferenciada en un detalle puede connotar todo un universo de significación. Así como juntar las muñecas sobre las cabezas puede figurar una corona o una cornamenta, repetir un mismo movimiento sonriendo o frunciendo el entrecejo puede remitir a un estado placentero o doloroso. En este sentido, es interesante pensar el movimiento, la danza y el cuerpo como condensadores de una multiplicidad casi infinita de significados donde llegar a un estado último, a una “pose final” o a una verdad unívoca es una tarea intrigante y agotadora.

 

Foto: Andariega Audiovisual

Para iluminar hay que arder y Atisbo de una sonrisa inmersa abren el juego para poder establecer, por lo pronto, ciertos interrogantes: ¿Cómo escapar de los binarismos mediante la experimentación en el movimiento? ¿Cómo pensar a la coreografía como una tecnología para establecer nuevos territorios donde los cuerpos y las prácticas sociales se reorganizan? ¿Cómo proponer y percibir nuestros cuerpos dentro de una experiencia comunitaria sin “estancarnos”? ¿Cómo cuestionar estereotipos de cuerpos hegemónicos, habitándolos? ¿Cómo devenir a través de la representación?

Acerca de:

Silene Mozzi

Es licenciade en Curaduría en Artes (UNA). Estudió la carrera de Intérprete en Danza Contemporánea en la escuela Arte XXI y la licenciatura en Composición Coreográfica en Danza-Teatro. Actualmente, sigue formándose con maestrxs independientes y autogestivxs en danza contemporánea, performance y escritura creativa.
Realizó el texto y el guión del cómic Autorretrato es asumirse muertx, publicado en la antología de historieta Marea. Tercer Festival Sudestada de dibujo e ilustración. (2021. Musaraña Editora). Desde el 2012, dicta y coordina clases de entrenamiento y rehabilitación corporal e investigación y análisis del movimiento.

Blog personal:
PIXEL EXTRAVIADO. Escrituras desde el estrabismo:

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