PLAGA, dirigida por Mishquila Bailone Bringas y Paulo Nehuen Zogbe. Interpretación: Mishquila Bailone Bringas, Paulo Nehuen Zogbe. Diseño Sonoro: Sofia Efron. Diseño de luces: Paula Fraga. Diseño y realización de vestuarios: Sara Bande. Diseño Gráfico: Guillermo Mena. Realización Escenográfica: Martín Tosse. Audiovisual: Quinta pared – Camila Gallo. Fotografía: Gastón Bailo. Asistencia de dirección y entrenamiento: Adam Feiguin. Asistencia general: Bárbara Pérez Álvarez. Centro Cultural Rector Ricardo Rojas, Av.Corrientes 2038, CABA, Argentina. Función: 02/08/19.
En alguna ocasión, Merce Cunningham definía la danza como la expansión de un tipo de energía que sólo se produce cuando se baila; continuaba explicando que, si a eso se añadía el sonido y el escenario visual, entonces la energía se estaba intentando expandir de tres maneras distintas. Al ver PLAGA tuve la sensación de que hacía mucho tiempo no disfrutaba de una puesta donde estuviera tan presente esta expansión de la energía a partir de la atención y el cuidado depositado en cada una de sus áreas constitutivas.
PLAGA es una obra de danza contemporánea co-creada por Mishquila Bailone Bringas y Paulo Nehuen Zogbe, coreógrafxs oriundxs de Córdoba y residentes en la Ciudad de Buenos Aires que desarrollaron su proyecto en el Centro Cultural Rector Ricardo Rojas en el marco del ciclo Danza Sub-30. La propuesta es presentada como un tratado sobre la cuestión del doble, temática que si bien ha sido ampliamente trabajada desde diversos abordajes, aparece aquí como una cautivante puesta en escena cuyo desarrollo coreográfico, dramatúrgico y ficcional resultan sumamente interesantes.
Al ingresar a la sala los cuerpos se encuentran rodando por el suelo (quizás desde hace unos minutos, quizás desde hace una eternidad) mientras suenan unas palabras que parecen salidas de una radio. Este primer planteo da paso a diversas estrategias que generan tanto la construcción de una relación como su inmediata destrucción. No se presenta un único sujeto a quien se busque replicar, de quien desdoblarse o a quien sincronizarse; lo que aparece son dos seres construyendo un vínculo en constante movimiento y readaptación, generando una relación múltiple y compleja.
La idea del doble es planteada como un resultado de las posibles interacciones entre dos fisicalidades muy particulares moviéndose a la par, replicándose y regulándose mutuamente. La utilización del mismo vestuario para ambos y de máscaras que en un primer momento ocultan sus identidades genera un efecto de homologamiento y reciprocidad que extraña todavía un poco más este vínculo. Ambxs son la sombra del otrx, su eco, están ahí para a completar al otrx, para ocuparlx, para igualarse y diferenciarse pero sin perder la sensación de que hay un ajuste mutuo, una relación recíproca y horizontal.
Estxs personajes habitan, a lo largo de la puesta, paisajes plagados de rasgos apocalípticos que coquetean en las densidades de sus climas con el universo de El Eternauta de Oesterheld, con un imaginario cercano a Lamentation de Martha Graham, pasando incluso por el momento más apocalíptico de Terminator que cualquiera de nosotrxs pueda recordar. Lxs intérpretes se muestran sólidxs y con un gran potencial técnico e interpretativo, pasando del aplomo a la fragilidad, del colapso a la liviandad en una estructura que surca entre lo trágico y lo poético cuya dinámica, tiempo y la variedad de climas que crean mantienen constantemente viva la atención.
PLAGA presenta una estructura clara y no pretenciosa (cuando no ser pretencioso implica un halago). Es una puesta en escena visualmente lograda, con climas cautivantes y de una sensibilidad muy particular que invita tanto a la contemplación como a la sorpresa (claro que no todo aquí es tragedia). Es una propuesta que, a partir del valioso entramado de producción y dirección, genera un engranaje complejo y armonioso cuyo resultado es una experiencia que recomiendo transitar.
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*La imágenes pertenecen a Gastón Bailo