Estar acá, ser Melina

Martina Estelí

-¡Hola! Melina.

-¡Hola! Soy Melina.

-¡Hola! Melina.

-¡Hola!

Ella saluda sin parar y se presenta de manera casi obsesiva como tratando de descubrir qué hay adentro de ese nombre. Está adelante, sentada en un banquito pequeñito que achica su figura y la obliga a encontrar una postura casi infantil, zapatillas. Al fondo, un cuadradito blanco de madera con un termo blanco encima. Nada más.

Los ojos muy abiertos. Sonríe nerviosa. Espera a que todxs nos sentemos para comenzar a narrar sus cumples. Todos. TO-DOS. De a uno (a veces de a dos o tres juntos –solo si se parecieron mucho-). Cumpleaños con familia, con amigxs, con novios. Hace un recorrido biográfico geográfico corporal de sus cumpleaños. Argentina. Italia. Holanda. Gran Bretaña. Grecia. Buenos Aires. Suiza.

Si se pierde, se reconfirma a través de las palabras. Acá, Melina, acá. Estás acá. El lugar es la escena, el momento es ahora. Entonces propone un desafío a lxs presentes: nos cuenta que va a desplegar una breve frase de movimiento que va a consistir en una acción, en su desarrollo y en un fin (elementos básicos de cualquier escena teatral) y pide que unx de nosotrxs, un espectador voluntario, cuando la vea distraída en medio de su quehacer, le grite: “Atrapala” o “Atención” y le arroje una pelotita hacia donde esté. A través de este truco escénico, dice Melina, va a probarnos todos sus años de formación. Y nos cuenta también el secreto: la clave es la resonancia, es saber escuchar y reaccionar. Pero no se preocupen, nos alerta, además de actriz, Melina es también bailarina. ¡¡¡Ahhhhh!!!, escucho dentro de mi propia garganta, entonces sí.

La cuestión es que Melina se prepara, comienza con su frase (que involucra el termo blanco y una silla) y alguien, pelotita en mano, vocifera: ¡Atención!, y lanza la bola cual pitcher profesional y ella…ni un mínimo de duda, al instante, se lanza al aire y atrapa la pelota. “No te preocupes porque soy bailarina”, y todxs, por supuesto, asentimos sin vacilación (y con una sonrisa en la boca).

Martina Estelí

Melina es actriz y ahora comprobamos de manera científico-escénica que también es bailarina. Pero aunque nosotrxs ya lo sabemos, ella debe todavía recolectar algunas pruebas. Se da órdenes a sí misma, queda paralizada y nos cuenta unas miles de anécdotas. Vemos, literalmente (y no), el cuerpo acá, en escena, adulto, con la musculosa a lunares, el pantalón negro y las zapatillas celestes y, al mismo tiempo, el cuerpo allá en el cumple, pequeño, en una competencia deportiva de la escuela primaria, sudado, en una borrachera adolescente, con sus partes desarticuladas, en una fiesta de madrugada o ensayando en algún sitio del planeta. Todos esos cuerpos son reales y no lo son. Melina es, además, ahora lo sabemos, una ilusionista.

Recuerdo todo, dice, TO-DO. Soy una Recolectora Oficial de Palabras. Y esas palabras que recuerda también son ella. Melina es su propia definición. Y es también como le dicen: mi amor, mamá, Elena, Melena, Malena. ¿Quién soy? Curiosa, rara, confusa, influenciable, fuerte, intensa. Y es las palabras que se dice a sí misma. Melina. Se saca la ropa y, por un momento, también es timidez e incomodidad, corporal y verbal. Solo por un momento, hasta que el cuerpo vuelve. Acá, Melina, acá. Estás acá.